El recuerdo de los pioneros y un testimonio impecable para el futuro

Fue una noche de reconocerse como ciudad. Estuvo allí la historia, viva y presente. Como el título del documental que presentaron tres periodistas de este medio. Intendentes clave como Pastor, Cañizo, Fernández, García Blanco, Portarrieu y Eseverri fueron recordados, la mayoría, en la presencia de sus familiares.
El Salón Rivadavia -de enorme capacidad- se colmó hasta dejar gente en la calle. El reconocimiento a los intendentes históricos de la ciudad, con plaquetas recibidas por hijos, nietos y bisnietos, tuvo una enorme fuerza emocional. Especialmente algunos puntuales como el de "Cacho" Pastor y Alfredo Fernández, destituidos por dictaduras. O el de Santiago Cañizo. Y el más cercano y resonante en la historia: el de Helios Eseverri. Después, el broche final que dejó un testimonio de la historia pensado hacia el futuro y que tiene destino de ser un documento crucial de consulta para los tiempos que vengan. El documental pensado y logrado con muy buena factura por tres profesionales en comunicación que sintetizó en media hora una historia ciudadana que, como la de cada uno de los que la pueblan cada día, está marcada por glorias y tragedias.

Con apenas alguna ausencia que llamó la atención, el Salón Rivadavia asistió a uno de los actos oficiales con mayor convocatoria de los últimos tiempos. La locución de Jorge Scotton fue pasando revista a cada uno de los intendentes que tuvieron un paso por la conducción de la ciudad. Fue muy complejo ubicar a familiares, pero gran parte de ellos acudieron a la convocatoria.

Mabel Dolly, familiar de Dionisio Recavarren, recibió la primera plaqueta de manos del concejal Marcelo Urlézaga. Tres años gobernó: desde 1895 a 1898. Nada menos que 112 años atrás.

La concejal María Irene Blanco entregó el reconocimiento a familiares de Ramón Rendón y a la hora de Amparo Castro -aquel a quien hacen dueño del sillón- lamentablemente no había quien lo recibiera. Germán y Marcela Aramburu, bisnietos de Juan Errecart, recibieron la plaqueta de manos de la concejal Celeste Amarante. No había familiares de Juan Erripa y fue el concejal Julio Frías quien entregó el reconocimiento a quienes representaron la figura de Aristóbulo Moya. Una sobrina nieta de Antonio y Amadeo Grimaldi tuvo su placa de manos del jefe de Gabinete Héctor Vitale.

La hija de Carlos Lecot, de vitales 87 años, asistió al recuerdo de su padre. Margarita Arregui le entregó la distinción y ella fue la única que habló. Dijo que la ciudad la enorgullecía. Y tuvo el calor de un abrazo fuerte de José Eseverri.

Carolina Szelagowski le entregó un recuerdo de su padre Miguel a Mabel de Urteaga y el nieto de Alfonso Hourcade fue por su abuelo intendente con la misma emoción de la bisnieta de Miguel Mazzuchi.

Uno de los intendentes que recordará especialmente la historia, Santiago Cañizo, estuvo representado por su nieta Adriana. Y acaso uno de los momentos más fuertes llegó a la hora de nombrar a quien lo sucedió: Alfredo Fernández. Murió el 1 de mayo y hace pocas horas lo siguió su esposa. Sus hijos recibieron un reconocimiento que él no pudo disfrutar. Lo entregaron Eseverri, Alicia Tabarés, Juan Manuel García Blanco y Carolina Szelagowski.

Inmediatamente después el presidente de Coopelectric entregaba un recordatorio a representantes de Héctor Santana Pérez, quien derrocó a Fernández cuando caía Perón en 1955.

Fue muy notable la ausencia de familiares de Carlos Víctor Portarrieu, uno de los intendentes con más años en la conducción: por elecciones dos veces y la tercera cuando la junta militar encabezada por Jorge Rafael Videla inició la última de las dictaduras de la historia del país. Pety Lospinoso, secretaria histórica de los intendentes de las últimas décadas, iba a entregar el reconocimiento, pero terminó recibiéndolo ella por parte de Enrique Mario Alfieri, Julio Alem, José Eseverri y Juan Manuel García Blanco.

Fue Héctor Vitale quien entregó la placa a familiares de Juan Angel Moya y uno de los momentos clave de la noche se dio de inmediato: cuando la actual concejal María Virginia Pastor le entregó a su padre, Raúl Omar Pastor, el reconocimiento. "Cacho" Pastor fue derrocado por la dictadura el 24 de marzo de 1976. Emilio Ramos Marrero, quien sucedió a Pastor, estuvo representado por Nora Ibaldo, y José Eseverri le entregó el reconocimiento a Enrique Mario Alfieri.

