Un desastre natural no se puede evitar pero si se puede estar preparado y en alerta. Por esa razón es que capacitarse y entrenarse se vuelve vital y eso fue lo posibilitó el Proyecto Dipecho, una iniciativa que se desarrolló durante unos meses en San rafael.

La tarea fue implementada por la Cruz Roja Argentina con el apoyo de la Cruz Roja Finlandesa y el área de Ayuda Humanitaria y en constante coordinación con Protección Civil de la Unión Europea (ECHO) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Esta es la segunda vez que la Comisión Europea elige nuestro país para invertir fondos y desarrollar el proyecto. Anteriormente trabajaron con comunidades del Norte argentino.

Los trabajos se focalizaron en un lugar en particular del sur provincial, identificado por los especialistas como una zona predispuesta a distintas amenazas de origen natural, principalmente a las inundaciones.

Se trató de La Isla, un asentamiento ubicado en el medio de los brazos del Río Diamante.

La Isla cuenta con más de 10.000 habitantes. La mayoría vive en condiciones precarias lo que aumenta la vulnerabilidad ante desastres naturales, no sólo de las eventuales crecidas del río, sino además de sismos, viento Zonda, entre otras.

El trabajo fue comandado por el responsable del Área de Gestión de Riesgos, Desastres y Emergencias de Cruz Roja San Rafael, Antonio Attala y la coordinadora Nacional de Dipecho, Mercedes Vega.

Al principio, el acercamiento de los capacitadores no fue nada fácil: "Fuimos casa por casa (con los voluntarios) explicándole a la gente de qué se trataba nuestra visita y hacerles entender la importancia de estar bien preparadados", contó a Los Andes Alina Kobziar, integrante de la Cruz Roja Argentina y técnica local de Dipecho en San Rafael.

La Isla es considerada una zona roja en San Rafael. Sin embargo esto no fue un impedimento para que Alina junto al equipo, armados con un termo y un mate, pudieran hacerse amigos de la comunidad y lograr resultados sobresalientes.

La llegada de Dipecho marcó un antes y un después en La Isla. El programa permitió la elaboración y validación de planes comunitarios, municipales y escolares de emergencia.

"Pudimos capacitar a la gente en primeros auxilios comunitarios, equipar escuelas con materiales que antes no tenían como matafuegos, luces de emergencia y establecimos las zonas seguras de evacuación, todo a través de la Unión Europea", resaltó la coordinadora.

La intervención de los voluntarios fue un "trabajo de hormiga". Centros de salud, escuelas, equipos de fútbol, todo ámbito fue válido para dictar los talleres de capacitación. Ahora la comunidad entera, desde los niños hasta los adultos, cuentan con conocimientos preventivos y herramientas para atenuar las consecuencias de posibles catástrofes naturales.

Todo esto se puso en práctica en un simulacro de evacuación de gran magnitud. En octubre se hizo una práctica en la que 800 sanrafaelinos se autoevacuaron en 40 minutos bajo la hipótesis de la rotura de lapresa El Tigre.

Tras la práctica se hizo una evaluación y se determinó que los puntos débiles habían sido en ese momento falta de equipamiento, escasez de movilidades y comunicaciones.

En el ejercicio participaron cientos de personas, defensa civil, diversas organizaciones civiles, que gracias a Dipecho lograron un trabajo mancomunado que antes no se había logrado.

Los frutos de este proyecto traspasaron los límites de La Isla: fue declarado de interés provincial por la Cámara de Diputados y está en proceso de convertirse de interés educacional, además de la creación de un plan de emergencia departamental. Todo eso le permitió a San Rafael  convertirse en una de las cinco ciudades resilientes certificadas por la ONU.

"Ha tenido un alcance enorme y nos abrió muchas puertas. Pero queremos darle una continuidad, falta mucho por hacer", sintetizó Alina Kobziar.