El pueblo de Catamarca despidió los restos de Mons. Elmer Miani

El pueblo de Catamarca despidió los restos de Mons. Elmer Miani
El arzobispo de Salta, el catamarqueño Mons. Mario Cargnello, en la homilía recordó el testimonio cristiano del Pastor fallecido.
La Catedral Basílica se vio desbordada de fieles que dieron su ultimo adiós al obispo emérito, Mons. Elmer Osmar Ramón Miani, quien brindó un fecundo servicio pastoral durante 17 años en la provincia. Participaron de la emotiva ceremonia de exequias, que se realizó en horas de la mañana de ayer, las principales autoridades provinciales y municipales, encabezadas por la gobernadora Lucía Corpacci y el intendente de la Capital, Raúl Jalil; miembros de los poderes Legislativo y Judicial y de las Fuerzas de Seguridad; el rector de la Universidad Nacional de Catamarca, Flavio Fama; decanos, entre otras autoridades. También asistieron delegaciones de los colegios confesionales de Catamarca y de la provincia de Córdoba. Asimismo concurrieron los familiares, destacándose la presencia del hermano del obispo emérito, Roberto Miani y su esposa.

Emotiva eucaristía

La Sagrada Eucaristía fue presidida por el metropolitano arzobispo de Salta, nuestro comprovinciano Mons. Mario Antonio Cargnello, y concelebrada por el obispo diocesano de Catamarca, Mons. Luis Urbanc, junto a sacerdotes del clero local y religiosos.

Mons. Mario Cargnello, quien lo acompañó en los primeros años de su episcopado como vicario, pronunció una emotiva homilía, destacando la figura de quien fue el séptimo obispo de Catamarca. “Conversando con los hermanos sacerdotes sobre cómo descubrir el legado que nos ha dejado Dios a través de los 17 años de servicio pastoral de monseñor Miani y de su tiempo como obispo emérito, siempre cercano a la diócesis, pensábamos que don Elmer ha sido un hombre que desde que fue nombrado obispo, aquel 19 de diciembre del año 1989, quiso amar a Catamarca e intentó darle lo mejor de sí”.

Asimismo, recordó una escena de un viaje a Andalgalá, al poco tiempo de su llegada a la diócesis, en el que “él me compartía el hecho de sentirse como los viejos obispos que visitaban a los pueblos y a la gente, estuvieran donde estuvieran. En ese marco de querer y amar desde la altura de Dios, como se puede experimentar cuando uno se trepa a nuestras montañas, y al mismo tiempo con la cercanía que sólo Dios puede tener y que Jesús nos manifiesta en la cruz, monseñor intentó todo lo que pudo para Catamarca”.

Posteriormente recordó que “en un gesto inédito en la historia de la Conferencia Episcopal Argentina, él pudo traerla a la provincia para que se celebrara aquí su Asamblea General, en el mes de abril de 1991, con ocasión de Centenario de la Coronación de la Santísima Virgen del Valle”.

El arzobispo de Salta dijo que “intentó, empujándonos, para vencer nuestra inercia, que nos preguntáramos y asumiéramos desafíos pastorales que él supo intuir con especial clarividencia. Y eso le costó. No siempre lo aceptamos y tuvo que vivir la experiencia del estar solo y amar desde el lugar que tiene que querer a todos. Hubo amor por esta diócesis, por este pueblo, por esta provincia. Y creo que vivió así, con su personalidad, pero con una gran fidelidad, este amor a Catamarca”.

Otro de los aspectos de la persona del monseñor Miani que destacó el metropolitano fue “su amor por los sacerdotes. Ha ordenado 23 y ha sido su legado para esta diócesis. Los sacerdotes en quienes creyó y a quienes hoy les toca ayudar a plegar estos recuerdos para que se conviertan, ojalá, en un impulso misionero. Ustedes como curas y yo como obispo hemos recibido la gracia a través de sus manos”, señaló el prelado.

Agradecimiento

Hacia el final de la Misa, Mons. Luis Urbanč expresó un sentido “gracias a todos” por haber acompañado a su antecesor en esta ceremonia de despedida. “A todo el pueblo de Catamarca; a creyentes y no creyentes; al presbiterio de Catamarca, especialmente a todos los que han sido ordenados por nuestro hermano Elmer; a todos los religiosos y religiosas, que con su oración y testimonio acompañan la tarea pastoral; a los seminaristas, que son la esperanza viva para la Iglesia en Catamarca; a todas las autoridades que siempre ponen el hombro para que la tarea pastoral se pueda llevar adelante”.

Luego habló el Padre Sergio Chumbita en nombre del clero, y especialmente de los ordenados por Mons. Miani y a continuación hubo un breve ceremonia especial: los sacerdotes portaron el ataúd por la nave central del templo hasta el Paseo de la Fe, desde donde tantas veces el fallecido Pastor había despedido a los peregrinos y devotos de la Virgen, y luego reingresaron al templo para el acto final.

En medio de aplausos, rostros cubiertos de lágrimas y cantos, el féretro con los restos mortales de Mons. Miani fue llevado hasta su última morada terrenal, una sepultura cavada en el presbiterio -detrás del altar mayor- donde fue depositado a los pies de la Virgen del Valle y de Santo Toribio de Mogrovejo. Sacerdotes y laicos fueron tomando puñados de tierra para hacer el simbólico entierro, mientras entonaban, con voces entrecortadas “Un día al cielo iré y la contemplaré”. En medio de tristezas y esperanzas concluía la ceremonia.

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