La protesta aceleró los tiempos políticos: el peronismo busca recomponer la unidad y Macri hace su relanzamiento

La protesta aceleró los tiempos políticos: el peronismo busca recomponer la unidad y Macri hace su relanzamiento

La convocatoria sorprendió por su masividad y dejó en claro el hastío de la población. El peronismo quiere dar una respuesta fuerte de apoyo al Presidente

La jornada de protesta del 12 de octubre confirmó lo que todos los argentinos sabían: que la grieta política está más viva que nunca y que se revitaliza cuanto mayor es la crisis económica. Otra vez un pueblo de clase media y anti peronista ganó la calle, un territorio en el que ya no juega de visitante y en el que empieza a sentirse cómodo.

A pesar del posible efecto fatiga por la repetición de estos actos todos los meses, la convocatoria no mermó, y hasta en algunas ciudades se notó un incremento de la concurrencia respecto de anteriores protestas.

el peronismo, que venía dando muestras de fisura interna, parece haber recogido el guante para demostrar a su vez que tiene reacción política. No es fácil, porque viene de una seguidilla de desavenencias internas, que van desde las medidas económicas hasta el voto sobre Venezuela en la ONU.

Pero como ha ocurrido tantas veces, cuando un gobierno se siente arrinconado intenta demostrar que cuenta con una base de apoyo social. Le ocurrió al macrismo en 2017, cuando el kirchnerismo castigaba por la crisis económica e insinuaba que faltaba poco para la llegada del "helicóptero". Sobrevino una respuesta en forma de acto de apoyo a Mauricio Macri en Plaza de Mayo, que le dio aire político hasta las elecciones legislativas.

Y ahora el Gobierno, ante la constatación de que a la larga lista de problemas –tanto en indicadores económicos y sociales como también en los de la pandemia- se le agrega un movimiento opositor cada vez más masivo y con presencia callejera, está buscando su respuesta.

Tanto es así que a Alberto Fernández cada vez le cuesta más trabajo convencer a sus bases de que no se puede hacer manifestaciones pro-gubernamentales en la calle, porque eso implicaría una contradicción con el discurso de prevención sanitaria sostenido durante meses.

Aun así, en la marcha de ayer ya se vieron militantes de una agrupación kirchnerista haciendo una contra-manifestación frente a la residencia de Olivos. Lo cual hizo recordar al grupo de simpatizantes de Juan Grabois que, durante el levantamiento policial de hace un mes también llegó hasta la residencia presidencial.

Si bien los ánimos se contuvieron y no hubo que lamentar incidentes, esa voluntad de protagonizar una "reconquista" de la calle está latente.

Se plasmó también en las propuestas de actos de apoyo al Presidente para el próximo 17 de octubre, al celebrarse el efeméride más importante del peronismo, el Día de la Lealtad.

Y, sobre todo, quedó evidenciado en los llamamientos a mantener la unidad. Empezando por el del propio Alberto Fernández, que en la entrevista realizada por Horacio Verbitsky –un referente de primera línea del pensamiento kirchnerista- quiso alejar toda insinuación de una ruptura respecto de la vicepresidente.

En los medios K, donde en las últimas semanas se había acumulado la crítica a las decisiones gubernamentales y hasta pedido cambios de nombres en el gabinete y una nueva estrategia de comunicación, también hubo un cambio de tono, y las notas editoriales pasaron a reflejar un reclamo de unidad para apoyar a un Gobierno debilitado.

Y la propia fortaleza de la marcha opositora terminó funcionando como un factor de cohesión, como quedó evidenciado en los mensajes de miembros del gabinete, como Santiago Cafiero, Eduardo de Pedro y Agustín Rossi, que repudiaron el "escrache" frente a la vivienda de Cristina Kirchner, en Recoleta.

Otro mensaje sugestivo de la jornada fue el de Roberto Lavagna, con un reclamo de amplia la base de apoyo del Gobierno, que algunos interpretaron como un pedido de ganar participación en la "mesa chica".

"Pretender que el presidente y la vicepresidente se distancien o tomen caminos distintos es una aspiración institucionalmente dañina para el futuro del país que, por otra parte, ya se concretó en una ocasión reciente y nos fue mal, muy mal. Lo mejor que nos puede ocurrir es que la fórmula presidencial se mantenga unida pero dentro del concepto de ‘alcanza para ganar pero no para gobernar’", fue el pedido de Lavagna.

La ex presidente, en el centro de las críticas de los manifestantesCristina, blanco preferido de las protestas

 

Sobre la jornada de protesta en sí, lo que quedó fue la repetición de imágenes ya tradicionales. Manifestantes en sus autos, tocando bocina en las principales ciudades. Carteles confeccionados en forma casera donde se expresaban una amplia gama de reclamos, desde el rechazo a la cuarentena estricta hasta la denuncia de que se quiere avasallar la justicia para suavizar las causas contra Cristina Kirchner.

