Radiografía de un país herido que va camino a un precipicio social

Radiografía de un país herido que va camino a un precipicio social

La semana cerró con un dólar endemoniado, pisando los $180.Los mercados no tienen paz. Los precios vuelan en las góndolas. Los sucesivos paquetes de medidas que el gobierno ha anunciado terminan siendo parte del problema, no de la solución. La datos de pobreza e indigencia nos ponen de frente a un precipicio social.Todas las miradas coinciden en que la crisis tiene características inéditas. Casi todos los actores de la economía creen que la tragedia es política y genera una crisis de confianza que por ahora no tiene techo. Lo que se devalúa en boca de pozo mucho más rápido que el peso es la palabra oficial. Sin la definición de un rumbo claro y un proyecto de país preciso no hay solución. Nadie arriesga un pronóstico acerca de cómo saldremos de esta situación. Se coincide en que no hay liderazgo. Ni dentro ni fuera del gobierno.

Por: Jorge Joury.

Ya van siete veces que le tocan timbre a una coalición gobernante sin timón. Alberto Fernández llegó con el traje más esperanzador: diálogo y más diálogo. Pero no aprovechó el primer tramo de su gobierno para concertar. Es más, no pudo hacerlo con su propia coalición de gobierno. Luego la pandemia le dio la oportunidad única de cumplir su promesa de cerrar la grieta. Hoy, está entre la espada y la pared. Es decir, entre la realidad que no ignora y Cristina Kirchner, de la que muchos sostienen que gobierna en las sombras. El Gobierno ha envejecido prematuramente. Además, el último banderazo es una señal inequívoca de que la gente está enojada con toda la política, que no le ofrece soluciones. La calle ya no tiene dueño partidario.Es de la ciudadanía. Se ha convertido en el catalizador de las angustias, sobre todo de la clase media, la que soporta casi todo el peso de la crisis. Son ciudadanos reclamando por sus derechos y libertades. La Argentina por estas horas funciona en modo queja, incluyendo a los jóvenes que quieren emigrar por la falta de trabajo.

El derecho a la propiedad privada está siendo arrasado no ya a causa de la pasividad del poder público, sino por su acción determinada a impedir su defensa. Las demostraciones de repudio trascienden el interés de los propietarios, como ocurrió frente a la tristemente famosa resolución 125, en 2008. Y la seguridad, el fin principal del Estado, según muchos, fue amenazada por la liberación masiva de más de cuatro mil presos.

En la Casa Rosada hacen diferentes lecturas de los acontecimientos. Entre ellas entienden que desde el establishment hay sectores que han activado sus usinas de rumores tendientes a esmerilar la gestión de Alberto Fernández. Las tres patas sobre las que se sostiene la estructura oficialista creen que el establishment está trabajando para que la actual gestión fracase rotundamente y así conseguir un recambio anticipado del poder. Es una realidad, que el  fantasma del golpe blando se adueñó con inusitada fuerza de los despachos oficiales. 

"Hay empresarios que creen que para modernizar al país se necesitan hacer cambios que el peronismo nunca va permitir que se hagan. Se ilusionaron con Alberto pensando que cuando asumiera iba a manejar la lapicera por sobre Cristina y cuando se dieron cuenta de que eso no iba a pasar empezaron a esmerilar la gestión con toda la furia". Eso analizan algunos asesores presidenciales.

 A la lista de señales desestabilizadoras se suman la falta de liquidación de las exportaciones, la propia movida devaluadora, y sigue la lista. Estas situaciones se explican  como “falta de confianza” en el Gobierno y de la ausencia de un plan económico integral, de lo contrario cualquier éxito durará un abrir y cerrar de ojos.

Hacen falta polìticas públicas de largo plazo con acuerdo de todos los sectores para sacar al país del fondo del mar.

La crisis es de conducción política y se refleja tanto en lo económico, en lo social y en lo internacional. Estos tres peronismo, que hablan en off the record, parecen más preocupados en debatir cuáles son los espacios de poder que les corresponde y cómo aprovechar mejor las desavenencias de la oposición. Una pena. Están perdiendo la oportunidad histórica de aprovechar este momento particular, para buscar soluciones excepcionales que miren más allá de la polarización Argentina. 

La Cámpora es uno de los núcleos que genera más inquinas. Ha ganado las principales cajas, como el PAMI y el ANSES.Héctor Cámpora, ese odontólogo políticamente gris, que nunca esbozó un pensamiento ideológico propio, jamás se habrá imaginado que sus cincuenta caóticos días en la Casa Rosada sirvieron de inspiración para que, con la posmodernidad, unos jóvenes usaran su apellido como señal de identidad. Y La Cámpora se está transformando en uno de los ejes centrales del primer gobierno multiperonista de la historia y de sus cada vez más fuertes debates internos.Los integrantes de esta fuerza miran hacia el 2023 para tratar de ganar las 72 intendencias que quedarán vacantes en la provincia de Buenos Aires y consolidar el territorio dominante de CFK.

Para el reaparecido Mauricio Macri, que busca un indulto social, "el peronismo está secuestrado por Cristina Fernández de Kirchner hace más de diez años y eso significa que está cooptado por la irracionalidad". Macri dijo que "si el peronismo no resuelve ese problema (por Cristina) es muy difícil acordar y todo el mundo espera que acordemos, pero con la irracionalidad no se puede acordar".

