Efecto BID: Lula está de vuelta y recorta el liderazgo offshore de Fernández

Efecto BID: Lula está de vuelta y recorta el liderazgo offshore de Fernández

 El Gobierno bajó a Todesca y votó al brasileño Goldfajn. El peso y las ambiciones del Planalto corren a un segundo plano a la diplomacia argentina en la región.

 

Por Lucio Garriga Olmo

 

La reciente elección del brasileño Ilan Goldfajn como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dejó una buena noticia, una mala y un nuevo escenario regional para la Casa Rosada. El dato positivo es que, finalmente, el organismo no estará bajo la conducción intervencionista de los Estados Unidos de la mano del ahora exencargado Mauricio Claver-Carone. El punto negativo es que no fue elegida la economista albertista Cecilia Todesca, quien comandará significativas oficinas de la entidad financiera, pero no la más importante. Mientras tanto, el nuevo panorama continental evidenció el regreso del presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que con pragmatismo busca volver a desarrollar el papel gravitante de su país en la región y el mundo. 

Este domingo, Goldfajn consiguió el apoyo de Estados Unidos, Canadá y la Argentina y le ganó la pulseada al candidato de México, Gerardo Esquivel, de Chile, Nicolás Eyzaguirre, y de Trinidad y Tobago, Gerard Johnson. De esta manera, reemplazará al cubano-norteamericano Claver-Carone, quien se convirtió en presidente del BID en 2020 de la mano del intervencionismo del exmandatario norteamericano Donald Trump, quien rompió la tradición histórica que indica que dicho organismo es comandado por alguna figura sudamericana. A partir de una investigación periodística y una auditoría interna se descubrió que el oriundo de Florida mantenía una relación prohibida con una mujer de su staff, a quien favoreció con contratos del organismo. A partir de esta revelación, se vio obligado a renunciar y, a partir de ahora, será reemplazado por el ortodoxo exfuncionario del Fondo Monetario Internacional (FMI).  

 

Durante un primer momento el presidente Alberto Fernández se entusiasmó con la salida de Claver-Carone, un hombre con el que la Casa Rosada estaba enfrentado por haber sido el promotor del préstamo de 45 mil millones de dólares del FMI al gobierno de Cambiemos y por ser considerado un halcón de Washington en América Latina, pero las nuevas dinámicas que salen de las fronteras brasileñas a la espera de la asunción de Lula -prevista para el 1 de enero- acabaron (de nuevo) con el sueño argentino de comandar el BID por primera vez en la historia.

A pesar de que Goldfajn es un economista ortodoxo y técnico que se desempeñó, hasta ahora, como director del Departamento para el Hemisferio Occidental del FMI y que fue propuesto por el actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) no bajó su candidatura y logró, también por primera vez en la historia, que el BID cayera en manos brasileñas. La jugada del expresidente encuentra sus fundamentos en las propias dinámicas internas del gigante sudamericano y del difícil escenario económico y político que encontrará el antiguo líder sindical cuando regrese al Palacio de Planalto en Brasilia. 

 

Por un lado, con su designación Lula busca acercar posiciones con el establishment económico y los centros de poder que durante estos últimos cuatro años, de la mano de Bolsonaro, consiguieron importantes cuotas de influencia dentro del país y que temen una vuelta al gobierno del “comunismo” del PT. Si bien el exlíder metalúrgico ya manifestó públicamente que el statu quo brasileño no debe temerle, el acompañamiento a Goldfajn es una primera señal práctica que se dirige en ese sentido. Si en política hay que tragar un sapo todos los días, según el expresidente argentino Juan Domingo Perón, el presidente electo ya se comió el primero. El economista no será de su riñón, pero evitará turbulencias que a la larga podrían ser peores.

 

Además, la candidatura brasileña consiguió el apoyo del presidente nortemaricano, Joe Biden, quien -a diferencia de Trump- decidió no promover una candidatura propia y respetar la tradición sudamericana. En un mundo incierto, peligroso y en crisis económica por la pandemia de covid-19 y la guerra en Ucrania, los lazos internacionales de Brasil luego de cuatros años del aislacionismo promovido por Bolsonaro serán importantes para Lula, un hombre que durante sus dos mandatos hizo de la política exterior uno de los pilares de su gobierno. Además, durante la reciente presidencia del exmilitar, el vínculo con la Casa Blanca se rompió, un hecho que el PT buscará revertir y que con esta coordinación dio sus primeros pasos. 

 

Con estos enfoques de la decisión brasileña, la Casa Rosada toma nota de lo que será la nueva relación bilateral con Brasil. Primero, el apoyo al establishment por parte de Lula evidencia que el líder del PT aceptará los límites de lo posible cuando sea necesario y que no llevará el progresismo que algunos sectores le adjudican hasta las últimas consecuencias. La conformación de su frente electoral (especialmente la designación de Geraldo Alckmin como su vicepresidente) fue una primera muestra y el apoyo a Goldfajn, una segunda. Al mismo tiempo, el aislacionismo que sufrió el país con Bolsonaro se acabó y Brasil, a partir de ahora, volverá a las instancias de poder y de decisión regional y mundial que históricamente ocupó más allá de los gobiernos de turno y que el mandatario saliente rompió. 

Con estas conclusiones, el plan de acción de Alberto Fernández para convertirse en líder regional sufrirá un fuerte impacto ya que Lula da Silva le disputará el poder y, por cuestiones económicas, políticas y geopolíticas, Brasil le gana la pulseada a la Argentina. La retirada de la candidatura de Todesca y el acompañamiento a Goldfajn muestra que el rol internacional de Buenos Aires se encamina más hacia un acompañamiento de Brasil que a la construcción de un juego propio. El desafío estará, a partir de ahora, en conseguir que los objetivos logren traspasar la frontera y confluir de la mejor manera posible para que sean beneficiosos para ambos países y que la Casa Rosada no pierda ni autonomía ni los logros ya conquistados.

 

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