Luis Escudún, quien reemplazó a Portarrieu en la transición hacia la democracia, envió una carta en la que se excusaba por su ausencia. El ex intendente, de más de 90 años, fue atropellado por un auto hace pocos días y no logró restablecerse todavía de las consecuencias del accidente.

1983 y el estallido de la democracia aparecen con Helios Eseverri como figura central. Los secretarios actuales de José Eseverri que también lo acompañaron al intendente fallecido durante años -Héctor Vitale, Margarita Arregui, Eduardo Rodríguez y Carolina Szelagowski, entre otros- y aquel que hizo un muy digno interinato durante su enfermedad, Julio Alem, entregaron el reconocimiento a José y a una de sus hermanas, Estela. Y Juan Manuel García Blanco, último intendente peronista, recibió el recuerdo por parte de José Eseverri.

La última imagen queda grabada entre el presente y el futuro: Julio "Chango" Alem y José Eseverri se saludaron y reconocieron como antecesor y predecesor. Y quién sabe qué traerá el porvenir.

La oportunidad

Con una visible emoción, el intendente a quien le toca vivir las trascendentes horas del Bicentenario, José Eseverri, habló de "los que sufren al lado de los intendentes" y resaltó con énfasis la presencia de familiares y amigos. "Los intendentes viven los éxitos, los fracasos y sienten la ingratitud de no conseguir a veces el reconocimiento que uno quiere tener", dijo. "Lo que ha significado este siglo para Olavarría es enorme. Desde los pueblos originarios hasta la minería, la transformación a fuerza de la creación de los hombres en una ciudad industrial, que sumó al campo, a la logística, a la metalmecánica". Todo fue posible -resaltó- "porque alguna vez un intendente hizo algo para que lo fuera".

"Yo nací cuando una ciudad cercana tenía más habitantes que Olavarría y ahora prácticamente la duplica a aquella a la que tomábamos como ejemplo". Subrayó especialmente "el aporte de la Universidad, de hombres innovadores que se levantan todos los días pensando qué hacer por la ciudad, cómo dar trabajo". Y pidió que los que sigan "la piensen y la gobiernen de manera correcta"; para eso "ésta es una oportunidad para sentarnos a pensar y ponernos de acuerdo en el futuro de la ciudad". Los últimos treinta años "tuvieron serias dificultades: había que imaginarlo a Portarrieu viendo toda la ciudad inundada, a Juan Manuel soportando las consecuencias de la hiperinflación, a mi viejo poniéndole el pecho a la crisis de 2002". En esos momentos "los refugios son las familias". Y ahí estaban otra vez los descendientes, pensando en los pioneros.

El testimonio que quedará

Fernanda Alvarez, Karina Gastón y Sandra Pérez -tres profesionales de la comunicación que se formaron en la Facultad de Ciencias Sociales y son parte de EL POPULAR Medios- y Cecilia Prandini, encargada de una impecable edición, habrán tomado conciencia anoche de que el testimonio que pensaron, guionaron y armaron con sus improntas personales y con un equilibrio notable, será un documento que no sólo impacta hoy, sino que será puesto en valor en los tiempos que vendrán. Cuando sea material de consulta insoslayable para saber quiénes somos y por qué.

Fueron ocho meses de trabajo para llevar adelante una idea surgida de las tres periodistas y apoyada por el Municipio y la Facultad. Nueve horas de grabación, 24 entrevistas e imágenes increíbles de una Olavarría naciente, de la que crecía a borbotones y de la que pasó por las tragedias propias y por las del país.

El primer registro audiovisual de la historia de la ciudad logró una síntesis impensada en apenas media hora, con la locución cálida y firme de Ignacio Cardone y la música necesaria para pintar cada época.

Demasiada gente se quedó sin verlo en la fría noche de mayo a las puertas del Salón Rivadavia. Los que estaban aplaudieron con la emoción de verse, de sentirse representados en una etapa de la ciudad, en un testimonio, en un dolor. La discusión, el debate, la necesidad de sentarse a hablar de nosotros mismos quedó flotando y hasta se concretó en los grupos que se conformaron cuando todo terminó.

Es la historia de todos que todos deberán ver. Comienza, ya, el peregrinar de "Historia presente", por todos los años que vendrán.

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