La falta de señales concretas sobre el futuro rumbo de la economía aumenta la incertidumbre. Se espera más presión sobre el dólar y un nuevo pico de riesgo país en las próximas jornadas
Caras largas, bronca por la oportunidad pérdida y más preguntas que respuestas por lo que viene. El clima que se vivió entre los empresarios que asistieron al Coloquio IDEA en Mar del Plata no fue muy diferente al que se percibió esta semana en las reuniones privadas organizadas por grandes bancos norteamericanos en Washington. La crisis argentina ocupó un lugar relevante en las agendas de estos encuentros paralelos a la reunión anual del FMI.
Hasta Jamie Dimon, número uno del JP Morgan y considerado el banquero más influyente del mundo, advirtió durante un mega encuentro organizado por la entidad sobre los riesgos por “el regreso del populismo” al país. La Argentina, a una semana de las elecciones presidenciales, está hoy en boca de todos. El riesgo es que dentro de muy poco tiempo ya no esté en la mira de nadie. O simplemente de algunos inversores que buscan oportunidades puntuales en países de altísimo riesgo.
Una encuesta efectuada en IDEA no arrojó resultados demasiado alentadores sobre las perspectivas del futuro inmediato. Apenas 19% de los empresarios que contestaron aseguraron que aumentarán la cantidad de empleados en los próximos 12 meses, el 56% dijo que reducirá las inversiones en relación a este año, mientras que el 61% cree que habrá un aumento de impuesto y un porcentaje aún más alto, 64%, espera una caída en los niveles de rentabilidad.
El FMI es claramente el que marcará el pulso de la futura relación de la Argentina con los mercados financieros. Su nueva titular, Kristalina Georgieva, ya dejó en claro que no tiene demasiado para hablar con la actual administración. “Estamos muy interesados en ver qué marco de política se establecería y cuando tengamos eso podremos continuar esta conversación”, señaló durante la conferencia de prensa que dio inicio al encuentro anual. Es decir que el acuerdo y futuros desembolsos quedan supeditados a lo que proponga el Gobierno que asuma el 10 de diciembre.
Jamie Dimon, número uno del JP Morgan, advirtió sobre los riesgos por “el regreso del populismo” al país (REUTERS/Aaron P. Bernstein)
Si se confirma el resultado de las PASO, quien tendrá la llave para destrabar la relación con inversores y dar vuelta el fuerte clima negativo que hoy pesa sobre la Argentina es Alberto Fernández. En medio de la campaña electoral resultó casi imposible escuchar definiciones claras sobre qué es lo que se piensa hacer. Y lo poco que dijo el candidato de Frente de Todos estuvo lejos de llevar tranquilidad. En los últimos días ni siquiera sus referentes económicos dieron pistas sobre los primeros pasos que piensan dar después del 27 de octubre.
Hasta ahora, desde Frente de Todos no hubo una sola señal tranquilizadora para los mercados y empresarios. Pero las incógnitas comenzarán a develarse a partir del 28 de octubre, si es que Alberto Fernández consigue imponerse en primera vuelta
Por ahora lo único medianamente claro es que se avecina un Pacto Social, en el que confluirán empresarios, sindicalistas y el propio Gobierno. La idea es conseguir una suerte de “tregua” de precios y salarios para pasar el verano y evitar desbordes inflacionarios. Pero ya hay demasiada “gimnasia” sobre este tipo de acuerdos en el pasado y en las empresas ya preparan “subas preventivas” para antes del 10 de diciembre. Es decir, aumentos que no están justificados por suba de costos sino simplemente para contar con un colchón antes del congelamiento. El rubro de alimentos y bebidas es siempre el más crítico.
Probablemente el dato que más se esperan los mercados de una eventual gestión de Alberto Fernández es el nombramiento de su gabinete, tanto ministro de Economía como presidente de Banco Central. Sus feroces críticas a la tasa de Leliq, a la venta de reservas y al rol de los bancos permiten descartar rápidamente una posible continuidad de Guido Sandleris. El actual presidente del BCRA recibió la pregunta de un inversor durante una exposición en Washington en relación a su continuidad, pero contestó con evasivas: “No es el momento para hablar de esto a una semana de las elecciones”.
