La “interna” PJ levanta temperatura, ¿y suspende la polarización?

La “interna” PJ levanta temperatura, ¿y suspende la polarización?

Caserio acusó a Schiaretti de ensuciar la campaña con actitudes “pendencieras y antidemocráticas” tras ver vandalizada la cartelería del FdT en Punilla. La tensión entre las dos facciones del PJ crece. Las rencillas de JpC también suspenden la polarización. El Centro Cívico, primer beneficiado.

La dirigencia de Hacemos por Córdoba luce, desde hace semanas, más optimista de lo que cabría esperar en una campaña previa a elecciones de medio término, una instancia siempre complicada para el peronismo “cordobesista”. Repiten que ésta vez, además de ver a la militancia activa, los números que reciben de las encuestas son esperanzadores.

Nada extraordinario hasta allí. El optimismo es un elemento indispensable para abordar cualquier empresa. Lo que sí sorprende es que, en estricto off the record, muchos dirigentes de la oposición admitan lo mismo.

Antes de que la vida pública entrara en clima electoral, todos los pronósticos apuntaban a que el oficialismo provincial sufriría en una elección legislativa en la que carecería de referencia nacional (a tal punto que buscaría fabricársela dando vuelo a una hipotética proyección nacional del gobernador) los efectos de la polarización entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, que terminarían devorando las posturas medias del electorado, dejando a la fuerza que gobierna la provincia hace más de dos décadas sin mucho más que el voto de sus estructuras. Pero en el medio pasaron cosas.

Juntos por el Cambio inscribió cuatro listas, y las dos que agrupan a sus dirigentes con mayor intención de voto terminaron entrecruzándose a horas de que venciera el plazo. Lejos de los buenos modales que la UCR pretendía guardar, Luis Juez hizo volar por los aires cualquier atisbo de diplomacia atacando a propios y extraños, y la intervención de dirigentes nacionales de la oposición no sirvió sino para rociar con nafta el fuego.

El adversario de Juntos por el Cambio dejó, por extensos pasajes de lo que va de este primer tramo de la campaña, de estar afuera, condición primera para que exista polarización.

Pero eso fue apenas el principio. Hacen falta dos para bailar el tango, y el Frente de Todos sí estaba dispuesto a seguir construyendo una campaña por oposición a la gestión cambiemita. En fin, para prologar durante la campaña la dinámica que domina por igual la política y la sobremesa de cualquier café. Pero en el Frente de Todos también pasaron cosas.

A nivel nacional se sucedieron una serie de errores no forzados que complicaron de sobremanera el escenario para la Casa Rosada. Primero, con el escándalo que desataron, a su turno, la foto del presidente posando -en vigencia de las restricciones- en el cumpleaños de la primera dama, después marchas y contramarchas para explicar el asunto, y finalmente -cuando el tema empezaba a salir de agenda- la difusión de los videos de la velada. Y después la encendida defensa que el mandatario hizo del rol de una maestra que increpó a un alumno que cuestionaba al Gobierno.

Repárese en un detalle. Ninguno de los dos episodios versa sobre cuestiones que aludan estrictamente a la política, la economía, o las propuestas de campaña. Lejos de ello, el cuestionamiento es moral. No desmonta el voto duro del kirchnerismo, sino el voto blando que, en 2019, el entonces candidato Alberto Fernández buscaba seducir. Hoy tan difícil parece que pueda hacerlo que se abstiene de visitar la provincia, y algún candidato del FdT hasta reniega de tener que compartir afiches con él.

El Frente de Todos, que en Córdoba esperaba traccionar su boleta con la imagen del mandatario, no puede hacerlo. Y en un clima tan adverso como el cordobés busca llevar la pelea hacia adentro del propio peronismo.

Ayer el senador nacional Carlos Caserio denunció que, en Punilla, “bandas de facinerosos contratadas por el gobernador de Córdoba” habían tapado los afiches del Frente de Todos con pegatinas de los candidatos del Centro Cívico.

La acusación -que puede o no ser cierta- es un tanto sorprendente. Es, por ejemplo, la misma que en tiempos de campaña los distintos partidos de la izquierda suelen hacerse entre sí, o la que se lleva a conocimiento de un director de secundaria en la disputa por un centro de estudiantes. Nadie duda de que se trata de una conducta reprochable. Pero…

Por lo demás, Hacemos por Córdoba, que sigue exprimiendo el discurso cordobesista y una falta de federalismo que es tan cierta hoy como lo era hace un siglo con la esperanza de no caer por completo en las fuerzas centrífugas de la polarización, debe haberse encontrado encantada con un ataque directo del Frente de Todos. ¿Qué mejor, en Córdoba, que ser denostado por el oficialismo nacional?

 

Por Felipe Osman

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