El riesgo de resucitar a Néstor Kirchner

El riesgo de resucitar a Néstor Kirchner

Por Eduardo van der Kooy

Durán Barba opina que hay un 25% de voto casi inaccesible para Mauricio Macri. El porcentaje ascendería a 45% para Cristina.

 

La escena de la campaña electoral perfila dos realidades. La disputa pública empiezan a monopolizarla el Gobierno y el kirchnerismo. Las intenciones de terciar contra la polarización, de Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey se hacen cuesta arriba. Pero aquellos adversarios políticos no logran circunscribir el combate. Se estrellan asiduamente contra la realidad y la historia que cargan en sus hombros. Resulta mayor la incomodidad de la principal oposición. Porque estuvo doce controvertidos años en ejercicio del poder.

Alberto Fernández viene concentrando el protagonismo. Acierto frente a una situación innegable: el apareo de Cristina Fernández, ahora en una clandestinidad virtual, lo hubiera eclipsado. Si las PASO resultan, favorables probablemente la estrategia continúe. La abstinencia de la ex presidenta, sin embargo, no resulta suficiente para solucionar todos los problemas que afronta el candidato.

Alberto ocupa por ahora más tiempo en tratar de amalgamar un discurso y su frente interno que en embestir contra el Gobierno. Pretende trazar una línea imaginaria entre los cuatro años de Néstor Kirchner, que compartió en plenitud, con los ocho restantes que marcaron su distanciamiento con Cristina. Se trata de una disección complicada porque, en muchos aspectos, el ciclo del kirchnerismo representó una continuidad. Para el candidato se torna arduo exaltar algo de la gestión del ex presidente sin caer, implícita o explícitamente, en una crítica a la actual senadora. Gimnasia que no siempre cae simpática entre los talibanes que adoran a la mujer.

Parece claro que Alberto pretende “nestorizar” su campaña. Un matiz que agrada a los gobernadores pejotistas que resolvieron acompañarlo. Queda claro en su spot central de campaña donde recuerda que, junto a Kirchner, logró sacar a la Argentina de la crisis del 2001. Una verdad a medias, como la mayoría de cualquier signo político que se escucha en este tiempo de rapiña por los votos. El “nestorismo” tuvo una época económica virtuosa que no fue patrimonio sólo del ex presidente y su entonces jefe de Gabinete. Lavagna emergió como otro miembro clave hasta finales del 2005, cuando fue forzado a renunciar. La salida del desastre, por otro lado, se había comenzado a pavimentar antes. Con Eduardo Duhalde en la Rosada y Jorge Remes Lenicov en el Ministerio de Economía.

La idea de la resurrección política de Néstor en la campaña choca con otros escollos. La mayoría de ellos todavía no se colocaron en debate. Porque la figura del ex presidente fallecido poseería una estación lejana en el imaginario colectivo. Pero es factible que recobren vigencia cuando la temperatura electoral se eleve. En especial frente a un comicio cuyo resultado es aún altamente incierto.

Un escollo de dimensiones sería el de la corrupción. Que se descarga como una catarata sobre Cristina, con 13 procesamientos, 7 pedidos de prisión preventiva, un juicio oral en desarrollo y otros cuatro que tienen pendiente la fecha de inicio. La casi absoluta totalidad de las causas, con excepción del Memorándum de Entendimiento con Irán, la venta de dólar a futuro, y los documentos históricos, provienen de los tiempos en que Néstor consideró imprescindible acumular capital para ejercer la política y perdurar en el poder. Aún estando fuera de él.

Lo consiguió salvando obstáculos que quedaron ilustrados. En 2005 Julián Ercolini sobreseyó al matrimonio por una denuncia sobre enriquecimiento ilícito entre 1994-2003. Cuando Néstor y Cristina empezaron a actuar en Santa Cruz. Se trata del mismo magistrado a quien Alberto tiene apuntado por la causa Hotesur. Sospechas de lavado de dinero que involucran a Cristina, su hijo, el diputado Máximo y Florencia, refugiada en La Habana por una enfermedad.

En 2009 fue el renunciado juez Norberto Oyarbide quien, en dos ocasiones sobreseyó a Néstor y Cristina, también por supuesto enriquecimiento ilícito. Nunca hubo apelación al fallo. El círculo lo completó Rodolfo Canicoba Corral. Consideró que todos los bienes del matrimonio, fuertemente incrementados, estaban bien justificados. En estos dos últimos casos sobresale una paradoja. Los dictámenes fueron elaborados en base a los informes del contador de la familia, Víctor Manzanares. El mismo que como arrepentido no se cansa ahora de aportar datos a la Justicia sobre las irregularidades patrimoniales y financieras del matrimonio.

Cuando se repasan los nombres de los cientos de kirchneristas implicados en causas de corrupción se advierte que la mayoría provino de las cercanías de Néstor. Se arrimaron cuando el ex presidente hizo playa en Santa Cruz en los comienzos de su carrera. Cristóbal López, Rudy Ulloa, Lázaro Báez, Osvaldo Sanfelice, Ricardo Jaime, Julio De Vido. La nómina resultaría interminable.

