La imagen del jueves fue una muestra clara de lo que es el gobierno de Alberto Fernández. Grupos de izquierda lo acusaban de ser un gobierno represor por el desalojo de Guernica mientras los sectores más duros del campo y de la oposición lo tildaban de lo más cercano al chavismo por avalar una toma en el campo de la familia Etchevehere. La salida a eso, como en casi todos los conflictos, fue escapando hacia adelante. Con las expectativas por el piso, a este gobierno “se le animan todos”, como grafica un viejo dirigente peronista. Desde la Rosada, argumentan una y otra vez que debieron hacerse cargo de una herencia desastrosa sumada a una pandemia que ya se va a consumir el primer año de Alberto Fernández en el sillón de Rivadavia. El desalojo y la represión policial en Guernica provocó críticas de la izquierda y de aliados al Gobierno. Un funcionario explica este momento en términos futboleros: “Tenemos un mediocampo con poca contención y una defensa laxa”. Así, todo está puesto en un ataque carente de figuras y goleadores.

Con la mayoría de los índices en rojo y la propia coalición sumida en una olla a presión, en la Rosada ven una luz al final del túnel. Para empezar, en el Gobierno creen que habrá un diciembre sin desbordes. Calculan que la inflación se mantendrá en torno del 10 por ciento en el último trimestre, lo que no generará una espiral de precios. Aunque aún no está definido el IFE 4, avisan que en su reemplazo habría una especie de bono de fin de año para los sectores más necesitados. En el equipo económico se entusiasman con un rebote en “V”, sobre todo por la estrepitosa caída de la actividad del segundo trimestre. Entre los sectores que impulsan esa recuperación están la construcción, línea blanca, automotriz y el agro. También apuestan a una temporada de verano que tendrá fronteras uruguayas cerradas y con pocos que se animen a salir vía Ezeiza. El campo criticó a Alberto por su "pasividad" ante la ocupación de las tierras de Etchevehere. Esa luz en el horizonte tiene nombre: vacuna. La estrategia sanitaria apunta a comprar para el primer trimestre del año próximo unos 20 millones de dosis de diferentes laboratorios. El cálculo que hacen es que el personal de salud y de fuerzas de seguridad, mayores de 60 años y las personas con factores de riesgo entre 18 y 59 años representan un universo de unos 12 millones de personas. Número que se duplica si, como ya anticiparon varios laboratorios, se requerirá una segunda dosis de aplicación. En el Gobierno avanzarán esta semana en dos frentes. Uno, será la firma de los contratos con los laboratorios internacionales con los que ya se están negociando. El proyecto que declara de interés público a la investigación, desarrollo, fabricación y adquisición de las vacunas, el jueves se convirtió en ley. El contrato más avanzado es con Pfizer. En el borrador, el gigante farmacéutico norteamericano se comprometió a vender para diciembre una partida de 750 mil dosis. “Eso nos alcanzaría para vacunar a todo el personal de salud en una primera instancia”, señala un funcionario del Ministerio de Salud. La vacuna que Astrazeneca desarrolla junto a la Universidad de Oxford y que producirá en el país estiman que estará disponible en abril. En tanto, el gobierno chino prometió una partida importante de la vacuna de Sinopharm, que se está probando en el país y está en una de sus etapas más avanzadas. La vacuna rusa Por su lado, el gobierno de Vladimir Putin avisó que tiene suficiente stock de la Sputnik V, la primera vacuna en ser registrada y que generó dudas en la comunidad científica. Hacia Moscú viajó la semana pasada en secreto Carla Vizzotti, la número dos de Ginés González García. “Fue a interiorizarse sobre el proceso y el avance de las pruebas”, contaron desde el Ministerio. La reunión que la vicepresidenta mantuvo el jueves con el embajador ruso en Buenos Aires, Dmitry Feoktistov, aumentó las presunciones de que se viene un anuncio sobre un acuerdo con Moscú. Mientras se afinan los contratos, las autoridades pondrán esta semana en marcha otro de los grandes desafíos para la vacunación masiva. Se trata de la logística. Y por eso están evaluando recurrir al Ejército para que las dosis lleguen a todos los rincones del país. Con este escenario, y pese al optimismo de algunos funcionarios, todavía queda pendiente que las vacunas demuestren su efectividad. Y que su llegada al país ocurra antes que un segundo rebrote. Todo, si antes el dólar no vuelve a desbocarse, los precios no se disparan y la coalición gobernante se mantiene homogénea. Un cóctel que, si se mantiene contenido, permitirá al paciente en terapia intensiva ver la luz al final del túnel.