Smart Buildings: hacia la sustentabilidad

Smart Buildings: hacia la sustentabilidad

Los edificios inteligentes ya comienzan a ser parte del paisaje porteño. Y no es para menos: incrementan el valor de la propiedad y ayudan al cuidado del medio ambiente. La opinión de los expertos y los ejemplos locales.

El afamado arquitecto alemán Ludwig Mies van der Rohe afirmaba que "La arquitectura es la voluntad de la época traducida a espacio". En tiempos donde conceptos como “Transformación Digital”, "Revolución móvil", "Internet de las Cosas" y otros tantos referidos a la modernidad forman parte de la vida cotidiana de las personas, especialmente en los grandes nichos urbanos, ¿cómo se conjugan los avances tecnológicos para hacer a los edificios más inteligentes y eficientes? ¿Cuáles son los elementos que acompañan estas transformaciones y qué beneficios aportan al cuidado del medio ambiente?

 

 

Antes de adentrarse en la actualidad de los Edificios Inteligentes que van tomando lugar en Buenos Aires, cabe destacar la definición que da el Intelligent Building Institute (IBI), de la ciudad de Washington, Estados Unidos.

 

 

Según esta institución, un edificio inteligente "es aquel que proporciona un ambiente de trabajo productivo y eficiente a través de la optimización de sus cuatro elementos básicos: estructura, sistemas, servicios y administración, con las interrelaciones entre ellos". Estas construcciones, además "ayudan a los propietarios, operadores y ocupantes a realizar sus propósitos en términos de costo, confort, comodidad, seguridad, flexibilidad y comercialización".

 

 

De acuerdo con lo expresado por la arquitecta Graciana Calcavecchia, gerente comercial de la constructora CRIBA, "actualmente, los edificios que se construyen con tecnología inteligente suelen ser los que buscan ahorro energético". Para alcanzar este objetivo, explicó, se suele utilizar un sistema denominado BMS (Building Management System, por sus siglas en inglés), que permite controlar de forma automatizada todo el equipamiento electromecánico (como el aire acondicionado, las bombas y los ascensores), además de la iluminación. "De esa manera, se aseguran el menor consumo posible en los momentos de mayor uso", detalló.

 

 

A la hora de analizar los avances en las nuevas formas de construir, Calcavecchia aseguró que es importante entender que la tecnología permite "aprovechar no solamente facilidades, sino también aplicar en la construcción una mirada diferente de los materiales, repensándolos desde un uso más racional al momento de diseñar". La inclusión de nuevas técnicas, según su óptica, "brinda innumerables soluciones más prácticas y económicas, sobre todo si son consideradas a mediano plazo".

 

 

Para los especialistas, los principales fundamentos para incursionar en edificios inteligentes son varios: desde un punto de vista económico, porque el valor de la propiedad se incrementa y porque se hace más eficiente el consumo energético. Y desde la cuestión ecológica, porque se reducen las emisiones de gases y la cantidad de energía utilizada, además de mostrar un compromiso de la organización con el medio ambiente.

 

 

Los ejemplos locales

 

 

En Buenos Aires y sus alrededores existen varios edificios inteligentes. Uno de los más emblemáticos es la Torre YPF, emplazada en Puerto Madero, inaugurada en 2008 y con lugar para más de 2.500 colaboradores. Es la obra más importante en la ciudad del reconocido arquitecto tucumano César Pelli, autor de otros hitos, como las Torres Petronas de Malasia.

 

 

La Torre YPF tiene al ahorro energético como una premisa de su construcción. Para ello, cuenta con sistemas luz dimerizada que permiten regular la intensidad de la iluminación de acuerdo a varios factores, como la entrada de luz natural o la actividad en las oficinas. Asimismo, el edificio está equipado una técnica de climatización VAV (Volumen de Aire Variable), que disminuye el consumo eléctrico, además de 6 ascensores programados para atender la demanda de los pisos bajos y altos de manera independiente. Adicionalmente, tiene automatizada y optimizada la seguridad y las comunicaciones. El espacio verde es también una de las claves de la obra de Pelli: en el corazón del edificio, hay un pequeño bosque de eucaliptos.

 

 

La empresa QBE Seguros, por su parte, tiene su edificio inteligente ubicado en el barrio de Núñez. Dicha construcción, que centraliza toda la operatoria de la compañía, cuenta con certificación LEED (Leadership in Energy and Environmental Design), un estándar internacional de construcción sostenible y de alto prestigio mundial que se basa en un sistema de puntuación para medir el nivel de respeto ambiental y la "salud" de las edificaciones.

 

 

Las oficinas de QBE Seguros se destacan por ocupar más de 13.000 metros cuadrados cubiertos, distribuidos a través de doce plantas, enmarcadas bajo el concepto "Open Office", que fomenta la comunicación entre los colaboradores. El inmueble cuenta con salón comedor de usos múltiples (con conexión directa a un jardín interno de uso privado); un nuevo call center; Business Center con puestos de trabajo para los productores; Business Lounge con sala de reuniones; y salas de capacitación. Fue inaugurado en 2013 y alberga a más de 500 empleados.

 

 

Para Ezequiel Salamanco, jefe de Marketing de la empresa, los edificios inteligentes permiten "contribuir con el medio ambiente y concientizar no sólo a nuestros empleados, sino también a otras compañías acerca del aprovechamiento de los recursos naturales".