Mientras tanto, en el Gobierno el clima no es el mejor. En el mismo día en el que el presidente Alberto Fernández anunció una nueva etapa del aislamiento en el marco de la lucha contra el coronavirus, una encuesta reveló que su imagen, luego de más de 200 días desde el inicio del confinamiento, mostró un diferencial negativo respecto de la evaluación de las medidas que se tomaron por la pandemia. Según la consultora Poliarquía, su aprobación alcanza el 43%, mientras que la desaprobación se encuentra en 47%, es decir, tres puntos por encima que en septiembre. A su vez, la encuesta reveló que se trata del menor nivel de apoyo a las medidas de aislamiento y distanciamiento social. "Por primera vez, el acuerdo con esas medidas se encuentra prácticamente en valores similares al desacuerdo (48% vs 45%). Mientras en el GBA se mantuvo estable en las últimas seis mediciones, en CABA y en el interior desciende el apoyo (en CABA prevalece el rechazo)", manifestaron en el informe. 

La última entrega del “banderazo” no modificó el análisis dominante en el oficialismo. Evalúan que los temas que motorizan las protestas y en particular el capítulo de la Justicia, constituyen pretextos de una franja de la clase media, antiperonista, y que las cuestiones de interés social van por otro lado. No todos piensan igual, pero esa es la lectura que predomina, mezcla de malestar y subestimación. El ranking de preocupaciones sociales, según los muchos sondeos que circulan, sería encabezado por cuestiones de la economía. Nada para celebrar, entre otras razones porque corre en paralelo con la desconsideración del manejo de la pandemia. No es la agenda post pandemia imaginada.

En las decisiones de política económica que se tomen en este momento, contener la inflación es una prioridad. El efecto devastador de la cuarentena sobre la economía profundizó tanto el malestar social que fogonearlo con nuevos conflictos de precios no sería una buena decisión.

La inflación actual es excesiva. El año pasado superó el 50% y para 2020 la población viene tolerando subas de entre 2% y 3% mensuales que darían un anualizado de entre 31% y 34%. Hasta ahí suficiente. Porque si bien esas tasas son menores a las del año pasado, la situación cambió radicalmente: crecieron las deudas, el desempleo, la pobreza, cayeron los ingresos y se redujo el humor social.

El retiro de los depósitos de los bancos, la escasa liquidación de dólares por parte del campo, la ausencia de un plan concreto o, al menos, de elementales incentivos a la inversión, la creciente brecha cambiaria, la inflación amenazante y la gente que piensa en irse del país y seguir con su vida en un lugar más amigable donde la política no interfiera tanto en su vida es producto de la otra peste, la crónica, la endémica.

Los escuderos de la Casa Rosada están convencidos que hay que aguantar hasta que se firme el acuerdo con el Fondo. "Hasta ese momento navegaremos en aguas turbulentas", aclaran. Intuyen que esa buena noticia podría coronarse antes de fin de año. 

Muchos especialistas coinciden que el año próximo, por rebote más que por mérito de gestión, la economía argentina va a crecer. Habrá llegado entonces el momento de saber quién se queda con esas proyectadas mayores ganancias.

En el muro que los gerentes del coloquio de IDEA llovieron los lamentos. Los empresarios sostuvieron que el Gobierno debe reforzar las medidas y que una mayor devaluación es inevitable. El contado con liqui y el blue superaron los $ 178 y la brecha ya alcanza al 120%. Consideran que hay que construir confianza y eso llevará tiempo. La discusión se da por sectores dentro del propio establishment y también dentro del Gobierno. Pero para eso están esperando el resultado electoral.

Si el Gobierno pierde las elecciones de medio término será el momento de mayor debilidad de la coalición y ahí si deberán resistir desde la política. Pero el Gobierno proyecta ganar.Tampoco se sabe cuántos de los ministros sobrevivirán a esta tormenta perfecta. 

Santiago Cafiero, ni ningún funcionario pueden llamar “irracionales” a los reclamos de los manifestantes que anhelan poner frenos a los desbordes de la Casa Rosada y terminar con la desesperanza que genera un gobierno bifronte que no está respetando al Poder Judicial.

Tampoco se podía esperar una respuesta mesurada de Dady Brieva, fanático militante cristinista. El humorista dijo, suelto de cuerpo: “Tengo ganas de agarrar un camión y jugar al bowling por la 9 de Julio”. ¿Tendrá conciencia Brieva que la mayoría de los últimos atentados terroristas en Europa fueron con camiones que se lanzaron a toda velocidad sobre caminantes en unas transitadas calles de importantes ciudades? Su afirmación pública no produce gracia alguna, ni entre sus amigos. Y fue denunciado ante la justicia y el FBI de alentar el crimen colectivo.

Es evidente que la grieta divide cada vez más al país. No hay manera de crear puentes de paz que alivien las grandes tensiones y odios. Ni de un lado ni del otro parecería existir un criterio maduro y reflexivo. Es más, no se ocultan  los bidones con nafta para avivar el fuego. Los diagnósticos de los diversos sectores son coincidentes. Caminamos socialmente en línea recta hacia el precipicio.  

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