El delicado equilibrio entre “nestorismo” y cristinismo le estaría impidiendo por ahora a Alberto desarrollar un mensaje global. Demasiadas de sus intervenciones suenan como pedidos de disculpas ante algunos de los desbordes que sellaron el gobierno de su ahora compañera de fórmula. El candidato obtuvo su foto austera con Juan Schiaretti. Aprovechó para pedirle “disculpas a los cordobeses” por el maltrato dispensado desde el conflicto con el campo. El gobernador de la provincia, que viajó a España y no le obsequió un retrato a Mauricio Macri, hizo circular el mismo día un instructivo político instando a sus seguidores a votar la “boleta corta”. Sin ninguna preferencia presidencial.

Alberto también debió repetir que siempre defendió a los periodistas cuando fueron hostilizados en tiempos de Cristina. Sabor agrio para los ultrakirchneristas. Tuvo que recurrir a un diplomático y piadoso“descuido ético”, para justificar una interpelación sobre los negocios de los Kirchner con contratistas del Estado. Cristóbal y Lázaro, entre una muchedumbre. Se vio obligado a pronunciarse acerca de la tremenda crisis en Venezuela. Cristina y sus acólitos siguen en silencio sepulcral. El candidato dijo que en la nación caribeña hay falta de calidad institucional, abusos y arbitrariedades del Estado. Ocurrió después de que la alta comisionada de la ONU, la ex presidenta de Chile, Michelle Bachelet, divulgó un informe sobre la responsabilidad de Nicolás Maduro en las casi 5.300 muertes computadas en 2018 y las casi 1.300 en lo que va de este año. No pareció existir proporción entre el tono de su condena y las terroríficas cifras.

Tampoco Alberto puede con todo. Su esfuerzo por la moderación suele ser desairado por otros actores del heterogéneo y revoltoso espacio del cual es candidato. Consiguió que Hugo Moyano se corra del centro de la escena. También, que el Movimiento Evita, que conduce Fernando “Chino” Navarro, decline en esta época los piquetes callejeros que fastidian. Pero Sergio Palazzo, el titular de los bancarios, anticipó que su modelo gremial sería el de los camioneros. Pretende la afiliación de trabajadores que considera afines. El aeronáutico K Pablo Biró paraliza los aviones y alerta que “esto va a terminar mal”. La última pincelada del inquietante paisaje consistió en un tiroteo dentro de un frigorífico del norte bonaerense. Chocaron la interna sindical con una patota compuesta por dirigentes pejotistas y del kirchnerismo.

Varias de aquellas conductas asomarían como involuntario aporte a la campaña del Gobierno. Cambiemos (Juntos por el Cambio) se apuró a recoger el regalo. María Eugenia Vidal declaró que si Axel Kicillof gana en Buenos Aires, será La Cámpora la encargada de administrar el poder. Asimiló la idea a un lejano proyecto en 2023 de Máximo Kirchner. Sembró una semilla que podría ser fértil en el universo del peronismo clásico. De hecho, la candidatura a gobernador del ex ministro de Economía no deja de provocar recelo entre intendentes del Conurbano. Hay zonas, como Lomas de Zamora, donde la promoción de Axel resulta bastante difusa. 

Vidal especula con que dicho malestar podría beneficiarla, tal vez, con el corte de boleta que requiere para obtener la reelección. Macri mejora en la Provincia. Pero de a gotas. La gobernadora no insistiría con la táctica de aquella confrontación. Optaría por la inauguración de obras públicas pendientes. Las contrastaría con la herencia que recibió de Daniel Scioli. Un escape para no tener que debatir sobre la situación social en el GBA.

Toda aquella descripción de episodios pareciera haber recreado el optimismo que el Gobierno tenía menguado. Macri está cómodo con la agenda que le habilita el amesetamiento del dólar y un descenso de la inflación que en junio podría estar apenas por encima del 2%. Quizás se llegue a votar en las PASO con un alza del costo de vida de una unidad. Aunque bien larga.

Tal conformismo podría verse alterado en septiembre cuando se difundan los índices de pobreza. El Gobierno supone que para entonces estaría en aptitud de hablar de algún brote verde que ahora se insinúa de manera aislada. Pero antes de todo despunta agosto, que Jaime Durán Barba pronosticó que podría convertirse casi en la primera vuelta. El oficialismo conjetura que, para salir beneficiado, deberían lograr en las PASO una asistencia mayor al promedio histórico. Durán Barba hizo una prognosis auspiciosa: el voto difícil para Macri rondaría el 25%. Para Cristina el 45%. Marcos Peña activó los innumerables recursos de la tecnología para ir por ellos.

La maquinaria electoral del Gobierno y de la coalición comenzaría a funcionar a todo vapor. Quizás, como nunca lo consiguió con la gestión en estos casi cuatro años.

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