Duro documento por contaminación del Colorado

Las diputadas de la Coalición Cívica de Neuquén y Río Negro, Beatriz Kreitman y Magdalena Odarda, afirmaron categóricamente, en un documento difundido el lunes, que si el río Colorado continúa siendo contaminado, “es porque el poder político lo está permitiendo”.

Las legisladoras cargaron frontalmente contra la dirección ejecutiva del Comité Interjurisdiccional del Río Colorado (COIRCO), al asegurar que “no justifica su existencia” al no cuidar la calidad del agua.

Destacan en el documento que en los últimos 12 años se registraron “casi 2.000 casos de derrames” de hidrocarburos, y que sobre el río Colorado “se volcaron 5,6 millones de litros de agua de purga (con componentes tóxicos que solamente las empresas conocen…) y 429.000 litros de petróleo (429 m3, o sea la carga de 35 camiones con tanques en semirremolque)”.

El siguiente es el documento difundido con las firmas de Kreitman y Odarda:

Está muy bien que la dirección ejecutiva del Comité Interjurisdiccional del Rio Colorado (COIRCO) haya reaccionado, a través de un informe, respecto de los derrames de hidrocarburos y de aguas salinas utilizadas en su extracción, que se han registrado en la cuenca de ese río Interprovincial. Es lo correcto, lo normal. Pero el habitual hermetismo que caracteriza al funcionamiento de este Ente, le da a esta difusión, una particularidad para destacar.

Pero uno de los fundamentos de la creación del COIRCO es la preservación del recurso agua, tanto administrando sus usos como cuidando su calidad.

Y esto es lo que no hace el COIRCO. Porque no justifica su existencia, y menos cumple con el precepto de cuidado de la calidad del agua, llevando estadísticas sobre incidentes que generan derrames contaminantes sobre las tierras de la cuenca o el agua del curso. Es importantes que los habitantes de la región sepamos que en los últimos doce años (sin contar lo que va de este 2013) se registraron casi 2.000 casos de derrames; también saber que la corrosión se está comiendo las cañerías, que a poco se convertirán en “coladores”; y que sobre el río se volcaron 5,6 millones de litros de agua de purga (con componentes tóxicos que solamente las empresas conocen…) y 429.000 litros de petróleo (429 m3, o sea la carga de 35 camiones con tanques en semirremolque).

Ahora sabemos más o menos certeramente (y no hay certeza porque no son confiables los informes de las empresas involucradas ni efectivas las inspecciones del estado), los peligros constantes que tiene este rio interprovincial, cuyos caudales dan vida a emprendimientos agrícolas-ganaderos y poblaciones en zonas de clima desértico.

El COIRCO no justifica su existencia con este informe. Las estadísticas reflejan una situación, que en este caso mereció una fuerte demanda a los organismos provinciales y nacionales de contralor, para que se tomen medidas precautorias que eviten la sucesión de los incidentes. Si los caños están comidos por la corrosión hay que cambiarlos; si hay fallas humanas, hay que capacitar a los operarios.

Pero estas acciones se deben plantear con niveles de exigencias absolutas; se sabe que las empresas, sobre todas las petroleras, hacen los que le permiten hacer. Si las controlan bien, son prolijas; pero si no hay controles y la única sanción son módicas sanciones económicas (que hoy no superan los 16.000 dólares las de mayor rigor) y de pago diferido e incierto, prefieren ser sancionadas.

En el COIRCO hay poder político suficiente como para que el organismo pueda cumplir fielmente su mandato liminar. Lo preside el ministro del Interior y lo integran los gobernadores de La Pampa, Buenos Aires, Rio Negro y Neuquén. Si el Colorado sigue siendo contaminado, es porque el poder político lo está permitiendo. No hay dudas.

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