Gerardo Zamora: "No quisiera estar en los pantalones de Alberto Fernández"

Gerardo Zamora:

Por: Jorge Fontevecchia. Es uno de los hombres del poder en Argentina. En la provincia que gobierna, la fórmula Fernández-Fernández ganó con un 75%. Y también fue el primer territorio en el que en una de sus localidades se declaró la cuarentena total. Reaccionó rápido ante la crisis de salud, quizás porque la pobreza estructural podría hacer que todo fuera peor. Ahora, le recomienda al gobierno tomar medidas drásticas.

—Antes del coronavirus, a comienzo de año, se acercó a Cristina Kirchner para anunciarle que veía que la economía no arrancaba.

—No es cierto.

—¿Y veía que la economía no arrancaba a principio de año? 

—No veo eso. Pero sí veo un esfuerzo importante del Presidente por el arranque después del desastre del que venimos. Padecimos las consecuencias estos cuatro años. Estamos en un país que va a sufrir muchísimo el endeudamiento: una fuerte parálisis, una destrucción de la economía. La historia va a recordar durante mucho tiempo el daño producido.

—¿El efecto del coronavirus le agrega dificultad a la situación?

—Es muy preocupante. Uno ve a Italia y a España devastadas.

 

—Son países que no tienen un 40% de pobreza o inflación.

—Uno ve que está quien muere y quien no. Es imposible que el sistema de salud pueda atender a dos los casos al desmadrarse la epidemia. Es terrible. Y difícil de imaginar, si a eso se suman las consecuencias económicas. Nosotros ya lo estamos sufriendo. Un ejemplo es la caída de la Bolsa.

—¿Cómo se da en el marco específico de su provincia?

—Digamos que estamos en el marco general. 

—Usted tuvo una actitud muy rigurosa respecto a la contención del coronavirus. Cerró prácticamente una ciudad, Selva, por un contagio que llegó desde Córdoba. 

—Aplicamos el protocolo. Hasta el momento en que hacemos la entrevista no tenemos ningún caso de coronavirus pero tenemos ese sospechoso que usted acaba de mencionar. Esto es minuto a minuto, pero lo que le puedo contar es que hasta el lunes había 64 familias que estábamos controlando. Lamentablemente hay gente, como vimos en los medios con el caso de Miguel Angel Paz, el preparador físico de Vicente López. Si no hubiera estado el video, no hubiéramos tomado magnitud de la falta de respeto por la vida de los demás. Controlábamos a la gente que vino del exterior, porque el virus es importado. Como en cualquier otro lugar del país, tenemos gente que viaja y que llegó en estos días. Por eso, controlamos sus domicilios.

"No se puede manejar una pandemia simplemente dándole consejos a la gente."

—Usted tuvo una actitud más severa que el resto de los gobernadores. Incluso Alberto Fernández lo resaltó.

—No se puede manejar una pandemia aconsejando a la gente que cumpla. Quienes no cumplen deben sufrir los rigores de la ley. De acuerdo al artículo 205 del Código Penal, se detuvo a dos personas, que todavía están presas. Una fue liberada del sistema de salud porque estuvo en sala de aislamiento y ya cumplió los 15 días de cuarentena: es un hombre de Buenos Aires que había venido de España.

—¿Ese era el joven de 19 años?

—No. Es un hombre de sesenta y pico de años, ingeniero, según creo. Vino de España, rompió o nunca hizo el protocolo, ni siquiera aquí en Buenos Aires. Fue a Santiago y no lo teníamos dentro del registro de migraciones. Nosotros tenemos un registro permanente de migraciones de los santiagueños. Pero él no estaba. Estaba en el general, no en el de los santiagueños. Tenemos un número especial para avisar a la policía de estos casos. Así le llegó a la policía de un departamento que se llama Pellegrini. La fuerza lo rastreó, porque ya se había dirigido a Santiago del Estero. Lo ubicó vía telefónica y reconoció que estaba en un hotel. Se le pidió que por favor no se moviera de la habitación porque se le iban a hacer los controles y que era preciso que estuviese en cuarentena. Luego, durante más de 24 horas, cada vez que lo iban a buscar no estaba en su habitación. Por eso lo esperaron y lo detuvieron. Otro joven también violó la cuarentena y fue detenido.

