Camino a las PASO: comienza a tomar temperatura la campaña en Córdoba

Camino a las PASO: comienza a tomar temperatura la campaña en Córdoba

La disputa electoral empezó a presentar a candidatos que disparan con objetivos bien específicos. La batalla por la puesta en valor de la gestión entre las listas peronistas y el desafío de JXC para proponerse como alternativa.

Lentamente, la campaña empieza a dejar de lado las formas cordiales. A un mes de las primarias que terminarán definiendo el mapa para las generales de noviembre, listas y candidatos empiezan a elevar el tono y los discursos monocordes de las primeras horas quedan a un costado del camino. 

A diferencia de los últimos dos procesos electorales, al mundillo político provincial le vuelve a quedar cómo el rival a vencer. El electorado cordobés parece tener su blanco predilecto de críticas en la Casa Rosada y, en una elección que se nacionaliza, los dardos encuentran un centro mucho más claro. Por derecha, por centro y por izquierda, las críticas encuentran una fácil recepción desde la mayor parte del universo votante y eso, de a ratos, hace que los discursos se vuelvan repetitivos. Aunque, claro está, hay matices y escenario intermedios que le ponen un poco de pimienta al banquete.  

El Frente de Todos se muestra en la campaña con obras que la Nación financia en Córdoba

Desde el comienzo de esta historia el Frente de Todos salió jugar el partido con la cancha inclinada. Ya en la previa a la elección del 2019, Alberto Fernández y los referentes nacionales del espacio advertían sobre la necesidad de “dar vuelta la página” en la historia del kirchnerismo con la administración y el electorado mediterráneo. Ni el perfil dialoguista del Presidente, ni el simpático respeto a Sergio Massa fueron suficientes; para la oposición y para el Gobierno provincial “son todos kirchneristas”. Al menos ese es el elemento simbólico que ponen a jugar y con el que buscan horadar el poder representativo del espacio oficial en la provincia. 

“La única verdad es la realidad”, decían por ahí. Y si bien el cordobés promedio frunce el ceño cuando aparece algo que deambule alrededor de la figura de Cristina Fernández, en Córdoba “nadie come vidrio”. El Gobierno nacional sabe que la forma de modificar esas impresiones es poniendo la gestión en la balanza y allí concentra sus esfuerzos. 

Con el secretario de Obras Públicas de la Nación, Martín Gill, como primer precandidato a diputado recorriendo el interior, el Frente de Todos busca poner en valor las más de 300 obras en marcha que se vienen realizando en territorio cordobés desde diciembre del 2019. Son 48.899 millones de pesos que se invirtió entre lo que se encuentra en ejecución, finalizado, reactivado y a licitar, en materia hídrica, vial, el Plan Argentina Hace e inversiones en infraestructura educativa, social y penitenciaria.

 Según el propio Martín Gill, todo el esfuerzo para “cambiar la historia” en la relación entre Córdoba y la Nación se está “materializando cómo el trabajo y la inversión del Estado nacional llega con más servicio a nuestra gente y generando empleo”, en un proceso en el que “participan empresas de la región que dinamizan el rubro de la construcción y los demás sectores de la economía”. 

Schiaretti y Llaryora, los “no candidatos” protagonistas en la campaña de Hacemos por Córdoba

En un plan de acercamiento al schiarettismo de cara a una muy trabajosa unidad para las elecciones del 2023, los cartuchos del Frente de Todos apuntan a otra gestión: la de Cambiemos entre el 2015 y el 2019. 

La particularidad que Córdoba presenta respecto al resto de los escenarios provinciales tiene que ver con el peronismo “descolgado” de la estructura nacional. “Hacemos por Córdoba está formado por muchas fuerzas y muchos ciudadanos independientes. Venimos construyendo nuestra identidad desde el año 1998. Hacemos por Córdoba tiene una identidad; está bueno respetarla y proponerla como una alternativa”, decía Natalia De la Sota a LNM hace apenas un par de semanas, en la que también advertía que “sacar un peronómetro no va a solucionarle los problemas a nadie”.

Sin querer meterse en esa discusión a la que muchas veces intenta empujar algunos sectores del Frente de Todos, Hacemos por Córdoba también plebiscita sus más de 20 años de gobierno. Por eso este primer tramo de la campaña tiene a dos protagonistas estelares que acompañan a las principales candidatas del espacio: Juan Schiaretti y Martín Llaryora. El gobernador y el intendente recorren territorios inaugurando obras y exponiendo actos de gestión que tratan de imprimirle un sesgo provincial a la discusión que por su naturaleza tiende a nacionalizarse. Es un problema que se le ha presentado en casi todas las elecciones de medio término en las que no pudo replicar la contundencia de los resultados favorables obtenidos en los comicios en los que se elegían autoridades. 

