Propuestas contra la crisis hídrica

Propuestas contra la crisis hídrica

Por su escasez o su exceso, Córdoba tiene una relación complicada con el agua. A medida que la naturaleza se vuelve más indomable, la sociedad reclama soluciones, información, voz y voto. En el ciclo de debate organizado por este diario, profesionales de distintas áreas señalaron alternativas para enfrentar el problema.

Todos los años, miles de turistas se bañan en los ríos y arroyos de nuestra provincia. Pero esa fotografía pintoresca de las Sierras de Córdoba tiene un negativo que revela la relación tortuosa de los cordobeses con el agua. El idilio está limitado por dos extremos: la escasez y el exceso. Sentimos orgullo por nuestros manantiales cristalinos y refrescantes, pero les tememos a sus alter egotormentosos o a su fatídica desaparición.

Una versión extrema de nuestros cursos de agua mostró toda su furia en las Sierras Chicas y ciudades de la Pampa Gringa durante febrero y marzo pasados. El saldo negro fueron 11 muertos y daños por cientos de millones de pesos. Dos años atrás, habían sido los incendios la peor cara de la sequía. En 2013, el fuego arrasó cerca de 100 mil hectáreas.

La naturaleza no da respiro, se dice. Desde hace años, Córdoba no pasa por un año ambientalmente regular. Todos los expertos coinciden en que los eventos climáticos extremos serán la normalidad. A pesar de que los científicos se dieron cuenta hace tiempo de este nuevo escenario, la sociedad se va enterando a fuerza de golpes propinados por una furiosa Pachamama. El pueblo quiere saber qué está pasando. Los funcionarios, más tarde que temprano, se están dando cuenta de que algo hay que hacer.

El recorrido informativo realizado por La Voz del Interior durante las últimas inundaciones estuvo acompañado por una serie de notas reflexivas con el lema “Pensar el agua”. Este espacio también tuvo su capítulo en formato de charla-debate. Fueron tres encuentros en los que ciudadanos y especialistas entablaron un diálogo.

De allí surgieron ideas y proyectos para resolver esta interminable crisis hídrica y recomponer el romance entre los cordobeses y el agua. A continuación, las propuestas.

1) Achicar la brecha entre academia y gobierno

Rubén del Sueldo, director del departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), asegura que Córdoba tiene recursos humanos suficientes como para lograr un buen diagnóstico y planificación sobre la situación del agua en Córdoba.

El problema es que toda esa información muchas veces duerme en los libros y publicaciones científicas. “La Universidad viene generando conocimiento local desde hace muchos años. Pero falta cerrar la brecha para que ese conocimiento llegue a quienes gestionan y lo utilicen para tomar buenas decisiones”, dice.

La semana pasada, Fabián López, ministro de Agua, Ambiente y Servicios Públicos, confirmó que formará un equipo de expertos para realizar un mapeo de la situación hidrológica y medidas ambientales en la provincia que sirvan para proyectar un plan de acciones de mediano y largo plazo.

Todavía no hay muchas precisiones sobre su composición, pero López aseguró que tendrá amplia representatividad y total libertad para analizar la situación y sugerir medidas, desde relocalizar loteos hasta construir represas si son necesarias. Parece el primer acercamiento institucional entre academia y gestores.

2) Planificar y gestionar el riesgo

La amenaza de inundación y de sequía persistirá siempre. Los ingenieros docentes e investigadores de la UNC Rubén Actis Danna y Santiago Reyna sostienen que los cordobeses deben aprender a convivir con el riesgo y saber cómo gestionarlo. “La gestión del riesgo debe ser una política de Estado”, asegura Actis Danna.

Sobre las amenazas no se puede actuar, pero sí sobre las vulnerabilidades que predisponen a un riesgo mayor. En este sentido, Reyna cree importante que cada localidad tenga un protocolo para analizar sus vulnerabilidades: qué construcciones habrá que trasladar, a dónde mejorar las defensas o crear lagunas de detención.