—¿El joven de 19 años de La Banda?

—Sí. Salió a hacer trámites y lo detuvieron.

—¿El joven que había viajado?

—Había viajado a Estados Unidos. También encontramos a un joven que había estado dos días antes en Córdoba, Es el caso de Selva, ese joven se presentó en el sistema de salud. Sus propios compañeros denunciaron que había reconocido en un asado de bienvenida que se había encontrado con una novia en Córdoba, que esa novia había venido de España y que tenía problemas o estaba en cuarentena. Inmediatamente disparamos una alarma. Por eso, hoy tenemos aisladas a 25 familias en Selva, personas que habían estado en contacto con él. También una familia en Pinto, cuatro familias en Bandera, que también estuvieron esa noche. Además, pusimos en cuarentena a todo el pueblo. Nadie entra, nadie sale. La gente pide permiso a la policía para salir de la casa: para ir a buscar algo, para comprar, por ejemplo.

"Ojalá no se llegue a la paralisis total de la economía. Esta situación es más grave que la de 2002."

—Hay una cámara que monitorea toda la ciudad. 

—Y hay despliegue policial. Le aclaro que la gente lo respeta. Está tranquila en su casa. Es lo que estamos haciendo. Es el único caso sospechoso, se hizo el hisopado, creemos que podría llegar a dar positivo, pero ya encendimos todas las alertas. Este virus lamentablemente puede propagarse porque la gente que vino del exterior no cumplió cuarentena. Así de simple. Y eso no se puede permitir. El Presidente lo mencionó. Creo que hay que actuar con más rigurosidad. 

—¿Existe otro caso como el de Selva en la Argentina? ¿Una localidad completa que esté en cuarentena?

—Por ahora, por suerte, no.

—Pero no porque usted actuó de una manera más estricta. ¿Tomó el ejemplo de China?

—No quiero comparar a China con Santiago del Estero. China no es un país que tenga muchas garantías constitucionales. Pero creo que vamos hacia una situación imposible, si esto continúa así. Lo que se ve en la televisión asombra. Le aclaro que la gente más humilde está muy asustada y está cumpliendo. Es la gente de cierto nivel que se toma reservas: quiere ir de vacaciones; les dan la liberación de su trabajo, buscan salir de la casa. Es ahí donde cabe tomar otro tipo de medidas. Hay una falta de conciencia muy fuerte. Estamos a tiempo. El Presidente toma medidas muy importantes todos los días. De todas maneras, los números van subiendo: más casos, más muertes. No estamos como en Italia, pero tampoco estamos en invierno y esto es una pandemia. Me preocupa. Y también la economía. porque va de la mano. Hay que tomar todas las medidas lo más rápido posible, tal como se hace en estos días desde el gobierno nacional. Y que las provincias vayamos acatando, que la ciudadanía acate y que esto no sea en cuotas. Si hay que sufrir un costo económico, que sea limitado en el tiempo, aunque resulte muy profundo. Más si se extiende mucho más, si se convierte en una epidemia con casos nativos.

 

—Usted habló de China. Si la crisis adquiere otro cariz, ¿habrá que pensar en un estado de sitio?

—Un estado de sitio elimina o suspende garantías constitucionales, porque un fiscal no puede andar perdiendo el tiempo con energúmenos como el de Vicente López. En el acto debería haber estado en una celda de aislamiento. Tenemos policías custodiándolo, que deberían estar para otra cosa. Un tipo como ese lamentablemente tendrá sus derechos. Pero en el caso de que se declarase una situación más grave, hay que actuar con la ley, pero con mucha más rigurosidad.

"La historia va a analizar a durante mucho tiempo el daño producido por Mauricio Macri"

—En Selva hubo un caso sospechoso y usted aisló a toda la comunidad.

—Hay 3 mil personas aisladas. No pueden salir de Selva y únicamente puede entrar aquel que es de Selva y queda ahí. No puede volver a salir.

