Los últimos 18 días de Cristina: gobernar hasta último minuto

"Vamos a gobernar hasta el 10 de diciembre". La frase, pronunciada esta semana por uno de los hombres más cercanos a la Presidenta, promete o advierte sobre la reacción presidencial independientemente del resultado del ballottage.

Con mayor o menor margen, según se imponga el domingo Daniel Scioli o Mauricio Macri, quedarán 18 días para anuncios, actos, inauguraciones, planteos públicos contra la Justicia (que en las últimas dos semanas falló varias veces contra el Gobierno) o hasta algún proyecto de ley. 

Por fin (tal vez tarde) Cristina Fernández se corrió de la escena pública para ayudar y ungir a su candidato mientras muchos comenzaban su duelo. Aunque le costó aceptar a Scioli como su posible suceso, al punto de tardar en pedir el voto para él con nombre y apellido, Cristina dio un paso al costado y canceló sus cadenas nacionales tras perder en Buenos Aires y ante el peligro cierto de ser coautora de una derrota este domingo.

Confía aún que las encuestas pueden estar erradas. Desde el 25 de octubre sus limitadas apariciones apuntaron a reforzar la defensa del modelo y a redoblar esfuerzos entre los militantes, a pesar de los que internamente empezaron a bajar los brazos, una parte de La Cámpora incluida. El último mensaje explícito llegó vía Twitter el 17, el día del militante peronista. 

En el mejor de los escenarios, si Scioli gana, la Presidenta podrá reivindicar el apoyo del electorado a los doce años de gestión kirchnerista. Un dato: por estos días elogia en privado las definiciones políticas y económicas de ‘su’ candidato, sobre todo en la campaña hacia el ballottage, y el debate del último domingo en el que Scioli apuntó a contraponer lo que llama los dos modelos. El 10 de diciembre Cristina se mudará a su departamento en Recoleta. Después de doce años en Olivos, vivirá con la sola compañía de la mujer que siempre está con ella para asistirla. Su hija Florencia ya se mudó a Constitución con su pareja, Camilo Vaca Narvaja, y su beba. Y Máximo Kirchner viajará como diputado electo entre Río Gallegos y la Capital. Será así, gane quien gane y a partir del mismo 10, tal como dijo muchas veces, se convertirá en ex Presidenta militante, sin cargo alguno y tal vez con la pretensión de ser "garante" de lo hecho, para que "el proyecto no se desvíe". 

Para ayudarla llegarán a la Cámara de Diputados nacional, legisladores jóvenes, en su mayoría de La Cámpora, que fundaron su marido y su hijo. 

Pero además de la suya, cobrarán voz otros dirigentes, las nuevas caras del poder, con o sin Scioli presidente. Hasta ahora se silenció una profunda discusión, la grieta interna del Frente para la Victoria y del Partido Justicialista. Postergada por la imperiosa necesidad de buscar el triunfo el próximo domingo, explotará después de que se cuenten los votos. Hasta hay quienes piden renuncias o "despidos", como el de Florencio Randazzo. ¿Lo sacará Cristina en la línea de "gobernar hasta el último día"? Dicen que no, que ya es tarde, que ya no vale la pena.

Una Asamblea Legislativa con Cristina traspasando el mando no a un peronista sino a Mauricio Macri es hoy un escenario posible. 

El kirchnerismo en el Parlamento puede sobrevivir al menos dos años e intentar recuperarse del retroceso. El sciolismo en cambio tendrá menos espacios de poder, con pocos legisladores y aliados pero más cerca de gobernadores y ex gobernadores que serán mayoría en el mapa de la Argentina que viene.

Con ellos evitó discutir Cristina Fernández que ni siquiera asistía a reuniones del PJ sino que delegaba en otros, como en Carlos Zannini. Esa pelea, indefectiblemente, se viene.

Cristina puede no asumir la parte de la derrota que le toca sino culpar al candidato, a los medios, a la Justicia, al desgaste después de doce años de gobierno. En cualquier caso, aún golpeada y aunque ella no lo diga, no faltan quienes planean su regreso como candidata en dos o en cuatro años al clamor de ya dicho y repetido "Cristina vuelve".

 

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