Mourelle, el artífice del caos

Mourelle, el artífice del caos

Por Mariano Suárez

Aquella pelea en vísperas de la temporada 2017/2018 del entonces flamante secretario Hacienda Hernán Mourelle con los organizadores del Torneo de Verano a quien les reclamó que paguen más por el uso del estadio José María Minella fue una gestión exitosa y, al mismo tiempo, la peor presentación del hoy polémico funcionario arroyista. Las tensiones terminaron con una mejora en el contrato para el municipio e inauguraron un largo historial de peleas que generó Mourelle.

Por decisiones de su envalentonado secretario de Hacienda, en estos dos años Arroyo se peleó con los presidentes de Quilmes, Peñarol, Alvarado y Aldosivi; el Sindicato de Trabajadores Municipales, los docentes municipales, la empresa 9 de Julio; docentes universitarios, el Colegio de Martilleros; empresarios del puerto, productores teatrales, fomentistas, dirigentes sociales, productores rurales, las cooperadoras del Materno Infantil y el Higa, funcionarios de carrera, concejales de todos los colores (incluso propio), exintendentes y hasta la propia gobernadora María Eugenia Vidal. ¿Demasiados frentes abiertos para un intendente con un 5% de apoyo popular o demasiados frentes abiertos que terminaron con un intendente con un 5% de apoyo popular? Es imposible mensurar cuánto afectó Mourelle a Arroyo, pero está claro que sus actitudes y decisiones lo debilitaron.

Durante estos meses el secretario de Hacienda resistió críticas de todo tipo. Incluso, una denuncia penal por acoso sexual por parte de una empleada municipal. Nada de eso fue suficiente para que Arroyo lo corriera del cargo, pese a los constantes pedidos. Al contrario: algunos dicen que su poder es tal que el intendente lo consulta especialmente antes de tomar decisiones.

En los últimos actos oficiales, teñidos de campaña, Mourelle se ubica en primera fila al lado del jefe comunal. Y en la recta final del mandato eligió a la nueva subsecretaria de Comunicación del municipio, proveniente de Lanús, el pago chico de Mourelle. Alicia Lungarzo llegó pocas semanas después de la renuncia de Agustín Neme y asumió las relaciones con medios y periodistas, con la venia del secretario de Hacienda.

Otras fuentes municipales revelaron que la compra de 17 camionetas para la puesta en marcha de la “guardia urbana” también fue impulsada por Mourelle, sin que los titulares de las áreas hubiesen pedido un programa en ese sentido.

Por estas horas, Mourelle vuelve a embarcar a Arroyo en una nueva pelea con el Concejo Deliberante, esta vez por las ordenanzas fiscal e impositiva. Pero, como suele suceder, a la mayoría de los actores de la política les cuesta entender la lógica de razonamiento del secretario de Hacienda. “A veces parece que no quisiera aprobarla y que explote todo”, lanzó un concejal. ¿Muchos se sorprenderían?

Mourelle encontró una herramienta de presión a los concejales: el pago del salario de los asesores. Desde hace tres meses, las 254 personas que trabajan con los 24 ediles no cobran sus sueldos al mismo tiempo que el resto de los empleados municipales, como ocurrió históricamente. El secretario de Hacienda se escudó en una reducción del presupuesto del cuerpo legislativo para no girar los fondos. Sin embargo, los informes del contador municipal Guillermo Costanzo confirman que sí hay dinero para el pago salarial. En los meses anteriores, los fondos aparecieron cuando el cuerpo legislativo avanzó con el presupuesto o con la fiscal impositiva.

Este mes llegaron a la misma encrucijada, pero la situación se puso más tensa que nunca. El presidente del Concejo Deliberante Guillermo Sáenz Saralegui no dudó en calificar el accionar de Arroyo y Mourelle como una “extorsión” y los tildó de “mafiosos”.

Las ordenanzas fiscal e impositiva fueron aprobadas en una sesión preparatoria, pero necesitan la aprobación definitiva de los concejales y mayores contribuyentes. La asamblea se haría este viernes y, en medio de la fuerte disputa, habría un acuerdo que permitiría tener los votos necesarios para que la suba de tasas se apruebe. “A nadie le conviene que no salgan porque si no el próximo intendente va a tener que hacer un aumento doble con el nuevo presupuesto”, coinciden tanto en el entorno de Guillermo Montenegro como en el de Fernanda Raverta, los principales aspirantes a la Intendencia.  

Sin embargo, cuando el conflicto parecía destrabado, Arroyo puso un nuevo pero. “Quiere cambiar la lista de mayores contribuyentes, pero es un capricho porque ya hay un acuerdo para que se vote, sin importar esos nombres”, agregó.

Cerca de las 18 los presidentes de los bloques volvieron a reunirse y habrían logrado destrabar la situación: según trascendió, el intendente aceptaría que las ordenanzas que disponen el aumento de tasas se voten con los mayores contribuyentes que designaron los 24 concejales.

Este conflicto es una muestra más de los embrollos que afronta el intendente por las decisiones de Mourelle. Y también fue una gota que estalló el vaso en el arroyismo: las diferencias entre el hijo del intendente Guillermo Arroyo y Mourelle ya son inocultables.

El jefe de la bancada de la Agrupación Atlántica fue uno de los que intentó que este conflicto no escalara. A lo largo de estos cuatro años no se caracterizó por ser un interlocutor eficaz entre el Ejecutivo y el cuerpo legislativo. Y esta vez, no fue la excepción: todos sus intentos por apaciguar las aguas se ahogaron en la nada.

Arroyo se acerca al final de su gestión, recostado en su funcionario más polémico, con su hijo alejado de la mesa de decisiones, enfrentado con muchos de quienes fueron sus aliados y desacreditado por diversos sectores. El desenlace se parece poco y nada a lo que alguna vez imaginó cuando llegó a la Intendencia. Tal vez, en algunos meses, alejado de la gestión, Arroyo se haga una pregunta: ¿sirvieron para algo todas las peleas?

 

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