—¿Habla con otros gobernadores que pasan por situaciones similares?

—Ushuaia tomó medidas así.

—Respecto a los barcos.

—No. Parecería que está en cuarentena toda Tierra del Fuego. Creo que Ceres, en Santa Fe, está en cuarentena también. Está a 20 kilómetros de Selva. Selva es la primera ciudad de Santiago del Estero, por la Ruta 34, al sur la provincia. Ceres es la última ciudad, a menos de 20 kilómetros, del norte santafesino por la misma ruta. Un pequeño detalle, que no es tan detalle, es que la chica en Córdoba viola la cuarentena, se cierra una facultad por su culpa. Creo que infectó al padre, a la madre. Estuvo en contacto con mucha gente, incluido este chico de Santiago, con el cual aparentemente tenía una relación muy estrecha. Estuvo en Córdoba y regresó a Selva pero con gente de Ceres, ella es de allí. 

—Del pueblo vecino.

—Y el gobernador Omar Perotti tomó una medida similar a la nuestra. En todas las provincias se toman medidas. También es importante que las provincias acaten las medidas del gobierno nacional. El Presidente se puso al frente de todo esto y fija las pautas. Y no hay antecedentes de casos como este. Siempre es fácil opinar con el diario del lunes.

—¿Cuál es el pensamiento mayoritario entre sus colegas? 

—Todos están preocupados, todos actúan. Le diría que casi no hay tiempo de opinar mucho, porque lo que decimos ahora puede cambiar, porque lo que opinamos en este momento quizá cambie por circunstancias, por nuevos casos, por nuevas situaciones no previstas. Al mismo tiempo nos equipamos. Tenemos 105 respiradores, de los que se usan para neumonías, entre sistema público y privado. Junto a la obra social de la provincia, el PAMI y el Ministerio de Salud, se han ido a buscar más lugares de aislamiento. Si el panorama se complejiza, estamos tratando de duplicar los respiradores oficiales. No queremos que ocurra como en Italia: demasiados casos con neumonía y pocos respiradores. Estamos trabajando en la prevención, pero también nos preparamos para lo que pueda suceder más adelante, cuando baje la temperatura y este virus circule más rápidamente. Lo que estamos viviendo es mucho más preocupante de lo que pensábamos. La parte positiva es que estamos viendo lo que sucede en Europa, y en el mismo Estados Unidos, y nos sirve de referencia.

—¿Qué temperatura hace en invierno en la capital de su provincia? 

—Tenemos una temperatura en invierno bastante agradable. Puede estar en los 25 grados cuando hay sol. Pero cuando no hay sol, hay días de frío con sensación térmica bajo cero, como en cualquier otro lugar del país. En la Argentina, el invierno afecta a todas las provincias.

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El de su provincia es un caso paradigmático. Usted reaccionó con más celeridad que otros gobernadores. Al mismo tiempo, cuenta con una temperatura más benigna. Y tiene problemas de dengue en una proporción significativa.

—Trabajábamos muy fuertemente en eso. Hoy parecería que pasa a segundo plano pero tenemos muchos más casos de dengue que de coronavirus.

—¿Pasaron los cien casos? 

—No. Creo que llegamos a 41 casos, que siguen bajando porque trabajamos intensamente en el tema. No tuvimos ningún deceso. Son casos detectados prácticamente en un solo lugar. Además, se lograron aislar.

—En CABA ya casi son 400 los afectados.

—No nos olvidemos la cantidad de habitantes de Buenos Aires. Quizás el porcentaje de afectados sea similar.

—El año pasado, la cantidad fue muchísimo menor. Mientras que en Santiago del Estero, por lo que usted cuenta, está bajando...

—Sí. Baja. El año pasado, que no había Ministerio de Salud, las políticas del gobierno nacional fueron terribles. No había vacunas, no se le dio importancia a la salud. Y esto ocurre cuando el neoliberalismo gobierna. Ahora los líderes europeos, incluso un hombre de derecha como el propio Emmanuel Macron en Francia, reconocen que en las cuestiones esenciales, como la salud, el Estado nunca más debe ausentarse. No se puede privatizar eso. No se puede dejar el tema librado a la oferta en el mercado. Es esencial contar con un sistema de salud activo y políticas preventivas que en estos cuatro años se dejaron de lado.

