El drástico dilema de Juntos por el Cambio: ser oposición o ser opción de poder

El drástico dilema de Juntos por el Cambio: ser oposición o ser opción de poder

Hay dos datos cruzados que alimentan el futuro político de la Argentina. El peronismo aprendió qué debe hacer para regresar al poder. Juntos por el Cambio tiene por delante demostrar que tiene la misma capacidad de aprendizaje.

 

Y existe una tercera variante crucial para establecer lo que puede venir, en una como en otra alianza: las expectativas que puedan crear en medio de una decadencia extendida y acentuada, con la consiguiente derivación de responsabilidades propias hacia sus respectivos adversarios.

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El camino de la vuelta para Juntos por el Cambio será siempre más complicado que para el peronismo mantenerse en el poder. Hay razones estructurales y circunstancias que así lo determinan, pero esto no significa que sea imposible intentarlo.

El peronismo se reunificó con el simple recurso de autoindultarse de todos sus errores y peleas internas, y ganó las elecciones con Alberto Fernández, un presidente inesperado

Mauricio Macri logró alinear esos planetas cinco años atrás y demostró que es posible ganarle al peronismo. Quedó pendiente para el presidente de Cambiemos demostrar que podía mantenerse más allá de un único intento. Entonces, el macrismo acertó en las alianzas que hizo (con la UCR y Elisa Carrió) y con las que descartó (Sergio Massa), y se benefició de la partición del voto peronista como resultado de la radicalización y de los malos modos de Cristina Kirchner. Había entonces, por si fuera poco, un clima de hartazgo por los malos resultados económicos y por la ostentación de la corrupción del núcleo presidencial.

Con todo ese viento de cola, Macri llegó con lo justo a arrebatarle la presidencia a Daniel Scioli, luego de usufructuar con María Eugenia Vidal el error fatal de Cristina de postular a Aníbal Fernández en la provincia de Buenos Aires. Todo es historia, también el fracaso macrista de encauzar la economía, primero por el llamado gradualismo y luego con la desesperación del ahogo financiero.

Habilitado por la decisión de Cristina de bajarse de su aspiración reeleccionista, el peronismo se reunificó con el simple recurso de autoindultarse de todos sus errores y peleas internas, y ganó las elecciones con Alberto Fernández, un presidente inesperado.

¿En qué lugar encontrará entonces Juntos por el Cambio el punto de partida para el regreso? Hay muchas respuestas posibles y las deben dar sus dirigentes. Lo que demostraron en más de un año fuera del poder es que son una fuerza de oposición, no una opción de poder.

El caudal electoral de la oposición es un cimiento todavía lejano de la meta de ser una fuerza que pelee por regresar al gobierno ante las mil y una variantes que puede poner como mascarón de proa el peronismo.

Los banderazos le indicaron a la dirigencia opositora que tiene un núcleo duro y activo que se vale de sus propios recursos para hacerse notar y limitar al oficialismo. Son ejemplos irrefutables aquellas manifestaciones contra los persistentes intentos de impunidad del cristinismo, los embates contra la Justicia, los ensayos de apropiación de la propiedad privada y hasta para rechazar el encierro prolongado por la pandemia.

Ese caudal electoral es un cimiento todavía lejano de la meta de ser una fuerza que pelee por regresar al gobierno ante las mil y una variantes que puede poner como mascarón de proa el peronismo.

Mientras apenas empieza a decantar quién y cómo serán sus representantes, Juntos por el Cambio tiene por delante encontrar adhesiones en el factor crucial de cada resultado electoral: el estado de la economía.

Se llega fácil a esa conclusión, pero hasta escalar la presentación de las soluciones y luego ejecutarlas ha sido imposible o, como mínimo, insostenible en el tiempo para todos los gobiernos argentinos votados libremente desde 1983, una vez que el país se curó de los golpes de Estado. En la historia de ese fracaso consecutivo está la decadencia que multiplica el atraso y el empobrecimiento. Y también habita una oportunidad para la oposición, alimentada por la recurrencia kirchnerista a usar recetas que ya fracasaron en su ciclo anterior y que dejaron de usarse en todo el mundo por inútiles hace décadas.

¿Tiene Juntos por el Cambio un proyecto económico y social creíble, aceptable y, por fin, aplicable? Esa es la verdadera respuesta para saber si además de alternancia en el poder, la Argentina encontrará alguna vez una solución para los problemas que la destruyen año tras año.

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