El quiebre de la confianza política, la contracara de la vuelta al diálogo de Alberto Fernández con Horacio Rodríguez Larreta por el coronavirus

El quiebre de la confianza política, la contracara de la vuelta al diálogo de Alberto Fernández con Horacio Rodríguez Larreta por el coronavirus

El aislamiento presidencial cambió de presencial a virtual el encuentro. Pero las prevenciones ya habían limitado la agenda a la pandemia, sin temas políticos. Fue luego de que se embarraran las conversaciones sobre las elecciones primarias. Todo, en un delicado cuadro económico y social.

Sólo coronavirus. Ese fue el compromiso para la vuelta al diálogo directo entre Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta. El aislamiento presidencial por el sorpresivo positivo de COVID-19 cambió el formato del encuentro, pero no el contexto político: el solo hecho de que hayan existido tratativas para limitar la agenda a la pandemia es una señal del quiebre del piso de confianza política en la relación del Gobierno con la oposición. El último registro de ese quiebre tiene unos pocos días. Fue después de la jugada sobre la suspensión de las PASO, que embarró esas conversaciones y puso en guardia al jefe de Gobierno porteño, contactado casi al mismo tiempo y de manera formal desde la Casa Rosada

Fuentes de uno y otro lado coinciden al menos en un punto, no sin reproches. Quedó dañada la confianza, pero no se rompieron los puentes. Parece claro que las prevenciones de estas horas pueden ser contenidas, con cuidado del paño institucional, pero no archivadas. Dicho de otra forma: lo que hace apenas un año requería sólo una llamada directa entre Olivos y Parque Patricios, ahora demandó conversaciones previas por canales formales y no tanto. Alberto Fernández y Rodríguez Larreta acordaron para hoy la cita, que será virtual. Inicialmente, había sido imaginada para el jueves.

El Presidente encargó la tarea al secretario General, Julio Vitobello, y no tanto a Eduardo Wado de Pedro, que quedó enredado en el capítulo de las PASO. Las conversaciones fueron con el vicejefe de gobierno porteño, Diego Santilli. Fue un entendimiento político antes que un punteo específico sobre medidas a coordinar en materia sanitaria. Ese tema, no saldado –en especial considerando las urgencias que plantea Axel Kicillof-, habría sido conversado por funcionarios de Salud nacionales y de la Ciudad, siempre en contacto.

Como parte de los efectos reprochados, el particular clima previo al encuentro de Olivos habría sido admitido como una carga negativa en contactos no abandonados fuera del circuito de la Casa Rosada y más bien en el ámbito legislativo. Eso explicaría la postergación de la visita del ministro del Interior a Diputados para el inicio de la semana próxima, que era interpretada como otro paso para avanzar con la postergación de las PASO sin muchas otras consideraciones. Es decir, fruto de su ofensiva y no de consensos.

Rodríguez Larreta anotó de entrada el impacto de lo ocurrido el martes en la Casa Rosada. Allí quedó casi sepultado el sentido original de una reunión que expuso el lugar protagónico de Sergio Massa y Máximo Kirchner, no de funcionarios nacionales. Se anunciaba un fondo de unos $5.000 millones para obras en los municipios, señal inconfundible y asociada al juego bonaerense ya lanzado para las elecciones. Y en ese contexto, se volvió a conversar sobre la alternativa de postergar de agosto a septiembre las primarias. Los interlocutores fueron Cristian Ritondo y Jorge Macri. Estaba claro que se trataba de una charla informal –lejos de ser la única-, imposible de ser considerada como la coronación de un consenso firme o un principio de acuerdo.

La difusión de la charla, en esos términos, generó un fuerte sacudón en la interna de Juntos por el Cambio. Hubo rechazo explícito desde el PRO, la UCR y la CC-ARI y una aclaración en términos similares de Ritondo y Jorge Macri. Rodríguez Larreta decidió dar señales hacia fuera y hacia el interior de la oposición. El mensaje fue que el tema de las PASO debe ser resuelto orgánicamente por JxC y debatido o consensuado luego en el Congreso. También Olivos movió sus fichas. Y en ese clima de prevenciones, surgieron las conversaciones para concertar el encuentro entre el Presidente y el jefe de Gobierno porteño.

En otro terreno, también se dieron los tiempos para definir la cuestión de la fecha de las primarias. Está claro que el Presidente puso la negociación en manos de los referentes del oficialismo en Diputados. Se sabe: Máximo Kirchner rechazó el planteo de anular este año las PASO. La cancelación y no la postergación de las primarias –parte de una batalla que entusiasma a varios para suprimirlas definitivamente- fue impulsada por los gobernadores del PJ y parecía la línea oficial, pero Alberto Fernández no lideró a los jefes territoriales y los derivó al Congreso. Resulta claro que la línea es ahora la correr la fecha por un mes.

Juntos por el Cambio analizará formalmente el tema en su próximo encuentro, el martes. Los gobernadores que demandaban archivar las PASO, los radicales Gerardo Morales y Gustavo Valdés, se alinearían finalmente con lo que decida la reunión plenaria de la oposición. Están en juego no sólo la fecha, sino también la puesta en tensión de todas las estructuras partidarias en materia de recursos, campaña y fiscalización, entre los principales renglones.

No sería un dato menor el tono del documento aun para considerar la posibilidad de postergar la fecha de las elecciones. En primer lugar, el compromiso explícito de realizar los comicios frente al temor de que luego una sucesión de aplazamientos los tornen irrealizables. Y segundo, el establecimiento de criterios concretos antes que una fecha para modificar el cronograma electoral, si lo demanda un agravamiento extendido de la situación sanitaria por el coronavirus.

No parecen posiciones tan alejadas. Pero las condicionan el contexto y algunos antecedentes, además de la referida tensión por las PASO. En estas horas, circula el recuerdo del modo en que el Gobierno anunció el recorte de fondos a la Ciudad de Buenos Aires, en un encuentro que sorprendió a los intendentes bonaerenses de JxC. Ese fue sin dudas el primer y mayor quiebre en la relación de Rodríguez Larreta con el Presidente.

El punto principal, con todo, supera la ecuación más cerrada entre Gobierno y oposición. El cortinado de fondo vuelve a ser el coronavirus. Y la contradicción es entre las necesidades de cada libreto. Suena raro hablar desde tan temprano sobre las fechas de elecciones, pero para imponer ya una postergación debe ser alarmante la descripción del panorama a mediano plazo. Al revés, es necesaria la cautela para imponer mayores restricciones con un cuadro económico y social tan delicado. Difícil compaginar los datos sobre contagios, vacunaciones e internaciones con las cifras del Indec sobre inflación, ocupación y pobreza, entre otros. Más difícil si se suman cálculo electoral y encuestas.

 

Por Eduardo Aulicino

 

Comentá la nota