—¿Puede ser también que anteriormente faltaran registros? La mayoría de los casos de dengue están registrados en la ciudad capital y en La Banda.

—En un barrio de La Banda. Y uno de la capital y en Monte Quemado, pero fueron casos importados. Los detectamos rápidamente. Era una persona que había venido de Bolivia, un camionero. Otro fue un camionero detenido en Suncho Corral, que venía de Salta. Los casos autóctonos se registraron casi todos en un barrio de La Banda. Y sucedió porque había gente que se venía relajando. Cuando el dengue estaba en su máxima expresión, hace unos años, fue muy fuerte la tarea de concientización. Luego, quizá, la gente se relajó. Y en un barrio que la gente deja desde el agua del florero, una chapa con agua, se produjo un contagio, pero se trabajó fuertemente. El año pasado no habíamos tenido casos de dengue. Y este año los tuvimos. Por eso es preocupante. Estamos esperando que empiece la campaña de vacunación. En el caso de la vacunación, en Santiago del Estero hemos tenido porcentajes elevados y conciencia elevada, pese a lo terrible que fue el año pasado la falta de vacunas.

 

—¿Vacunas para el sarampión?

—Para el sarampión. Pero también para la gripe, la de la gripe A. Vamos hacia el invierno con el problema de la gripe, y aparte tenemos el coronavirus, la cuestión se multiplica. Tenemos gente que puede estar en una situación delicada porque sufrió otras enfermedades. Personas con mucho más riesgo, aunque no sean de edad.

"El país estaba tirado en el piso y encima nos sucede lo del coronavirus"

¿Que en su provincia la pobreza sea proporcionalmente más relevante contribuyó a una respuesta más rápida frente al coronavirus? 

—Tenemos un Estado muy activo. Hay un trabajo de política pública muy fuerte que se viene realizando desde hace varios años. Es cierto que nuestra provincia es estructuralmente pobre, porque tiene baja capacidad industrial. No tenemos regalías petroleras ni la industria que deriva de esto. Tenemos dificultades estructurales desde hace muchos años pero hemos avanzado mucho. Cuando asumí, hace 15 años, el problema más importante era el Chagas, si analizamos la cuestión sanitaria y social. El Chagas nos permitió a nosotros generar un trabajo de georreferenciamiento. Georreferenciamos ranchos en la provincia en los 27 departamentos. Hoy llevamos construidas 20 mil viviendas gratis y hemos volteado esos ranchos. Todavía falta, pero hemos volteado ya 20 mil ranchos. Además, la Organización Mundial de la Salud, hace dos años, nos liberó cinco departamentos del vector del Chagas. Hemos avanzado muchísimo. Eso no se hace solamente fumigando y construyendo casas. Se precisa llevar caminos, agua, energía. Contar con más seguridad, más salud. Esa es la gran inversión en Santiago del Estero. Somos una provincia equilibrada financieramente. Lo hicimos sin generar empleomanía. Tengo los 58 mil sueldos que había en 2005, cuando asumí. Esto incluye el sueldo del gobernador, pasando por los tres poderes del Estado, hasta el último contrato de locación de servicio. Estos últimos son unos 2.800 contratos.

—¿Cuál es el total de sueldos que se paga en su provincia?

—El gobierno provincial paga 58.600 sueldos. Y tenemos unas 900 mil y pico de personas.

—¿Cuántas personas activas? 

—Debemos estar en un millón de habitantes porque el último censo fue hace diez años. Incluso, estuvo bastante mal hecho, porque ocurrieron cosas de público conocimiento. Hubo algunos claroscuros en todo el país en ese censo, pero tomemos que sean 900 mil y pico de personas. Se calcula cerca de 700 mil personas o 650 mil personas en capacidad activa, me refiero a no jubilados y no niños. Y nosotros tenemos 58.600 sueldos. Que es lo mismo que teníamos hace 15 años.

