Inflación: fueron los mercados, no la guerra

Inflación: fueron los mercados, no la guerra

La guerra en Ucrania parece ser la excusa de todos los economistas. ¿Pero cuánto tiene de verdadera y de falsa esa teoría? ¿Fue la escasez real o la especulación?

Por Ernesto Hadida.

El miércoles se conocerá la inflación de agosto para 2022 y consultoras esperan esté en torno del 6,8%, pero el precio de los alimentos superaría por mucho esta cifra. Más allá de las explicaciones locales, el precio de la comida -y la energía- en el mundo es un problema para todas las naciones y todos los gobiernos. La guerra en Ucrania parece ser la excusa de todos los economistas. ¿Pero cuánto tiene de verdadera y de falsa esa teoría? ¿Fue la escasez real o la especulación en el precio de las materias primas en los últimos treinta años lo que nos trajo hasta acá?

El economista inglés Michael Roberts afirma que, con los precios de los alimentos, los más altos en 70 años, y con la suba de la energía, la humanidad se encamina a una gran recesión que hará que el mundo viva una gigantesca y renovada etapa de escasez. Roberts se centra en el libro de Rupert Russell “Guerra de precios: cómo los mercados de materias primas crearon nuestro mundo caótico”. Russell señala en ese libro que el precio de los alimentos no es un precio más: es decisivo para la historia de la humanidad. 

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Russell afirma que, actualmente, el índice mundial de precios de los alimentos se encuentra en su nivel más alto jamás registrado. Por ahora, los aumentos afectan más a las personas que viven en el Medio Oriente y África del Norte, una región que importa más trigo que cualquier otra, siendo Egipto el mayor importador del mundo. 

La razón es simple: el precio de estas importaciones lo fijan las bolsas internacionales de productos básicos de Chicago, Atlanta y Londres. Incluso con los subsidios del gobierno, las personas en Egipto, Túnez, Siria, Argelia y Marruecos gastan entre el 35 y el 55 por ciento de sus ingresos en alimentos. “Viven al límite: pequeños aumentos de precios provocan pobreza y hambre” afirma Russell. En Latinoamérica, la situación es similar.

El precio del pan

El autor nos recuerda que los cereales fueron fundamentales para casi todas las etapas de la Primera Guerra Mundial. Temiendo la amenaza a sus exportaciones de grano, la Rusia imperial ayudó a provocar ese conflicto global. Russell recuerda en su libro que a medida que avanzaba la primera guerra mundial, los países más poderosos del mundo empezaban a sufrir también la escasez y la suba de precios.

Por caso Alemania también sufría de escasez de pan barato y buscaba apoderarse de la abundante cosecha de Rusia. “Paz, tierra y pan” era el eslogan bolchevique, y el éxito tuvo mucho que ver con el pan y el control de las nuevas rutas de cereales dentro de Rusia. Ahora, la invasión rusa de Ucrania pone en peligro la cosecha de estos dos principales exportadores de cereales.

Cien años después la historia vuelve a repetirse y el desastre es tal que el Reino Unido congela sus tarifas de luz y gas. Francia y España le pusieron precios máximos a los alimentos y en Alemania e Italia los manifestantes salen a la calle para protestar por la inflación. Pero la catástrofe no es para todos por igual: la OCDE señala que en los seis mayores países europeos el impacto de las subas de los precios para el 20 % de la población con menos ingresos fue alrededor de un 50 % superior que para el 20 % más rico. 

Acaso por eso es que la guerra cada vez explica menos la inflación global y local. Cinco países producen el 78% de las exportaciones de cereales. Rusia y Ucrania, controlan el 30% de las exportaciones de trigo. Lo demás, afirman muchos, es especulación. 

Entre  1984 a 2004, los precios de las materias primas no se alteraron gravemente a pesar de la caída de la Unión Soviética, la crisis de los Tigres Asiáticos y las dos guerras en Irak

De hecho, varios informes en Wall Street señalan que la guerra en Ucrania estuvo sobreestimada y que la escasez no habría impactado tanto en las cotizaciones como se suponía. El acuerdo entre Rusia y Ucrania para liberar las exportaciones de trigo a fines de julio terminaron por retrotraer los precios del trigo a niveles anteriores al conflicto. Con el petróleo pasó lo mismo, y el 4 de agosto el barril costaba lo mismo que antes de la  guerra. 

Pero ni los precios de la energía ni los de la comida bajaron.

La especulación con commodities expulsó a 71 millones de pobres a la indigencia en menos de 6 meses. 

Lo cierto es que muchos economistas creen que la crisis inflacionaria de 2022 se parece más a la La “crisis alimentaria global” de 2008 (cuando el mundo produce alimentos como nunca antes en su historia), cuando los altos precios empujaron a 155 millones de personas al hambre y desencadenaron disturbios en cuarenta y ocho países, no fue impulsada por los “fundamentals” de las economías sino por una especulación de los grandes fondos de inversión y los bancos. Así al menos lo creen los especialistas de la ONU y también los de los grandes fondos de inversión como Goldman Sachs, que señaló en un reciente informe que “sin lugar a dudas, el aumento del flujo de fondos hacia las materias primas ha impulsado los precios”.

La realidad es que ni las guerras ni los colapsos geopolíticos producen de por sí aumentos de precios de las materias primas. Por caso, durante 20 años, entre  1984 a 2004, los precios de las materias primas no se alteraron gravemente a pesar de la caída de la Unión Soviética, la crisis de los Tigres Asiáticos y las dos guerras en Irak, que no hicieron subir los precios del petróleo como durante el último año. 

Uno de los hombres más ricos del mundo y gurú de las finanzas, Warren Buffet, suele decir que “hay una guerra de clases y la esta ganando mi clase, los ricos”. Una verdad que miles de millones de personas ya conocen desde el momento del desayuno.

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