Lo que también es cierto es que detrás del argumento de llegar al Congreso “para defender los intereses de los cordobeses” intentan no presentar una batalla directa con las fuerzas que hegemonizan la discusión a nivel nacional. Eso sí, cuando se elige pegar, los que acusan recibo están parados en la vereda del oficialismo nacional. Hay veces en que no mirar hacia atrás resulta más cómodo, por simpatías políticas o por conveniencias electorales, la realidad se impone a los comentarios. 

Más allá de ese método que publicita hasta el extremo el accionar propio y busca disimular los aciertos y errores de las gestiones nacionales en pugna, hay otro aspecto del comportamiento  cordobesista que se espeja con los tiempos de gestión lisa y llana: la exacerbación de la cordialidad. 

Ayer estuvo en Córdoba el ministro de Hábitat, Jorge Ferraresi. Hoy, harán lo propio el de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y el de Economía, Martín Guzmán. A lo largo de estos años, decenas de representantes nacionales han pasado por Córdoba con programas, insumos, acuerdos de obras y ayudas económicas. Todos han recibido un simpático pero frío abrazo del gobernador y las autoridades provinciales. Hay que ver cómo pueden replicarse esas convenientes formas a partir de una campaña en la que el Frente de Todos espera el aterrizaje de algunas de sus figuras más importantes en materia de gestión en tierras mediterráneas. 

Juntos por el Cambio, con el objetivo de disparar a dos frentes desde una delgada línea interna

Todos los representantes de Juntos por el Cambio sienten que la elección es una oportunidad fundamental, casi inmejorable, para volver a proyectarse para la elección provincial del 2023. Quizás allí se escondan las principales razones que impidieron el esquema de unidad que todos quisieron liderar. El escenario, incluso hoy, es inmejorable. Hay un Gobierno provincial que busca esquivar el deterioro natural de una gestión que cumplirá 22 años en diciembre y que, como la administración nacional, ve todos sus indicadores golpeadísimos por una pandemia global que derribó certezas alrededor del mundo. En ese contexto, golpear es efectivo y casi una obligación en términos de estrategia. 

El problema que tiene la coalición opositora en Córdoba (no únicamente) es que para hacer frente al proceso electoral en el que aspira obtener casi el 50% de los votos, tienen que solucionar sus cuitas internas. Y allí radica el problema que muchos analistas ven como una amenaza para las intenciones del (¿ex?) macrismo. 

Esta semana fueron los días en la que los referentes de las listas se empezaron a mostrar los dientes. Para la lista que encabezan Luis Juez y Rodrigo De Loredo hay “un Cambiemos tibio que no es lo que el país necesita”. Para Mario Negri y Gustavo Santos, ellos no necesitan rendir cuentas con nadie porque siempre “estuvieron en la misma vereda, enfrentando al kirchnerismo”. Así, fortalecen el discurso anti-k y le pegan a sus socios de la vereda de enfrente. No sólo a Juez, a quién planean recordarle todo el tiempo su acercamiento iniciático al kirchnerismo sino a los socios estratégicos que llegarán a Córdoba, como el último miércoles lo hizo Maximiliano Guerra. El argumento también se sacará a relucir cuando Martín Lousteau llegue a la provincia y Negri, que va a ser el personaje central de la campaña de su espacio, vuelva a pegarle abajo del cinturón con su puñetazo más certero: fue el ministro de Economía del kirchnerismo que implementó la resolución 125 que intentó establecer las retenciones móviles allá por el año 2008, el año del quiebre definitivo (al menos hasta ahora) entre CFK y el sector productivo cordobés. 

Juez también entiende que es el mejor candidato para hacer frente al oficialismo y que tiene el equipo más aguerrido para los años que vienen por delante. #UnJuezParaCristina dice el hashtag con el que quiere instalar su campaña en las redes sociales. Esa postura se combinará con la de Rodrigo De Loredo, que intentará instalar un perfil más “propositivo” en materia de perspectiva hacia el futuro. En ese doble comando hay un plus que la lista interna intentará que no sea devorado por la discusión por ver quién es el más opositor. 

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