—¿En Santiago del Estero, la tasa de desempleo es más baja que en el resto del país?

—La hemos bajado. En el norte la hemos bajado, porque creció la actividad económica. Y pese a que estos años fueron muy malos: se perdieron más de 1.200 puestos de trabajo registrados en el comercio y más de mil en la industria. Se perdieron sueldos, fuentes de trabajo. A principios del año 2000, Santiago del Estero tenía una economía dependiente, que se representaba en el mercado laboral con un 25% del sector privado y un 75% dependiente del público. Llegamos al 60% del sector privado, aunque ahora hemos bajado nuevamente un poco...

"Tengo muy buena relación con ambos, tanto con Alberto Fernández como con Cristina Kirchner"

Un 60% del sector público.

—Mis datos son una proporción un poco menor; un poco menos del 55%. Evitamos, como le decía, la empleomanía pública. Somos muy cuidadosos en ese sentido. Alguien debe morir, ser exonerado o jubilarse para que se nombre a alguien nuevo que ocupe su lugar.

—¿Cómo imagina que va a estar la economía argentina en estos sesenta días? 

—No sabemos cómo va a estar la economía mundial. Y es más difícil de imaginar la economía de Argentina, que en el momento que charlamos ronda los 3.500 puntos de riesgo país. No estamos frente a un problema posible de meditar únicamente desde desde el punto de vista argentino. No sabemos qué va a pasar en el mundo y lo que pasa en el mundo nos afecta doblemente. Ahora, a medida que se toman decisiones fuertes y rigurosas para detener el movimiento de la gente, y por lo tanto el contagio del virus, el impedimento de circular, empieza a pararse la economía. Así, lo que viene son problemas propios en la economía. Esto también debe sumarse al análisis.

—Si bien existe la expectativa de que en el hemisferio norte se frene la crisis del coronavirus, nadie está pensando en cambios determinantes en los próximos sesenta días.

—Es probable que la situación argentina persista en los próximos meses, porque estaremos en pleno invierno.

—¿Qué pasará, por tanto, con la economía?

—Es muy difícil preverlo. El Presidente necestia tomar medidas que resulten iluminadoras. Porque el país estaba tirado en el suelo y luego nos ocurre esto. La verdad, no quisiera estar en sus pantalones. Porque este país es presidencialista. Algo similar ocurre en mi provincia: todo lo que ocurre o bien es culpa del intendente o del bien del gobernador. En el país todo lo que ocurre es culpa del Presidente. No sé si esto es bueno o malo, pero está en el ADN de la Argentina. Estamos esperanzados en que el Presidente pueda llevar adelante esto. Es una persona capaz, muy honesta, no solamente en los términos de la palabra, sino también de su aspecto intelectual.

—¿Usted compara la situación con la de 2002?

—Esto es más grave que en 2002. Llegamos a la crisis de 2001 con un país que tuvo un modelo económico recesivo. Toda la gente estaba planchada. Había desaparecido la clase media. Pero el país no tenía la deuda actual. Estaba fuera del mundo por el default. Pero la soja superaba los 600 dólares. Era otro contexto, había otras condiciones. La condición en que han dejado el país es mucho más grave. Y no estoy hablando del coronavirus. Imagine cuánto peor es con ese aditamento.

 

—¿Qué medidas de contención habrá dentro de sesenta días?

—Es algo que deberá analizar el Presidente con el equipo económico. En los últimos días tomé varias medidas que afectan al sector privado: bingos, casinos, sectores de fiesta, restaurantes. Medidas que implican reducción de la actividad comercial, que reducen la actividad de bares y restaurantes a la mínima expresión. ¿Qué sucederá entonces? Habrá gente que tendrá problemas, que tiene que pagar sueldos, que va a dejar de vender. Sería bueno que solo sea por 15 días. El problema es si esto se extiende sin tiempo. Y si hacen medidas sin profundidad. Por eso digo que es mejor que sean lo más profundas posible. Quizá no se tomaron las más graves aún. Y ojalá que no se llegue a una parálisis total de la economía, que es lo que hacemos en Selva, una población de 3 mil habitantes. Ahí no se hace nada. Imagínese si tenemos que llegar a esa situación en todo el país. El impacto económico que se produciría en el día a día sería tremendo. El Estado deberá subsidiar esta situación. Cuando Donald Trump, que primero comete el error de subestimar el caso (al igual que Jair Bolsonaro), anuncia las medidas y esas medidas traían las consecuencias económicas de las que estamos hablando, anunció un subsidio generalizado para sostener la economía de 200 mil millones de dólares. Desde ese momento no dejaron de caer las Bolsas en el mundo.