Pero también debe haber un protocolo para actuar durante la catástrofe. “Es más importante conocer cómo se informa, qué instituciones actúan y la capacitación del personal, que las obras estructurales como diques”, asegura Reyna.

Dos años atrás, la Provincia reconoció que sólo la mitad de los municipios y comunas tenían formadas sus juntas de defensa civil. Se trata de un mecanismo indispensable para planificar qué se debe hacer frente a emergencias como una inundación. Tras los últimos eventos climáticos extremos, muchas localidades se apuraron para armar estos equipos que servirán de soporte a cada comunidad para saber cómo actuar antes y durante un desastre.

3) Mapas de riesgo, la primera herramienta

Osvaldo Barbeito es un avezado geólogo investigador de Conicet y la UNC que puede ver las marcas de las inundaciones pasadas en las formas y materiales geológicos que hay en el terreno. Con estas técnicas y los relatos históricos de antiguos vecinos y los que figuran en la bibliografía, los científicos son capaces de generar mapas de riesgo de inundaciones de las localidades.

Según Barbeito, frente a los desastres naturales se deben tomar medidas anteriores, simultáneas y posteriores al hecho. La confección de mapas de riesgo es la primera medida y la más económica, pues puede ahorrar millones de pesos y salvar vidas humanas.

Servirá luego para realizar una mejor gestión del territorio y fijar zonas en las que no se puede construir por el riesgo a inundarse. También será útil en el momento de la crecida para determinar qué viviendas evacuar. 2 SClB 4) Informar a la población

En la actualidad, los sistemas de información geográfica (SIG) y las imágenes satelitales son instrumentos accesibles que ayudan a crear estos mapas de riesgo. Pero todos los especialistas coinciden en que también hay que sumar la opinión de los pobladores, tanto sobre datos históricos de inundaciones como también en el momento de realizar alguna obra o en la confección de planes de evacuación.

En este sentido, Reyna sostiene que la gente no advierte el riesgo hasta que sucede, y cuando ocurre puede generar reacciones negativas como terror e inacción. El mejor remedio es involucrar a la población.

De este modo, Norma Vaudagna, coordinadora académica del Departamento de Geografía de la UNC, apunta: “Como sociedad, debemos saber si estamos en una zona de riesgo, cómo son los ciclos de inundación y cómo se comportan y qué impacto tienen los nuevos asentamientos urbanos. Mucha gente se fue a vivir a las Sierras Chicas sin tener conciencia de que es una zona vulnerable”.

Propone la realización de talleres, como forma de hacer llegar la información a la gente. Y aclara: “Hay que cambiar un modelo paternalista: no se trata de esperar que me vengan a buscar para salir del agua, yo tengo que saber cómo hacerlo”.

La escuela es también otra institución clave para informar y concientizar. Vaudagna apunta a una enseñanza diferente de la geografía como materia. “La que se enseña es vieja. No sólo se trata de enseñarle a los chicos por dónde pasa el río; lo primero que tenemos que entender es la geografía en la que estamos inmersos para conocer las condiciones del lugar en el que estoy viviendo”, agrega.

5) Mejorar el equipamiento para monitorear el clima

No se puede hacer nada para controlar el clima, pero sí se lo puede monitorear con precisión para prever posibles eventos extremos. Los meteorólogos Manuel Guzmán y Gerardo Barrera entienden que es necesario aplicar un sistema de alerta temprana en las cuencas hídricas, ampliar la red de estaciones meteorológicas y dotar de más recursos y personal a las oficinas de pronósticos.

La red de estaciones meteorológicas y pluviómetros en la Provincia supo tener 700 equipos en la década de 1980, pero se fue desmantelando con la desaparición de varias estaciones ferroviarias.

En la actualidad, existe una red de alerta de crecidas integrada por unas 40 estaciones hidrometeorológicas de la Provincia, que se suman a otras 30 que tiene el Centro de la Región Semiárida de la Nación (Cirsa).

A su vez, la UNC podrá operar un radar meteorológico instalado en la Capital que fue adquirido por la Nación. Este aparato podrá ver las tormentas y calcular distancia, altura, intensidad y volumen en casi todo el territorio provincial. Aunque en los últimos años la Provincia también instaló más pluviómetros y estaciones meteorológicas, el instrumental no alcanza.

