La Secretaría de Energía, un sillón de alto voltaje

La Secretaría de Energía, un sillón de alto voltaje

De la negociación tarifaria al desarrollo de Vaca Muerta, es uno de los cargos claves del nuevo Gobierno. Más allá de los nombres, qué se necesita para poner en valor a un sector estratégico para la economía.

 

Finalmente, el viernes pasado, se acabaron las especulaciones. Sergio Lanziani será el Secretario de Energía del gobierno de Alberto Fernández. Pero, por esas decisiones estratégicas -o caprichosas- de cada Gobierno a la hora de definir a su Gabinete, el timonel de la política energética no será conducido sólo por él. El flamante Presidente colocó al frente de la empresa estatal YPF a Guillermo Nielsen, quien, desde hace años, trabaja como consultor en el sector petrolero y venía elaborando un proyecto de ley consensuado con las empresas del sector petrolero para impulsar, mediante una serie de incentivos fiscales, el desarrollo de Vaca Muerta, la formación de hidrocarburos no convencionales que representa la gran apuesta de muchos para el despegue económico de la Argentina.

 

 

Lanziani es ingeniero nuclear y, hasta su asunción en el cargo nacional, trabajó como ministro de Energía del gobierno de Misiones. Es un delfín político del ex gobernador de esa provincia Carlos Rovira. Su nombramiento despertó algunas dudas entre las empresas del sector, que, principalmente, destacaron su falta de experiencia en hidrocarburos.

 

 

"Hay que ver cómo se suple esa falencia. Pero, más allá de los nombres, para nosotros, es clave que se ponga en valor al área de Energía. Tanto los convencionales como los hidrocarburos tienen una relevancia inmensa por la contribución que pueden hacer al desarrollo de la Agentina", explica un lobbysta de una de las petroleras más importantes del país.

 

 

Algo es claro: esa falencia será cubierta por Nielsen, quien también tendrá las llaves del sector. Según el analista político Patricio Talavera, Lanziani podría ejercer un cargo más protocolar mientras que Nielsen se encargaría de los contactos con las petroleras y, fundamentalmente, de los inversores.

 

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Si se hace una radiografía del sillón energético en los últimos cuatro años, se verá que el cargo sufrió múltiples mutaciones.

 

 

Juan José Aranguren no dio demasiadas vueltas cuando Mauricio Macri le ofreció el ministerio en 2015. Lo primero que le dijo fue que aceptaría el puesto sólo si tendría línea directa con él para tomar las decisiones que él creyera necesarias para ejercer su función.

 

 

CEO de Shell en el país durante 12 años, lapso en el que hizo una férrea defensa de los intereses de su empresa contra las decisiones del kirchnerismo, era un hombre bien visto por las empresas. En términos políticos, al comienzo de la gestión de Cambiemos, funcionó como el frontón de las críticas furibundas hacia el ex Presidente por los fortísimos aumentos de las tarifas.

 

 

Con Aranguren, la cartera tuvo un perfil alto. Él mismo encarnó la política energética y su fracaso resultó el fracaso de la misma. Se fue en junio de 2018, en plena crisis y en medio de los cambios de Gabinete. Venía, además, ya muy desgastado por la denuncia que le habían iniciado en 2016 los diputados kirchneristas Rodolfo Tailhade y Martín Doñate por considerar que Aranguren benefició con las subas de tarifas a la petrolera Shell mientras, todavía, tenía acciones de la firma. Por ese expediente, acaba de ser procesado por decisión del juez federal Luis Rodríguez, bajo los cargos de negociaciones incompatibles con la función pública y encubrimiento agravado.

 

 

Javier Iguacel, en cambio, fue un soldado. Reemplazó a Aranguren con el cargo disminuido a secretario. Se tuvo que ir cuando, en noviembre del 2018, tomó la decisión de instrumentar un cobro adicional retroactivo en la tarifa de gas para que los usuarios compensen a las empresas prestatarias por la devaluación, algo que, si bien legalmente estaba en sus atribuciones, resultó polémica y, finalmente, quedó descartada, tras el impacto político y el pataleo social.