—¿Sucedió a pesar de eso o por culpa de ese anuncio?

—Así funciona el capitalismo en el mundo. Cuando un país tiene que gastar dinero para subsidiar a las empresas, sobre todo cuando esas empresas son norteamericanas, que son las que tienen más fuerza e influencia en el mundo, se empieza a pensar que esas compañías comiezan a perder su valor. Y eso sucede cuando un país como Estados Unidos se da el lujo de decir que va a subsidiar con 200 mil millones de dólares. Estados Unidos se da el lujo de hacerlo, mientras que es algo que no está ni mínimamente al alcance de nuestro país y de muchos países como el nuestro. Ante el impacto económico se requiere gran solidaridad social, gran conciencia colectiva y un rumbo determinado que los argentinos tenemos que acatar. Pero en el marco de todo esto yo quiero ser un poco optimista, porque todas estas cosas se pueden sortear todavía porque a la Argentina lo que le está faltando es un poco de conciencia de la gente. Nada más. Si toda la gente que volvió del exterior, hubiera cumplido; si esa mujer que estaba en Córdoba no hubiera infectado a tantas personas por romper la cuarentena, como también pasó en Chaco, en Santa Fe, y está ocurriendo en Buenos Aires, no tendríamos casos por contacto estrecho. Y evitaríamos que el virus circulara de manera nativa.

"Me preocupa la pandemia. Pero también me preocupa la economía"

¿Cómo prepararse entonces para el invierno cuando no hay recursos?

—Estamos haciendo todo lo que le acabo de contar.

—¿Usted va a poder pagar los sueldos?

—Sí.

—¿Aun si baja la recaudación?

—Los voy a pagar. La recaudación ya está bajando, ya venía bajando en los meses anteriores. No hablo como el gobierno anterior, que decía que venía subiendo, pero no tomaba los índices de inflación.

—En términos reales viene bajando.

—La recaudación viene bajando. Y cuando se paralizan actividades, como las que yo acabo de paralizar, baja la recaudación propia. Algo que seguramente va a suceder en todo el país. Lo estamos viendo día a día. Los gobernadores vemos la actividad día a día. Son problemas que tenemos previstos, porque tenemos una provincia equilibrada. Tenemos reservas y posibilidades de modificar partidas presupuestarias. Algo que puede complicarse si la situación perdura.

—Usted fue presidente provisional del Senado cuando gobernaba Cristina Kirchner. Ahora, su esposa, Claudia Ledesma Abdala, lo es. ¿Brinda una perspectiva diferente ser tercero en la línea sucesoria?

—Es un cargo muy gestual. Funciona en el orden sucesorio, lo cual es muy importante. Nunca quedé a cargo de la presidencia. Pero aunque sea por unas horas significa la firma de un libro. Es algo que queda en el currículum. La única vez que ocurrió fue en 2001. Creo que sucedió con Ramón Puerta. En la sucesión de presidentes que hubo entonces fue esencial. Porque tuvo que generar la asamblea que terminó con la elección de Adolfo Rodríguez Saá.

"Habrá un problema económico si deben mantenerse después de 15 días las medidas de emergencia"

Cristina Kirchner lo eligió a usted como presidente provisional del Senado y ahora elige a su mujer. ¿Es la repetición de un gesto de confianza?

—Si hablamos en términos personales, yo tengo muy buena relación con ambos. Tanto con Alberto Fernández como con Cristina Kirchner.

—Cristina Kirchner lo eligió primero a usted, y ahora a su señora, Claudia.

