Retenciones: cómo funciona la exportación de alimentos en el mundo

Retenciones: cómo funciona la exportación de alimentos en el mundo

Más de sesenta países aplican alguna restricción en su comercio exterior. Las retenciones en Argentina no perjudicarían al pequeño productor.

Aunque se trate de instalar lo contrario, las retenciones a la exportación no fueron ideadas por el kirchnerismo, sino que se trata de una herramienta más que común en todo el mundo. Desde Uruguay hasta Canadá, Hong Kong y Noruega aplican algún tipo de restricción a la venta internacional de productos para administrar los recursos generados o distanciar los precios locales de los internacionales.

Su aplicación en Argentina no perjudicaría a los pequeños productores, sino exclusivamente a los grandes y al sector ultraconcentrado de cerealeras, que tienen la cintura para sentarse sobre los granos y presionar una devaluación si no les gusta el tipo de cambio. Como contraparte permitiría abaratar el costo de los alimentos, cuya inflación supera el promedio de las subas de la economía.

Los números de la Organización Mundial del Comercio (OMC) revelan que más de sesenta países aplican algún esquema de administración de su comercio exterior para desacoplar precios internos de externos, equilibrar ventajas competitivas entre sectores dinámicos y rezagados de sus economías e impulsar sus industrias manufactureras. Pese a que muchos utilizan el esquema de retenciones a todas las exportaciones con el objetivo de generar ingresos fiscales, el objetivo que se busca es mucho más abarcativo y, lejos de lo que esgrimen los sectores alcanzados por el gravamen, no desestimula la producción. Por el contrario, la experiencia en la Argentina fue que pudieron convivir las alícuotas con mejoras en la actividad.

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El concepto de las retenciones busca velar el objetivo real de una administración inteligente del comercio exterior. Reasigna renta extraordinaria entre un sector que cuenta con ventajas naturales comparativas respecto de actividades que no están en condiciones de competir internacionalmente. La respuesta del macrismo fue que, quien no podía competir, debía desaparecer o "reconvertirse". El resultado fue la destrucción de fábricas y la readaptación de muchas en meras importadoras.

La discusión sobre la aplicación de retenciones suele tener varias aristas de discusión. Sin embargo, la posibilidad de "gerenciar" el tipo de cambio en función de su influencia en los mercados y en la formación de precios es una condición necesaria en los regímenes cambiarios flotantes y administrados. Los tipos de cambio múltiples en el intercambio comercial desempeñan las mismas funciones que cualquier otro precio en una economía, aunque su impacto derrame a todos los precios.

Las economías en desarrollo, sin una moneda de reserva de valor internacional -como el dólar, el euro o el yen- utilizan la cotización de divisas fuertes para dar su precio en referencia a ella, lo que repercute en sus economías domésticas. La administración del tipo de cambio entonces permite orientar la actividad económica general, pero no alcanza a subsanar los problemas de sus economías desbalanceadas. El impacto llega de manera directa a los precios de los bienes no transados internacionalmente, los cuales se ven afectados por los vaivenes de los precios internos y los movimientos en los precios de las divisas, generando el cierre de empresas y desempleo.

 

El impacto en la Argentina

Muchos países establecieron una tasa promedio de equivalencia fija para el intercambio comercial general con el exterior, pero, en simultáneo, crearon tasas diferenciales para algunos bienes a importar y exportar que sean de interés nacional. El fin de esto es incentivar o desestimular algunas operaciones de comercio con el exterior. Los productores agropecuarios argentinos, sobre los que se discute la reasignación de la renta extraordinaria que dejará este año la suba exponencial de los precios de los granos, aseguran que un esquema de tipos de cambio diferenciando no impacta en los precios internos y que para alcanzar ese resultado basta con dejarlos producir libremente.

La idea que repiten insistentemente es que el aumento de la producción derramará en menores precios del producto. En parte es cierto. El problema es que la producción de alimentos tiene características propias, lo cual quedó demostrado el año pasado, cuando la inflación en alimentos y bebidas fue superior a la general.

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Actualmente, el sector agrícola representa el 6 por ciento de la producción nacional y el 5 por ciento del empleo total registrado. Sin embargo, sus ventas al exterior alcanzan al 40 por ciento de las exportaciones totales, según cifras del propio sector. Desde que se volvieron a instrumentar retenciones en Argentina, la producción total de los principales cuatro cultivos (soja, trigo, girasol y maíz) aumentó 77 por ciento y la superficie cultivada y cosechada lo hizo un 47 por ciento.