 

 

Iguacel -quien, formalmente, a diferencia de Aranguren, no fue ministro sino secretario- atribuyó las quejas por los aumentos de gas sólo a "militantes kirchneristas que quieren meter miedo". En el medio, se generó la interna con su superior, el titular de Hacienda. Nicolás Dujovne, a quien no le consultó la medida, cosa que sí había hecho con el jefe de Gabinete, Marcos Peña.

 

 

Iguacel renunció en diciembre del año pasado. Su reemplazante, Gustavo Lopetegui, también se encargó del área desde una secretaría pero respondía directamente a Mauricio Macri.

 

 

Ahora, la confianza del sector pareciera estar puesta en Nielsen. La misión del ex secretario de Finanzas de Néstor Kirchner será proteger a Vaca Muerta de los constates giros de las políticas económicas y poder atraer inversiones en petróleo y gas en los próximos años.

 

 

En ese sentido, otro ejecutivo de una importante petrolera aseguró que el plan del titular del YPF sobre Vaca Muerta les genera confianza pero que aún "hay que ver si se colocará a la política energética como una política de Estado". El documento elaborado por el partido Justicialista durante la campaña electoral, que propone el congelamiento de tarifas por 100 días, en base a un estudio de costos, e intervenir los entes reguladores, aún genera suspicacias entre las compañías. Aunque son conscientes de que, en ese escrito, no estuvo la mano de Alberto Fernández, ni de su equipo.

 

 

Así las cosas, ¿qué debería hacerse para volver a poner en valor a la cartera, mantener las inversiones o captar nuevas?

 

 

Daniel Montamat, secretario de Energía durante el gobierno de Fernando de la Rua y presidente de YPF durante la gestión de Raúl Alfonsín, considera que, si se quiere jerarquizar el área como potencial destino de nuevas inversiones productivas, debería volver a ser ministerio o tener relación directa con el Presidente.

 

 

"El cargo debe ser ocupado por un técnico con cintura política. Confluyen intereses variados y fuertes, y hay definiciones estratégicas que demandan conocimiento y experiencia", explica Montamat a El Cronista.

 

 

Fernando Navajas, economista jefe de FIEL y experto en el sector, considera que el área de Energía debe estar dentro del Ministerio de Economía por las implicancias macroeconómicas que tiene.

 

 

"Una parte importante de los errores cometidos, tanto en el gobierno del Frente para la Victoria como de Cambiemos, vinieron por no darse cuenta de esto", asegura.

 

 

En ese sentido, tampoco considera relevante que sea un técnico o un político quien esté al frente de la cartera. "Lo importante es que sea alguien que tenga una formación amplia y sistémica, y que entienda el contexto en el cual se debe diseñar la política energética", remarca Navajas.

 

 

Entre las empresas, también hay coincidencia. "Más allá de lo formal, lo definitorio es si la energía va a estar en el centro de la escena de las decisiones del nuevo Gobierno", dice una de las fuentes consultadas.

 

 

En cuanto a los desafíos del nuevo Gobierno, Montamat es conciso. "Reactivar y sostener el proceso inversor para desarrollar el gran potencial que tenemos. Energía abundante y de precios competitivos para las familias y para el aparato productivo", sostiene.

 

 

Según explica, la coyuntura energética siempre es muy demandante. Pero insiste en no quedar entrampado en la coyuntura. "La industria energética, por definición, es capital intensiva. La atención de las urgencias debe tener el correlato de una estrategia de largo plazo que implica articular consensos; si es posible, políticas de Estado".

 

 

Por su parte, Navajas aconseja "consolidar las políticas de estado -que ya existen desde 2010- en el desarrollo de energías no convencionales que sea compatible con un sendero de progreso tecnológico y reducción de costos a favor de los usuarios sean hogares o empresas". Y, en ese sentido, reclama "manejar bien la economía de la energía, tanto por el lado de las cantidades como de los precios. "Es fundamental para que la macroeconomía argentina despegue. Hay que hacerlo haciendo despertar la gran sabiduría y capital humano que hay en el sector privado y en el Estado", concluye.

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