—Esta vez sí fue algo consensuado. La primera era presidenta ella. Y el cargo de presidenta provisional es para el oficialismo. Por eso, Mauricio Macri, en su momento, eligió a Federico Pinedo. El oficialismo eligió a Pinedo pese a que no tenía mayoría en el Senado. Recuerdo que hubo una reunión de senadores. En el caso mío se daba algo muy atípico, porque tenía un bloque que se llamaba Frente Cívico que no integraba el Frente para la Victoria. Sin embargo, fui elegido presidente provisional por apoyo del Frente para la Victoria y del oficialismo, de la presidenta de aquel momento. Hubo una reunión y había una idea de algunos senadores de continuar con la presidencia provisional. Fue Cristina la que dijo que eso no era lo que había que hacer. Voy a contar algo muy de trastienda. Mauricio Macri ni siquiera tenía mayoría dentro de su propio espacio. El radicalismo quería poner a otro senador, no viene al caso el nombre, que ya era número puesto. Y con la actitud de la presidenta Macri eligió a alguien de su confianza. No es cuestión de arreglo político la presidencia provisional.

—Volviendo a su comparación con la crisis de 2002, usted considera esta peor...

—En términos económicos es peor que la de 2002. Entonces, no había un contexto tan combustible porque la recesión ya tenía más tres años y era muy dura. Aquí se la paró con endeudamiento y es una bomba. Crearon la tormenta perfecta. Es algo más que mala praxis. Es algo que la supera. Un ejemplo es lo que hicieron con el déficit fiscal. No lo eliminaron bajando gastos o subiendo ingresos. Se lo cubrió con déficit. Podría haberlo hecho de dos formas: haber emitido dinero o haber pedido prestado dinero. Decidió la segunda posibilidad, tomar dinero prestado en dólares. Y por cada dólar que tomó emitió casi 19 pesos en su momento. La ortodoxia dice que la inflación es una cuestión monetaria. Si hay demasiado dinero se produce una oferta excesiva del mismo y por lo tanto inflación. Pero si yo tomo dólares y emito ese dinero, ese billete tiene respaldo, por lo tanto la base monetaria está equilibrada. Esta gente tomó dólares, emitió dinero y dejó fugar los dólares, lo mismo que haber emitido dinero pero sin tomar deuda. Tenemos que pagar los dólares, es el problema que tenemos ahora. Lo que hicieron raya en lo delictual. El dinero empezó a generar inflación y lo trataron de bajar aspirándolo primero con Lebac, después con Leliq. Primero al 25%, después al 30%, 35%, 70%, 75%, entonces realimentaron con más déficit fiscal la inflación. La tormenta perfecta. Ese es el país que acaba de heredar Alberto Fernández.

"El de Macri fue el gobierno más inútil que tuvimos en la historia. Hizo más populismo que nadie"

—¿Puede darse un escenario institucional como el de 2002?

—La gente maduró. La Argentina se mueve en una cuestión binaria: populismo-antipopulismo, o liberalismo o neoliberalismo contra progresismo o estatismo . A quienes militamos con una idea diferente de la neoliberal nos endilgan el mote de populistas. Pero no sabemos explicar qué es el neoliberalismo. La gente entiende que el neoliberalismo es un exceso de liberalismo o exceso de libertades o libertad de mercado. El neoliberalismo es tan estatista y tan populista como el populismo mismo. Cuando hablaba recién acerca de que el Estado permitía tasas de interés altas para aspirar el dinero y con eso las fugas de capitales a través del carry trade, eso es algo que hacía el neoliberalismo. No lo hacía el mercado, lo hacía el Estado.

—¿Macri era populista?

—Macri hizo más populismo que nadie. Subió los planes sociales, tiró dinero, regaló dinero. Generó el neoliberalismo financiero, que es utilizar el Estado para generar cosas como que el Estado argentino llegó a pagar mensualmente un 5% en dólares. Estamos pagando la bicicleta financiera. Eso es lo que significa Macri. Es algo que afirmé durante los cuatro años de su gestión. No ahora.

