Grieta en Juntos por el Cambio por el diálogo con el Gobierno

Grieta en Juntos por el Cambio por el diálogo con el Gobierno

Larreta pide terminar con la grieta y generar consensos pero con la mira puesta en el 2023. En la mesa nacional adelantan que bloquearán cualquier acercamiento, al menos por ahora, con el Frente de Todos y aseguran que el diálogo sólo se permitirá en el Congreso, no en otros ámbitos institucionales.

El pacto de paz interna entre halcones y palomas podría llegar a su fin con la convocatoria del Gobierno a una mesa de diálogo para establecer diez políticas de Estado vinculadas al desarrollo del país. Molestos porque el mensaje fue mediático y no por las vías personales de contacto, en Juntos por el Cambio saben que no habrá reuniones en campaña pero ya analizan qué hacer después del 14 de noviembre. La oposición está dispuesta a debatir y buscar consensos en el único espacio institucional que ocupan, el Congreso, pero no en ámbitos de los que no forman parte. Sin embargo, Horacio Rodríguez Larreta asistiría a un encuentro con el oficialismo si lo pidiera el Presidente de la Nación y, nuevamente, volvería a quedar como "tibio" frente a los ojos de los duros, de aquellos que ven en Patricia Bullrich una proyección nacional. La interna entre ambos ya empezó, todavía sin fuegos artificiales pero con dos perfiles marcados.

En principio, para existir una convocatoria de diálogo, entienden en las filas cambiemitas, primero debería haber un ordenamiento de ideas dentro del Frente de Todos, un acuerdo en el oficialismo para proponer un plan de acción. Así, primero el Gobierno tendría que alinear ideas para presentar una ruta y, recién luego, buscar consensos. Como nadie se reunirá con nadie antes de las elecciones, todavía no le encontraron sentido a analizar una convocatoria que ya fue comunicada por Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados.

Descreídos de la palabra del Gobierno, en la oposición no bajan las banderas del diálogo. Aseguran que siempre estuvieron dispuestos a ayudar, que incluso se pusieron a disposición durante la cuarentena pero que nunca recibieron una respuesta del Gobierno. Así, además de ver como casi utópico un acuerdo dentro del oficialismo, entienden que el Frente de Todos abrió las puertas del diálogo sólo porque no habrá mayorías claras en el Congreso y viene una etapa de consensos obligados.

En ese camino, un sector tiene algo en claro. El único intento de diálogo tendrá lugar en el Congreso. No están dispuestos a una mesa de diálogo ni participación en ámbitos que no integran. Con la experiencia del bloqueo al tratamiento de la ley de etiquetado frontal o reforma laboral, dicen estar a favor de discutir y acordar puntos en algunos ítem generales básicos que sirvan para mejorar la situación actual del país y aliviar la futura.

Así, se podría presentar una primera fractura en la oposición, entre halcones y palomas, entre quienes tienen responsabilidad de gestión y quienes la tienen a nivel partidario. Ganadas las elecciones, el larretismo está dispuesto a una reunión con el Gobierno si Alberto Fernández la convocara. Se juntaron muchas veces y es algo que remarcan cerca del jefe de Gobierno pero que también critican los duros. Los seguidores de Cambiemos, de Bullrich en particular, piden frenar con los "tibios", en relación a Larreta, y bregan por una ex ministra de Seguridad candidata en 2023. Esa interna ya comenzó.

De este modo, en caso de existir y aceptar la convocatoria, el jefe de Gobierno podría reeditar la pelea 2020 cuando, dentro del PRO, lo miraron con malos ojos por sus encuentros con el Presidente y la falta de confrontación. Pero la segunda fractura podría ser más fuerte. La semana pasada, Larreta pidió terminar con la grieta y buscar consensos del 70% para proyectar políticas de largo plazo en base a acuerdos irrompibles.

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Ese consenso, en realidad, no está planteado para hoy. El mandatario porteño con aspiraciones presidenciales lanzó la idea como un diagnóstico para el próximo gobierno, sea del signo político que sea, dicen unos, o de Cambiemos, dicen otros. Sin embargo, algunas luces de alarma ya se prendieron y cerca de un importante dirigente opositor aseguran que bloquearán cualquier intento de acuerdo actual. Con responsabilidad de gestión, Larreta tal vez no tiene la muñeca para eludir mesas de diálogo pero los que mandan, a fin de cuentas, son los dirigentes de los partidos, la mesa nacional que bajará el pulgar ante un intento de acercamiento.

Desde el larretismo diferencian el consenso pedido por el jefe de Gobierno del "supuesto" llamado al diálogo del oficialismo. Todavía, dicen, el Gobierno no convocó, sólo lo comunicó en los medios, y los gobernadores opositores fueron a cada encuentro previo solicitado por Presidencia. Hoy, después de varios cafés, miran a la Casa Rosada con escepticismo, aseguran que hablan de consenso pero después les sacan coparticipación y les cierran las escuelas por la pandemia, por lo que es difícil creerle.

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