De hecho, el aumento en las últimas décadas sobre la producción granaria no muestra una correlación directa con el nivel de retenciones. La evolución desde el 1979 a la fecha de la superficie cosechada implicó un aumento de ocho veces en la producción de soja, sobre la que más retenciones se aplicó históricamente; de 2,7 veces en maíz; de 1,2 veces en trigo y de 0,9 veces en girasol. La soja representaba el 11 por ciento del total de la superficie cosechada de Argentina en el 1979 y actualmente alcanza al 45 por ciento.

Otro de los grandes mitos surge del famoso término del “campo”, contra el que los gobiernos se enfrentan. El agro abarca a las 10 cerealeras que manejan la exportación, los grandes terratenientes, pooles de siembra, explotaciones más pequeñas y hasta economías familiares. La aplicación de retenciones en la actualidad no tiene por qué perjudicar a los actores más chicos, sino todo lo contrario. El desarrollo de compensaciones tiene ese objetivo. En noviembre el Estado nacional les pagó $ 11.000 millones a los productores de hasta 400 hectáreas.

 

Los ejemplos en el mundo

Las herramientas para aplicar tipos de cambio diferenciados son variadas y cada país utiliza algún mecanismo para ese fin. En 2009, por ejemplo, había un total de 69 países que cobraban retenciones (el 28 por ciento del total de países).

 

 

Canadá y Australia tienen organismos gubernamentales que manejan el comercio de trigo, símil a una junta nacional de granos, con participación tanto del sector público como del sector privado. El Canandian Wheat Board es un organismo que comercializa todo el trigo y la cebada que se produce para consumo humano en Canadá.

El Australian Wheat Board Limited es una especie de cooperativa de productores de trigo, que monopoliza toda la producción australiana del cereal. En ese país, por ejemplo, está prohibido exportar una determinada raza de ovejas, trigo a granel, cebada a granel y arroz. En Canadá se restringe la exportación de manteca de cacahuate, troncos y algunas maderas y algunos productos que contienen azúcar.

En Bolivia está prohibido exportar determinados tipos de madera, camisas de algodón, azúcares y artículos de confitería, pollo, carne, trigo, arroz, maíz y aceites comestibles. En Brasil hay restricciones específicas para exportar, café, soja, azúcar, entre otros. En China hay cuotas para algodón y granos, entre otros.

Rusia introdujo recientemente derechos de exportación en los envíos de soja tras el llamamiento del presidente Vladimir Putin para enfriar la inflación de los precios de los alimentos.  El amplio listado de ejemplos de países y productos donde se administra el comercio exterior, sujeto a algún tipo de restricción, pedidos previos de autorización o cupos son:

1.            Angola

2.            Argentina

3.            Antigua y Barbuda

4.            Barbados

5.            Bangladesh

6.            Belice

7.            Benin

8.            Bieolorrusia

9.            Bolivia

10.          Brasil

11.          Burkina Faso

12.          Burundi

13.          Camerún

14.          Canadá

15.          Chad

16.          China (trigo, cereales, soja, arroz)

17.          Colombia (café)

18.          Costa Rica (banana y café)

19.          Croacia (maíz y trigo)

20.          Ecuador (todos los productos)

21.          Fiji (azúcar)

22.          Filipinas

23.          Gabón

24.          Gambia

25.          Ghana (café)

26.          Guatemala (café)

27.          Guinea (café)

28.          Guayana

29.          Hong Kong (todos los productos)

30.          India (cueros y pieles)

31.          Indonesia

32.          Islas Salomón

33.          Islandia

34.          Jordania

35.          Kenya

36.          Madagascar

37.          Malasia

38.          Malawi (azúcar, te)

39.          Malí

40.          Marruecos (maíz)

41.          México

42.          Mongolia (pelo de camello)

43.          Mozambique (castañas)

44.          Nigeria (cacao y todas las materias primas)

45.          Noruega (pescados y derivados)

46.          Nueva Guinea (madera y productos de mar)

47.          Paraguay (cuero vacuno  y soja)

48.          Pakistán (todas las exportaciones pagan un impuesto para fomentar las exportaciones)

49.          República Centroafricana (ganado, animales salvajes vivos)

50.          Congo (madera)

51.          República Dominicana (todos los bienes)

52.          Rusia (trigo y centeno)

53.          Sierra Leona (cacao y café)

54.          Sri Lanka (té, coco, elefantes)

55.          Saint Kitts y Nevis (langostas, algodón)

56.          Surinam (madera)

57.          Togo (productos agropecuarios y de la pesca)

58.          Tailandia (arroz, cueros, sea, madera)

59.          Tanzania (nueces)

60.          Turquía (todas las exportaciones)

61.          Uganda (café, algodón)

62.          Uruguay (lana, cuero, carne, legumbres)

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