 

 

Al ser consultado sobre las motivaciones de la organización para optar por este tipo de construcción, Salamanco indicó que la apuesta estuvo basada en "la importancia del mundo que nos rodea y la necesidad de su cuidado". Además, enfatizó, el edificio "acompaña a los empleados en cuanto a nivel de confort y tecnología aplicada al trabajo diario".

 

 

Similar es el caso de Mercado Libre y su experiencia en el complejo "Al Río", ubicado en el barrio de Vicente López. Las oficinas, también certificadas bajo normas LEED, fueron diseñadas bajo el lema "puertas abiertas". A nivel tecnológico, cuenta con 12 salas de reuniones -con sistemas de videoconferencias-, 8 oficinas para la recepción de invitados y 4 cabinas para tomar llamados individuales.

 

 

La llegada a "Al Río", según Lucila Siboldi Bengolea, supervisora de Office Management de la empresa, les permite, gracias a las experiencias adquiridas en el pasado, "poder ver y corregir en función de las oportunidades de mejora testeadas en las oficinas existentes". Hacer un edificio de estas características, agregó, "lleva mucho tiempo de implementación y ajustes".

 

 

Estas mejoras a las que hace mención la ejecutiva están estrechamente ligadas a dos aspectos fundamentales: el automatismo inteligente y su consecuente reducción del consumo energético.

 

 

Para lograr ambos objetivos se utilizó un sistema de BMS que automatiza las luces y el aire acondicionado, de modo tal que funcionen únicamente en los horarios pre establecidos. Gracias a esto, la empresa logró reducir el consumo de KW/m2 a la mitad, en comparación con el gasto energético de otro de sus edificios existentes. "Aun teniendo ciertos meses de ajustes en los parámetros de configuración, logramos que ese consumo se redujera", recalcó la entrevistada.

 

 

Lo más resonante de estas oficinas, según Siboldi Bengolea es el espacio verde: un jardín vertical que comunica los distintos pisos. Recibe a diario 2hs de luz continua, para simular la entrada de luz natural. Está equipado, además, con un sistema automático de goteo.

 

 

Es importante remarcar la decisión de invertir tiempo y dinero en este tipo de construcciones no es suficiente. La clave, indica la directiva, es acompañar estas transformaciones del espacio físico con cambios culturales dentro de la organización.

 

 

"No todas las compañías, aun siendo de la misma industria, funcionan de la misma forma. Creo que en la medida que la gente vaya reconociendo estos cambios va ir modificando su mentalidad. Va a valer aún más la pena ponerle foco a las oficinas", opinó.

 

 

Futuro

 

 

De cara al futuro, Siboldi Bengolea indicó que se imagina a la oficina del futuro como una especie de "máquina habitable para trabajar". Una suerte de referencia aggiornada a la famosa frase del arquitecto francés Le Corbusier y su definición de la vivienda como "la máquina para habitar". En este sentido, según la entrevistada, "el edificio del futuro va a parecer cada vez menos una oficina, porque el trabajo está cambiando. Se borraron las oficinas, se volvió al open space".

 

 

"El edificio de un futuro lejano, creo que será un no-edificio", dice Pelli. "Los pisos, las paredes y los techos serán como una niebla que se solidificará a nuestra dirección mental e incluirá las funciones de lo que hoy llamamos muebles. Y podrá desaparecer a nuestro pedido."

 

 

El más inteligente

 

 

El edificio The Edge, en el distrito de negocios Zuidas de Amsterdam, es una combinación perfecta de tecnología y eficiencia. Su principal inquilino es Deloitte y fue desarrollado por la firma OVG Real Estate y construido bajo la mirada de la empresa inglesa PLP Architecture.

 

 

The Edge, un gigante de 40.000m2, está equipado con techos inteligentes que integran 28.000 sensores capaces de medir luz, movimiento, humedad y temperatura. Para este último punto, el edificio se enfría y se calienta mediante un sistema de almacenamiento de energía térmica acuífera. Dicho más claro: el agua caliente queda almacenada en pozos ubicados en el suelo para incrementar la temperatura del edificio en invierno, mientras que el agua fría se guarda también para enfriarlo durante el verano. Otro detalle -para nada menor- es que la obra no cuenta con radiadores, sino que toda la calefacción y refrigeración corre por un sofisticado sistema de mangueras ubicadas en los techos. La interacción de los colaboradores con la tecnología del lugar es parte de la vida diaria. A través de aplicaciones móviles, los empleados pueden ajustar la iluminación, la apertura o cierre de las persianas y la temperatura desde su smartphone. Además, pueden gestionar, desde la palma de su mano, la reserva de salas de reuniones, armarios para dejar sus pertenencias y el registro en sus escritorios. Asimismo, y en pro de incentivarlos en materia de transporte sustentable, existen paredes para recargar coches eléctricos y amplios espacios para guardar las bicicletas.

 

 

Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés), se extiende también a otros objetos de uso cotidiano, como son el control de las máquinas de café o el abastecimiento de los insumos del baño, por citar dos ejemplos.

 

 

The Edge obtuvo 98,36% puntos en de calificación en la certificación BREEAM (Building Research Establishment Environmental Assessment Methodology), lo que lo posiciona hasta ahora como el mejor calificado de este estándar.

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