—Usted comenzó en la política en Franja Morada. Luego, el radicalismo lo expulsó en 2010 cuando apoyaba a Néstor Kirchner. No como miembro del bloque del Frente para la Victoria sino como con su propio partido provincial. Fue presidente provisional del Senado. Sin duda es un político sui generis. A eso se agrega que define como populista a Macri.

—Hay un periodista que dice que es populismo con buenos modales. Creo que fue el gobierno más inútil que tuvimos en la historia.

—¿Qué opina de sus antiguos correligionarios que apoyaron a Mauricio Macri?

—Yo fui expulsado del radicalismo junto con Julio Cobos, Alfredo Cornejo, bueno, del radicalismo en su momento por la transversalidad. Al ganar la elección de 2005, lo que formé en Santiago del Estero es un frente local, provincial, que se llama Frente Cívico por Santiago del Estero. Allí hay radicales, hombres del peronismo y unos 16 partidos políticos más, entre nacionales y provinciales, junto a las fuerzas del trabajo, gremios, fuerzas sociales. Constituimos algo muy local, muy santiagueño. Soy un referente provincial. No me da el piné para algo nacional. No aspiro a ello.

—¿Con el 75% de votos?

—En Santiago del Estero, sí.

—Porcentualmente, más que los votos del Frente de Todos en cualquier otro lugar del país.

—En la provincia, la fórmula Fernández-Fernández sacó 75 puntos.

—¿El radicalismo debería salir de Cambiemos? Usted sigue definiéndose como tal.

—No quiero opinar. Sería irrespetuoso, porque no estoy en este momento trabajando dentro del partido. Estoy en otro espacio político. Es muy penoso el rol del radicalismo dentro de Cambiemos. El radicalismo es un partido importante. No voy a desvalorizar al PRO, que es el otro espacio de Cambiemos. Pero es una lástima que el radicalismo siga estando ahí. Por su historia, por sus hombres. Cada vez se está reduciendo más. Perdió siete capitales de provincia históricas, Santa Fe y Neuquén, entre otras, en la última elección. Eso sucede por estar dentro de Cambiemos o Juntos por el Cambio, que el único pasado reciente que tiene es haber destruido la economía de un país como la Argentina.

"Trabajábamos fuerte en el tema dengue cuando empezó el tema coronavirus"

—¿Será posible que el coronavirus genere en la clase política argentina una necesidad de unión como en 2002, que una a los argentinos luego de un desastre monumental?

—Ojalá que esta desgracia sirva para eso. Y si no ocurre en términos políticos, tiene que ocurrir en términos de actividad conjunta. El coronavirus no tiene nada que ver con la política. La imagen de Alberto Fernández con Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta juntos es un buen ejemplo. Demuestra una actitud de todas las partes. Es algo que los pone a todos en un lugar meritorio. Y además cumplen con su obligación, que es trabajar conjuntamente. Lo que se juega en estos momentos es la vida de la gente y la economía del país. Hacer que los resultados sean lo menos negativos posible. Se pone en juego la vida de mucha gente. En Italia deben elegir quién vive y quién muere. Están optando entre los viejos. No hay sistema de salud que pueda contener un virus que no tiene una cura todavía. Lo único que se puede hacer es tomar medidas paliativas para que pase el período de la neumonía.

—¿Quiere dejar un mensaje final?

—Soy una persona de muy bajo perfil. No doy muchas entrevistas ni hablo mucho.

—Pero en el caso del coronavirus se hace notar.

—No fue esa la idea. Lo que sí le puedo decir es que me he sentido muy a gusto y muy honrado por la invitación, le agradezco mucho, lo felicito por este importante medio. Ya lo conocía, digamos, pero nunca dejo de sorprenderme. Lo que puedo decirle es que la grieta es un mal negocio político a esta altura. No sirve para nada, no sirve para nadie y ojalá que los argentinos podamos superarla.

Más que el coronavirus, el tema es la responsabilidad.

La responsabilidad por encima de cuestiones subalternas. Es feo pensar que eso empieza a partir de una desgracia. Pero quizá nos muestre la mejor parte de nosotros, lo mejor que tenemos.

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