Menos salideras en bancos, más entraderas a casas

Menos salideras en bancos, más entraderas a casas

Una consultora francesa hizo un relevamiento de la seguridad a nivel regional. Especialistas debaten la influencia de la pobreza en este cambio.

El caso de Carolina Píparo fue uno de los hechos que dieron impulso, en julio de 2010, a una serie de medidas para reforzar la seguridad en los bancos. La víctima, en su noveno mes de gestación, fue baleada en una salidera bancaria en la ciudad de La Plata, lo que provocó lo que en definitiva fue la pérdida de su embarazo. El Congreso Nacional, cinco meses después, aprobó la Ley 26.637 que instó a los bancos a tomar medidas de prevención, como prohibir el uso de celulares y blindar las zonas de las cajas de seguridad, con el fin de combatir esta modalidad delictiva.

Un informe de Velours Groupe –una compañía de origen francés especializada en seguridad– afirmó que, a cuatro años de la aprobación de esa ley, las salideras se redujeron, pero sostuvo que la cantidad total de delitos no bajó. Lo que sucedió es que hubo una mutación hacia otra modalidad delictiva: las entraderas, es decir, el ingreso de los delincuentes a las viviendas en busca de dinero en efectivo, joyas y tecnología de alta gama. El auge de estos delitos contra la propiedad en Argentina –aclara el informe– no es algo aislado. Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo la región latinoamericana es la más insegura del mundo.

PERFIL dialogó con la abogada penalista y titular de la ONG Arde la Ciudad, Florencia Arietto, y con el ex secretario de Seguridad porteño, Diego Gorgal, quienes analizaron las políticas de seguridad, el rol del Estado, las complicidades y los factores sociales e institucionales que hay detrás de estos delitos.

¿Qué vínculo hay entre la disminución de las salideras y el crecimiento de las entraderas? ¿Existe una relación causal entre ambos hechos? ¿Cómo se mueven las bandas que se dedican al delito organizado? Arietto y Gorgal creen que haber puesto el foco en las salideras pudo haber generado que aquellos que realizaban esta modalidad de robo empiecen a buscar alternativas para continuar con sus actividades delictivas. Para el ex secretario de Seguridad, “el delito, por definición, muta y migra de localización conforme a las medidas preventivas que se van tomando”. Por eso, subrayó que las medidas preventivas deben ir acompañadas por “medidas proactivas, basadas en la inteligencia criminal”.

El crecimiento de los delitos contra la propiedad, según Velours Groupe, llegó de la mano de un elemento adicional: un mayor uso de la violencia. El informe dice que a partir de 2010-2011 hay una mayor recurrencia al uso de armas de fuego. ¿Qué sectores de la población son los más afectados por estos delitos violentos? Si bien el estudio dice que las entraderas son transversales a la edad y el estatus social, resalta que las personalidades públicas se ven especialmente amenazadas porque “los criminales prevén que el botín será interesante”. Los robos que sufrieron el locutor Bobby Flores, el actor Diego Reinhold y la vedette Andrea Ghidone en sus hogares son algunos de estos episodios que se dieron durante el año pasado.

Esta mayor tendencia al uso de la violencia, según Gorgal, se debe a un “cambio de racionalidad” en las bandas que delinquen. El ex funcionario porteño enfatizó que quienes se dedican al delito organizado no se preocupan demasiado por evitar la violencia porque “la percepción de ser arrestado, juzgado y condenado por cometer un delito ha bajado estrepitosamente”. Para Arietto, hay drogas que actúan como “desencadenantes de la violencia”, en especial algunas drogas legales: “En la mayoría de los casos, lo que incrementa el nivel de violencia hacia la persona son los cócteles de pastillas ansiolíticas y alcohol”.

¿Hay un perfil definido de quienes cometen los delitos? ¿Existe una relación entre la inseguridad y las carencias materiales? ¿Influye la condición social y económica de la persona que se dedica a robar? Gorgal aclaró que no es lo mismo hablar del “delito amateur” que del “delito semiorganizado de las salideras o entraderas”. A diferencia de quienes vinculan la delincuencia con la pobreza, sostuvo que esa postura “no hace más que criminalizar indirectamente a los pobres” y aseveró que “salvo en el caso de los delitos amateurs, perpetuados por adolescentes y jóvenes marginales, el grueso del problema de seguridad no lo generan los pobres”.

Arietto tampoco cree que los delitos sean consecuencia de la pobreza, pero sí de la desigualdad. Por eso reclamó que el Estado se ocupe de la primera infancia y de la familia nuclear en las villas. Si bien advirtió que todas las personas tienen una “propensión criminógena”, señaló que la misma se puede evitar si se activan los “frenos inhibitorios” que aparecen cuando se vive en hogares proactivos, alejados de la violencia y con acceso a educación de calidad. “El instinto delictual que tenemos todos los seres humanos se puede autocontrolar con una autoestima alta, respeto a la ley y un proyecto de vida y de futuro”, aseguró.

¿Cómo fueron las políticas de seguridad durante la última década? ¿Qué resultados se obtuvieron? ¿Qué dicen los indicadores oficiales? Arietto acusó al Gobierno bonaerense de falsificar las estadísticas de seguridad y manejarse con un “Indec de la criminalidad”. Si bien la Provincia de Buenos Aires dice que hubo 210 homicidios en ocasión de robo durante 2014, la abogada penalista manifestó que habría una “cifra negra” que llegaría a las mil víctimas fatales. Gorgal coincidió: planteó que el Gobierno “se encargó de destruir el precario sistema de información y estadística criminal que existía” y acusó al oficialismo de convertir la discusión sobre la seguridad en un “conflicto de pareceres”.

Arietto, quien fue jefa de Seguridad del Club Atlético Independiente durante la presidencia de Javier Cantero, incluyó como parte del problema el vínculo entre política y barras bravas, a las que definió como “empresas criminales” ligadas a casos de secuestros, homicidios, venta de drogas y entraderas. La abogada penalista afirmó que las barras bravas son “la punta del iceberg de una clase política en descomposición” y resaltó que estos grupos “a través de la corrupción de los funcionarios públicos logran controlar territorios a punta de escopeta”.

El rol de las fuerzas de seguridad es otra de las claves para Arietto: “las policías siguen teniendo un compromiso importante con la administración del delito”. Por eso planteó que para combatir los delitos es imprescindible que haya cambios profundos en la institución policial: “Mientras haya policías que adulteren pruebas, permitan fugas de presos, armen causas y protejan narcos, nunca vamos a poder tener seguridad”

 

 

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