También se volvió a ver el apoyo personal del que goza Patricia Bullrich, la principal figura de la oposición política en este tipo de actos, que volvió a convocar "a nivel personal" aunque su partido prefirió mantenerse al margen –e incluso con el sorpresivo "faltazo" de Elisa Carrió-.

Sugestivamente, no se vieron muchos reclamos vinculados a lo financiero ni a las restricciones para la compra de dólares. En cambio sí persiste, sobre todo en el interior, la prédica de defensa de la propiedad privada, tal vez un resabio del intento de estatización de Vicentin y un acto preventivo por las expresiones de hostilidad hacia los productores agropecuarios.

Una vez más, las referencias a la ola de inseguridad ganó protagonismo, y se vieron carteles que reclamaban a la justicia una actitud de apoyo más firme contra la policía en su función.

El Gobierno, que en las primeras manifestaciones hablaba de "gente confundida" y dejaba entrever un rechazo por la irresponsabilidad de generar aglomeraciones que pudieran favorecer los contagios, ahora ya no habla de "marchas de los contagios" y pareció más resignado al respecto y evitó la crítica directa a los manifestantes.

De hecho, el propio Alberto se ocupó de dejar en claro esa postura, al escribir en su cuenta de Twitter: "Disentir con un gobierno es parte de la democracia. Movilizarse, aun con el riesgo que implica en una pandemia, también". Y se limitó a criticar a quienes convocaban a manifestar frente a la casa de Cristina, todo un guiño además al sector kirchnerista que lo viene fustigando.

Se aceleran los tiempos políticos

 

Más allá de la cantidad de gente que protestó y de la naturaleza de los reclamos, hay algo acaso más importante que deja la jornada de protesta: su consecuencia es la aceleración de los tiempos políticos.

Una prueba de ello es la actitud de Mauricio Macri. En un voluntario segundo plano que hasta incluyó el largo exilio europeo, el ex presidente ya había aprovechado la anterior marcha del 13 de septiembre para publicar una carta que implicaba un mensaje en múltiples direcciones: a la clase media enojada con Fernández y que reclamaba una oposición más firme, les reiteró que está dispuesto a liderar esa "línea dura" contra el kirchnerismo.

Y hacia la interna, significó un recordatorio de que no estaba dispuesto a perder protagonismo, justo cuando la figura de Horacio Rodríguez Larreta ingresaba en una curva ascendente.

Tras el silencio autoimpuesto, Mauricio Macri aprovechó la jornada opositora para levantar el perfil político

 

Ayer, tras la marcha masiva, escribió un mensaje en Twitter, en el que afirma que las movilizaciones "son la demostración de que a pesar de nuestros problemas actuales tenemos que ser muy optmistas respecto a nuestro futuro". Casi un mensaje de campaña augurando una victoria en las próximas legislativas.

Con ese mismo sentido de "timing" político, Macri eligió la jornada para volver a dar una entrevista periodística, en la cadena TN –casualmente, justo en un momento en el que recrudece la guerra entre el kirchnerismo y el grupo Clarín-. Macri, tratando de interpretar el humor social, quiere ponerse al frente de ese movimiento opositor que no necesariamente hace una reivindicación de su gestión gubernamental.

Tan es así que Mario Negri, jefe del bloque de diputados de Juntos por el Cambio, admitió que muchos de los asistentes a los actos eran críticos del macrismo y que hasta habían castigado al anterior Gobierno al votar por la fórmula Fernández-Fernández.

Otra consecuencia de esta renovada "grieta" es el debate sobre el rol de los medios, y muy particularmente por la iniciativa oficialista de la agencia Nodio, que en la oposición ya se está denunciando como un intento de censura y control de los medios.

Todavía no está claro qué tan relevante será el funcionamiento del nuevo organismo, pero su creación viene precedido de muchas suspicacias. En los medios K, una crítica recurrente al Gobierno es haber permitido que los medios de comunicación impusieran una agenda distinta a la  oficial y que, desde su punto de vista, generara un clima que agravó la situación financiera.

Por otra parte, empiezan a abundar los reclamos para que el Gobierno castigue a multimedios como Clarín por la vía de distribuir más discrecionalmente la pauta publicitaria estatal.

Una vez más, el silencio más elocuente fue el de Cristina Kirchner. Apenas mensajes de sus allegados, que dieron a entender que habría denuncias penales por los llamados a "escraches" frente a su domicilio.

Pero, en lo estrictamente político, se mantuvo equidistante de los manifestantes como también de los funcionarios del Gobierno. Otra señal de los días que vive la política argentina.

 

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