Por su parte, Reyna apunta que las universidades cordobesas poseen un recurso humano invalorable, pero advierte que no existe gente especializada en el estudio del clima. Y propone que desde el Estado se fomente el estudio y desarrollo de esta área del conocimiento

6) Tener en cuenta también la calidad

El biólogo Federico Kopta, presidente del Foro Ambiental Córdoba, propone un manejo integral de las cuencas para que no sólo se hable del agua cuando hay escasez o exceso, sino que también se evalúe la calidad del recurso.

Y menciona un ejemplo: “El aporte de efluentes cloacales mal tratados o sin tratar favorece la proliferación de algas en los lagos y con ello el deterioro de la calidad del agua y el aumento de la sedimentación. Por lo tanto, los diques pierden capacidad de almacenamiento”.

A su vez, si el agua de los diques está contaminada, la población que vive cerca estará en riesgo y también costará mucho más poder potabilizarla, señala Kopta. Esto sucede con el dique San Roque, que alimenta las canillas de buena parte de la ciudad de Córdoba y de las Sierras Chicas.

Por iniciativa del Foro Ambiental Córdoba, la ciudad de Córdoba sancionó una ordenanza para monitoreo y control del río Suquía, el arroyo La Cañada y arroyo El Infiernillo. Sin embargo, Kopta reconoce que no ha logrado mejorar la calidad del agua de la cuenca.

Además, tras insistir durante años, esta gestión provincial decidió rever la legislación sobre la calidad del agua potable, en especial en lo referido a la presencia de plaguicidas y de cianotoxinas generadas por las algas de los diques.

7) Reponer el bosque nativo

Si bien las megaobras como diques son costosísimas e imposibles de realizar en Córdoba, la Provincia sí puede mejorar su infraestructura verde, asegura Kopta. El resto de los especialistas también afirma que el cuidado de nuestro monte nativo tiene una alta incidencia en el ciclo del agua.

La vegetación nativa cumple tres funciones: actúa como una especie de paraguas para que la lluvia no impacte directamente en el suelo, lo erosione y lo arrastre en cada inundación. Además, sus raíces ayudan a sostener el suelo y la hojarasca le brinda cobertura adicional y también actúa como una esponja que retiene el agua y la administra de manera más lenta.

En este sentido, Kopta entiende que el Estado y los ciudadanos deben tomar medidas para evitar la destrucción de la vegetación por ejemplo, minimizar el efecto de los incendios, frenar los desmontes y fomentar la forestación.

La provincia cuenta con dos leyes que protegen el bosque nativo. Kopta asegura que esta normativa tiene fallas y no se controla su cumplimiento. “Se perdió el 40 por ciento del bosque nativo de Córdoba entre 2004 y 2010. Y continúan los desmontes según el relevamiento que realiza la propia Provincia”, asegura. Recuerda que este año debe debatirse un nuevo ordenamiento territorial del bosque nativo.

8) Concretar planes de forestación masiva

A todo lo anterior se suma el fracaso de dos planes de forestación masiva presentados por la Provincia. El primero fue anunciado en 2011 y estipulaba plantar 17 millones de árboles en cinco años sobre campos privados y banquinas de rutas. Exigía que cada dueño de campo presentara una propuesta para sumar árboles en su 
lote. Sólo se plantaron unos 150 mil árboles sobre banquinas de algunas rutas, de los que apenas una parte sobrevive.

En 2013, el gobernador José Manuel de la Sota anunció el envío de una ley que obligaría a cada dueño de campo a forestar “al menos el uno por ciento de su superficie”. Se estimaba que, de ese modo, en cinco años se sumarían unas 80 mil hectáreas arboladas en la provincia. A dos años, esa ley no fue tratada aún por la Legislatura.

Más allá de su fracaso, ninguno de los proyectos establecía estrategias para reforestar las sierras de Córdoba, donde están nuestras reservas de agua y donde se originan y ocurren las inundaciones más violentas.

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