Los que nos cuidaban y ya no están

Los que nos cuidaban y ya no están

La precarización en la que trabajaban ellos y trabajan sus colegas, aun en el contexto de la peor crisis sanitaria global, provocó muertes claramente evitable.

Estos rostros y los que están en la tapa de esta edición pretenden ser un homenaje a los trabajadores de la salud que fallecieron de coronavirus, mientras luchaban en la primera línea de trincheras de una batalla todavía incierta. Injustamente, no hemos podido reunirlos a todos, ni reconstruir todas sus historias. Lamentablemente, cada día se suma una nueva muerte a esta trágica lista que ya bordea el centenar.

La precarización en la que trabajaban ellos y trabajan sus colegas, aun en el contexto de la peor crisis sanitaria global, provocó muertes claramente evitables, como la de Javier Ortiz Miranda, de apenas 27 años, camillero de la clínica privada La Merced, de Martín Coronado, en Tres de Febrero, que tenía factores de riesgo (obesidad, asma) y siguió trabajando. María Ester Ledesma, enfermera de 50 años del Hospital Gandulfo, de Lomas de Zamora, que era diabética. Le negaron la licencia, y terminó contrayendo la enfermedad y contagiando a su madre, que también falleció. Tampoco Julio Gutiérrez, de 52, asmático y enfermero del servicio de Pediatría del Hospital Durand, logró ser licenciado. Y Grover Licona Díaz, de 45, boliviano, enfermero del mismo hospital, siguió trabajando aunque tenía la enfermedad de Chagas y murió. Y también en el Durand se desempeñaba Virginia Viravica, diabética, que hizo horas extra para sumar unos pesos a su magro sueldo durante la pandemia que al cabo también se la llevó. María del Rosario Marinangeli, 43, pampeana de Catriló, era enfermera del Hospital Houssay, de Mar del Plata. Internada por Covid, murió de una afección pulmonar un día después de haber sido dada de alta.

Apenas un puñado de historias, que ilustran una realidad que es necesario cambiar.

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