Guido Sandleris, actual titular del Banco Central (Franco Fafasuli)
Pero además de los nombres, el nuevo Gobierno tendrá que encarar temas que tienen un nivel de urgencia extremo. Uno de ellos es cómo sigue el control de cambios. ¿Se mantendrá todo igual por lo menos hasta el 10 de diciembre o será necesario limitar más el acceso al mercado de dólares? Esta semana el Central tuvo que vender todos los días entre USD 120 millones y 150 millones para evitar saltos del dólar oficial. No evitó, sin embargo, que se disparen el dólar libre y el “contado con liquidación", que surge de los precios de bonos y acciones. Este último ya roza los $75, es decir 25% por encima del oficial. Esta cotización tiene un fuerte efecto sobre las empresas, porque alientan las expectativas de más devaluación.
La postura mayoritaria en Wall Street es que Alberto Fernández representa la vuelta del populismo a la Argentina. Tampoco el Pacto Social que propone resulta atractiva y ya se empezó a hablar de aumentos preventivos, ante la perspectiva de congelamiento de precios y salarios a partir del 10 de diciembre
El manejo del cepo cambiario podría generar dificultades en la próxima transición, que si no hay balotaje se extenderá desde el 28 de octubre hasta el 10 de diciembre. Es otro mes y medio que podría volverse interminable. Es posible que, en caso de resultar victorioso, Fernández presione al actual Gobierno para que cierre más el grifo de venta de dólares del BCRA con el objetivo de preservar las reservas. El tipo de cambio libre debería aumentar más en ese escenario y la próxima administración asumiría con un dólar “recontra alto”. Sin embargo, es jugar con fuego: cualquier suba adicional del dólar iría directamente a los precios, agregando todavía más inflación.
¿Cuál sería, entonces, el beneficio de un cepo reforzado? Básicamente cuidar las reservas que quedan y acumular por el lado del comercio exterior, aprovechando que el superávit comercial llega actualmente a los USD 1.000 millones mensuales. Si el próximo gobierno es capaz de “cuidar” esas divisas que entran por el lado comercial, entonces hay posibilidades de recuperar gradualmente los dólares que perdió el BCRA en 2019.
El candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández (Gustavo Gavotti)
El otro tema urgente es la renegociación de la deuda. El motivo es que después de fin de año se acumulan los vencimientos y el riesgo es entrar en un nuevo default, del cual llevaría mucho tiempo salir. La solución que proponen algunos bancos al gobierno que asuma el 10 de diciembre es realizar una reestructuración en tramos. Arrancar con la deuda emitida bajo legislación local, donde entrarían Letes, Lecap, Bonar 2020 y Bonar 2024. Cerca del 90% de los vencimientos del año próximo pasa por estos títulos. Y dejar para más adelante a los bonos bajo legislación internacional, una vez que se renegocie el acuerdo con el FMI.
Si hay presidente electo el 27 de octubre, una de las grandes preguntas es cómo se dará la transición hasta el 10 de diciembre. El manejo del cepo cambiario y el uso de reservas será uno de los temas más sensibles. Nada asegura que los controles se mantengan inalterados hasta el cambio de gobierno
Pero más allá de las urgencias, la expectativa también esta puesta en entender cuál será el posicionamiento de un futuro gobierno de Frente de Todos. Cómo será la relación con la Casa Blanca y con Brasil, que tuvieron una sintonía óptima con Mauricio Macri pero que miran a Alberto Fernández con desconfianza, es uno de grandes interrogantes. Pero en términos más generales, la gran pregunta a dilucidar es hasta qué punto volverá una política populista, que plantea básicamente el reparto de bienes en un país empobrecido y que termina espantando inversiones. Los precios de las acciones y bonos argentinos descuentan el regreso de un enfoque de estas características. Pronto se sabrá si están en lo cierto o hay margen para sorpresas positivas.
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