Elecciones 2023: ¿Larreta a Nación y Monzó a provincia?

Elecciones 2023: ¿Larreta a Nación y Monzó a provincia?

El proyecto político nace desde un sector de Juntos por el Cambio y tiene como protagonistas a Horacio Rodríguez Larreta y Emilio Monzó. La contracara: Mauricio Macri, complicado por la Justicia, y María Eugenia Vidal, de vacaciones.

Horacio Rodríguez Larreta es un animal político y un tiempista avezado. Supo cuándo acercarse y cuándo tomar distancias con Mauricio Macri. Supo acercarse a Alberto Fernández y concretar en tiempo récord su solicitud de retiro de las vallas de plaza de Mayo. 

Larreta sabe también que está obligado por las circunstancias a ser el candidato de Juntos por el Cambio en 2023. Sin posibilidad de reelección en la CABA para él ni para su socio, Diego Santilli, tiene en claro que sólo le queda la fuga hacia arriba. Tiene una de las principales cajas del país, que llevó a la presidencia a Fernando De la Rúa y a Mauricio Macri. Tiene una visualización privilegiada a nivel nacional e internacional que le otorga la ciudad que conduce. 

Sobre todo, Larreta es un avezado armador político y un gestionador casi sin par. Macri no hubiera sido presidente sin su manejo de la CABA desde el lado oscuro de la escena. Y también sabe –y muy bien- con quienes rodearse. A diferencia de Macri y de Vidal, Rodríguez Larreta siempre preservó una excelente relación con otros dos articuladores de lujo: Emilio Monzó y Rogelio Frigerio. 

Rodriguez Larreta sabe que es imposible articular un proyecto político prescindiendo del peronismo y tiene en claro que sería suicida romper lanzas con Alberto Fernández tan pronto. Apostará a una relación calma con el gobierno nacional en la medida en que este vaya sorteando con fortuna los tremendos desafíos que heredó de la gestión de Cambiemos. No tiene apuro. Le quedan cuatro años por delante en la ciudad. 

Monzó y Frigerio son socios en una novel consultora, que asesorará a la gestión de Rodríguez Larreta, entre otras. Symfonia es su nombre, que en griego significa “acuerdo” o “negociación”. No habrían encontrado otro mejor, de acuerdo a quienes la integran. Quienes pensaban que estas dos figuras políticas tan claves como resistidas por la gestión de Mauricio Macri se tomarían vacaciones, salieron rápidamente de su engaño. Los animales políticos nunca vacacionan. Eso los diferencia de, por ejemplo, Macri o de Vidal. Macri se quedó sin cajas, ni siquiera la de Boca, y acaba de comunicarse hace unos días con Alberto Fernández para pedirle la escupidera, asustado por la ofensiva judicial que se le viene encima, según informó el periodista de Clarin, Marcelo Bonelli.   

“Yo no voy hacer nada, pero vas a ser víctima de los mismos jueces deshonestos que actuaron contra Cristina”, habría sido la respuesta del nuevo presidente. La Justicia actúa tarde en la Argentina, y sólo cuando ve a la víctima de rodillas. El éxito de la gestión del Frente de Todos acercaría cada día más al ex presidente a Comodoro Py. Y no la tiene fácil. Las causas que debe afrontar son gravísimas. Gobernó pensando que nunca debería volver al llano. Difícilmente conservaría la libertad en cualquiera de las sociedades que utilizaba como modelos de referencia. 

Vidal se fue en viaje romántico a París. En el peor momento, cuando debía estar aquí para tratar de conservar su liderazgo en una oposición levantisca y fracturada, con muchos candidatos dispuestos a desplazarla. La UCR de un lado, Jorge Macri y los intendentes de Juntos por el Cambio, que suman caja y ambición de poder, por otro. Además, Posse y Monzó, que ya no deben soportar el veto de la ex gobernadora. De alguna manera, las vacaciones de Vidal ponen en cuestión su futuro político. Podrá sumarse a alguna línea interna, difícilmente consiga retener el liderazgo de un espacio al que ya es poco lo que puede aportarle.  

Rodríguez Larreta, en cambio, ya lanzó su candidatura 2023. Lo hizo hace tiempo, cuando sumó al radicalismo de la ciudad al incorporar a Lousteau y al socialismo de Roy Hora. Quiere ser presidente, no le queda otra apuesta. Monzó quiere ser gobernador de la provincia de Buenos Aires. Tiene terreno fértil allí, ya que, salvo un puñado de intendentes kirchneristas que apoyan a Axel Kicillof, el resto está esperando la señal para tomar distancia. Los errores y la impericia del gobernador provincial son apabullantes. Algunos sostienen que los argentinos debimos financiarle durante años su aprendizaje como ministro, y cuando empezaban a verse los primeros frutos, Macri ganó las elecciones. No están dispuestos a solventar cuatro años de aprendizaje de su nueva función. 

Monzó y Frigerio juegan en yunta. Tienen sólidos contactos a nivel nacional, son dialoguistas y prestigiosos. No les alcanza para aspirar a la presidencia por ahora. Pero sí para sumarse a un proyecto presidencial. 

Rodríguez Larreta también lo sabe. No por nada dio de baja a los funcionarios que respondían a un Daniel Angelici caído en desgracia, e incorporó a cuadros de Monzó y de Frigerio en lugares estratégicos. Para empezar, nada menos que Nicolás Massot, mano derecha de Monzó, en el Banco Ciudad, y Lucas Delfino, hombre de Frigerio, en la subsecretaría General.   

Mauricio Colello irá como subsecretario de Gobierno porteño, con todo su equipo, que asumirá en diversas direcciones. Juan D’Amico, armador estratégico de la tercera sección bonaerense y hombre de Monzó, será el director de Representaciones de la ciudad, y estará encargado de articular la relación con provincias y municipios. Y el frigerista Juan Pablo Carrique asumirá la dirección General de Asuntos Legislativo. 

D’Amico y Carrique se instalarán en el edificio de Rivadavia y Florida, justamente el que ocupó Monzó cuando articuló la llegada de Mauricio Macri a la presidencia, aunque finalmente su esfuerzo no recibió el reconocimiento debido. Hoy, Monzó tiene puesta su mirada en la gobernación bonaerense. Rodríguez Larreta en la Casa Rosada. Y Macri, en Comodoro Py. 

Pues, tal como asegura un antiguo refrán oriental, “la venganza es un plato que se come frio”.

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