La fiesta del 12 de Octubre envía una fuerte señal de unidad política

La fiesta del 12 de Octubre envía una fuerte señal de unidad política

Tanto en Madrid como en Barcelona, el Día de la Hispanidad fue la plataforma de un poderoso mensaje de cohesión de la dirigencia política; los antisistema, ausentes

MADRID.- Hasta el almanaque tomó partido. Como pocas veces en los últimos años, la tradicional fiesta del 12 de Octubre derivó aquí y en Barcelona en una poderosa señal de unidad del arco político y de "sentimiento de orgullo por ser español" en pleno desafío de la crisis catalana.

El rey Felipe fue uno de los que capitalizaron la ocasión, al recibir una fuerte ovación tanto a la llegada como al retirarse del tradicional desfile. Fue su primera aparición pública tras el discurso de hace poco más de una semana, en el que defendió "la unidad de España y su Constitución".

En un portazo a todo diálogo con los independentistas catalanes, pidió a las instituciones que "intervengan" para poner fin a la "inadmisible deslealtad" del gobierno regional de Carles Puigdemont, al que acusó de "dividir a la sociedad catalana".

Los desfiles del 12 de Octubre suelen ser un termómetro del ánimo social. En el pasado reciente fueron ocasión de abucheos memorables tanto contra el ex rey Juan Carlos como contra el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero o el actual, Mariano Rajoy.

Nada de eso se escuchó ayer. Lo que hubo fue una ciudad embanderada con la insignia española; un generalizado sentimiento de apoyo a la unidad del país y fastidio por el ánimo rupturista del gobierno catalán.

La fiesta sí fue empañada por el fallecimiento de uno de los pilotos de uno de los aviones de combate que participó en la parada. El otro dato llamativo fue la nutrida celebración del Día de la Hispanidad en el corazón de Barcelona. De acuerdo con datos oficiales, asistieron cerca de 65.000 personas, lo que significa 13 veces más que el año anterior.

Hubo cánticos contra el independentismo y el secesionismo que impulsa Puigdemont, en los que el ingenio popular reflejó lo poco que le cree al presidente autonómico y las dudas sobre sus intenciones. "España no nos roba, el dinero está en Andorra", fue el más repetido.

En pocas palabras, derribaba el mito independentista de que Madrid esquilma a Cataluña y, al mismo tiempo, ponía la mira en la corrupción de las figuras políticas del nacionalismo catalán.

Inés Arrimadas, una de las figuras en ascenso del partido centrista Ciudadanos, fue una de las figuras más aplaudidas en la celebración. Su discurso del martes, en la confusa sesión en la que se teatralizó una independencia descafeinada, fue de los más celebrados, como el de ayer.

El desfile militar en Madrid tuvo un momento tenso al paso de efectivos de la Policía Nacional, cuya violenta represión durante el fallido referéndum catalán del 1° de octubre le valió silbidos y abucheos. Eso es algo que no se olvida.

Todo lo demás fueron aplausos, banderas y expresiones de orgullo por el "progreso de España". Hubo fuertes muestras de unidad.

Se vio conversar a Rajoy y al líder de la oposición socialista, Pedro Sánchez.

Pablo Iglesias, del antisistema Podemos, optó por no ir. Tampoco Puigdemont. De haber aparecido, hubiese sido, sin duda, la noticia del año.

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