Confesión de parte

Confesión de parte

por José Luis Jacobo

No pudieron aguardar a ver el resultado de la elección de este 27 de octubre. Hicieron todos los gestos necesarios para confesar que han estado en Cambiemos por estrategia coyuntural, sin integrar la matriz del cambio que el espacio ha propuesto al llevar a Mauricio Macri a la Presidencia de la Nación.

La primera ocasión en que la diferencia entre Vidal y Macri quedo expuesta fue ante la denuncia por la denuncia de afiliaciones irregulares (truchas) en 2017. Allí algo se disparó, y su exegeta, Laura Di Marco, expuso dicho malestar en un artículo publicado en La Nación cuyo título lo decía todo: “Lo que María Eugenia Vidal no puede contar”. Exponía allí, en entre comillados, dichos de la gobernadora ante la denuncia de afiliaciones truchas la que la ponían en una incómoda situación que, por un breve momento pareció, sería un cisne negro en su carrera política. Sin embargo, resultaron ser sólo fuegos fatuos que duraron la nada misma, hasta desaparecer de la escena mediática y política. Son ahora un asunto enterrado en algún ignoto cajón de los despachos judiciales. Entre otros conceptos, Vidal dice por medio de su exegeta: “Entré a la política sin apellido, sin padrino y sin plata… ¡No tengo ninguna offshore! Antes tenía una casa y un auto y, después del divorcio, me quedaron media casa y medio auto”. Ergo: no soy hija de Franco Macri, no me apoyé en su fortuna o en su dinero para estar en donde estoy hoy. En dicho artículo, publicado en el diario La Nación, Vidal sostenía también no tener una cuenta en el extranjero, en obvia alusión a la denuncia con la que lo pasearon al presidente por los datos revelados en los Panamá papers.

Insólitamente, el artículo firmado por Di Marco quedó en perdido en medio del universo de cientos de miles de notas publicadas a diario, en un caso de análisis del efecto de la sobreinformación que impera hoy. Esa distancia, esa falta de agradecimiento a quien le habilitó generosamente el camino de la política, quedó expresada en el coloquio de IDEA en Mar del Plata y en el cierre de su campaña del día jueves 24 de octubre.

En un celebradísimo discurso Vidal señaló que “lo que viene es sin grieta”. Ergo, soy el puente para terminar con esta división que impuso la visión política de Durán Barba y que cultiva Marcos Peña. Fue la primera admisión de que Vidal espera la derrota de Mauricio Macri y que entiende que llega su momento de liderar a la oposición del gobierno que, da por sentado, liderarán de 2019 a 2023 los Fernández en la nación y Kicillof en la provincia.

Vidal estuvo presente en el acto de la campaña del “Sí Se Puede”, como en todos los actos en provincia de Buenos Aires. Prolijamente, en ninguno de ellos ha estado la esposa del presidente, Juliana Awada. Vidal blanqueó su ambición lanzando en el acto de cierre de campaña un escenario en rojo y blanco, colores eternos de la UCR, y un texto que reza: “AHORA NOSOTROS”.

En artículos publicados por distintos medios se repite el mismo mantra: “Macri ya fue, su retiro de la política deja el espacio para un liderazgo fuerte como el de María Eugenia”. Curioso pensamiento cuando, independientemente del resultado electoral, Mauricio Macri se ha revelado ante sí, y ante millones de argentinos en todo el país, como un líder popular y carismático, que convoca en medio de una economía en llamas con un rezo laico por la patria, la honestidad, la justicia y la trasparencia.

La hora de la traición puede ser para María Eugenia Vidal la hora del inicio del final de su carrera política. Esa carrera política que nunca, nunca, hubiera existido sin la decisión de Mauricio Macri de impulsarla a la vice jefatura de gobierno en CABA y, posteriormente, ungirla candidata a gobernadora de Buenos Aires. Queda una historia a ser escrita en las urnas en estas horas.

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