A los empresarios solo les queda esperar que la sangre no llegue al río

A los empresarios solo les queda esperar que la sangre no llegue al río

El mundo empresario no tiene otra opción que ser un testigo pasivo de las peleas que sacuden a la alianza oficialista. Transmiten su preocupación a todos los interlocutores que tienen a su alcance, pero saben que están lejos de poder torcer el resultado final. Solo les queda confiar en que tarde o temprano los principales dirigentes del Frente de Todos eviten una crisis mayor que ponga en riesgo la recuperación de la economía.

 

Por HERNÁN DE GOÑI

Si lo hubiera deseado, el kirchnerismo podría haber bloqueado el tratamiento del acuerdo con el FMI en el Congreso. Pero no lo hizo. No ahorraron críticas, aunque al mismo tiempo facilitaron el quórum para que haya ley. Los hombres de negocios perciben en esos gestos que la pulseada política no se detendrá. Y como ha sucedido en el pasado con otros gobiernos de coalición, Alberto Fernández tendrá que vencer la resistencia de sus propios socios para avanzar en la gestión.

El Gobierno espera que la inflación desacelere en mayo a cerca de 4%

El desafío más inmediato que deberán superar Alberto Fernández y Martín Guzmán es poner en marcha una nueva estructura tarifaria para la luz y el gas que le permitan reducir los subsidios energéticos, convertidos en un lastre para el Presupuesto. Los números que preparó el ministro de Economía no convencen a los funcionarios alineados con el kirchnerismo, que tampoco abren la puerta a una discusión que sirva para zanjar diferencias.

Las críticas internas ya son abiertamente públicas, y por eso el clima de incertidumbre se vuelve cada vez más contagioso. Lo que también es notorio es que las dudas que los empresarios expresan en privado no han motivado hasta ahora ningún cimbronazo en el mercado financiero, el más sensible a la política. Si hay, cabe señalarlo, movimientos preventivos.

Los inversores se están posicionando cada vez más en bonos atados a la inflación, pero eligen aquellos que tienen vencimientos anteriores al recambio presidencial. El fantasma de una reestructuración de la deuda en pesos como la que tuvo que hacer Mauricio Macri en la segunda mitad de 2019 está más presente que nunca. Las empresas, por su parte, se concentran en afilar sus costos lo más posible, para achicar pérdidas y atravesar las turbulencias con el menor daño posible. No es una tarea fácil en el marco de los controles de precios que impuso el Gobierno, pero es la alternativa que encuentran más razonable en el actual contexto de incertidumbre.

El Presidente está dispuesto a afrontar el costo político de sus decisiones. Quiere concentrarse en gobernar y aspira a conseguir resultados que le aporten algo de oxígeno. No tiene muchas alternativas a la vista, porque aunque piense un recambio de funcionarios, hoy su corset es el programa que debe llevar adelante bajo la supervisión del FMI. El kirchnerismo lo sabe y no parece dispuesto a ceder. El 2023 pondrá a prueba la paciencia de sus gobernantes, pero también la de la sociedad.

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