El cambio que llegó tras una imagen del basural de Cipo

El cambio que llegó tras una imagen del basural de Cipo

Desde hace cuatro años la psicopedagoga Laura Collavini está al frente de una fundación que se ha puesto como meta ayudar a los niños en el aprendizaje, promover el juego y concientizar sobre el cuidado del medio ambiente.

 

La imagen –una en particular– del basural de Cipolletti fue lo que marcó para Laura Collavini un antes y un después. Ocurrió seis años atrás.

Era enero, hacía mucho calor, y a Laura, licenciada en Psicopedagogía, le habían pedido que vaya al barrio Santa Elena a armar un espacio de juegos. Le preguntaron si conocía el basural de Cipolletti y ella respondió que no.

“Fui para allá y cuando llegué tuve que atravesar un espacio con perros muertos, ratas. Había gente sacando cosas. Y en un montículo, escondido ahí, un nene. Tenía vergüenza de que lo viera. Tenía la piel toda tiznada de andar revolviendo basura, y de lo que se quemaba ahí. Cuando terminé no podía volver a casa; me había angustiado tanto ver a ese nene así. Sabía que mis hijos estaban fresquitos en casa y estábamos a apenas cinco minutos de distancia. Cuando llegué, me tuve que bañar para sacarme el olor que se me había impregnado de haber andado por el basural. Y me di cuenta de que eso no podía seguir así. Llamé a mis amigos e hicimos una obra de teatro para juntar plata, y empezamos a contactar a distintas personas de la comunidad para que hagamos algo por la gente que vive del basural”.

Lo que hizo tomó forma de una fundación, y hace cuatro años que trabajan en pos del medio ambiente, de la infancia y de la educación.

En realidad, Laura Collavini hace más de 20 años que trabaja en educación, asesoró a instituciones educativas de nivel inicial y primario, trabaja en clínica psicopedagógica y ha desarrollado diversos proyectos de investigación. Y también es actriz. Y además, ha creado personajes de cuentos infantiles para poder transmitir todo lo que la mueve (“Pinina, la brujita desobediente” es el libro que publicó en 2011) y también desarrolló juegos didácticos.

La imagen del basural la cambió y la impulsó.

Puesta a analizar este presente de pandemia, Laura considera que “el gran desafío es mirar dónde estamos parados y a dónde nos gustaría ir. Hay que desafiar nuestros hábitos y pedir a nuestras estructuras que se aflojen y que nos permitan encontrarnos más flexibles”.

Ella es optimista. “Soy descendiente de la Guerra Mundial. Hija de argentinos. Porteña de nacimiento y en mis venas circula tango y rock. Trabajo con niños desde que dejé de serlo y respiro aire patagónico por elección. Veo la mirada de la infancia y me sumo a los desafíos que quieren códigos nuevos. Ven horizontes construidos entre todos”.

Hoy, invitada por RíoNegro, tomó ella misma el desafío de reflexionar sobre la educación que tuvieron los chicos este año (ver aparte) y de lo que quizás podría cambiar.

 Reflexiones:

Tiempo de revisar el barco educativo

Laura Collavini

Lic. en Psicopedagogía. MNRN 290

http://www.fundacionlauracollavini.org

Por definición se dice que la educación es: “Formación destinada a desarrollar la capacidad intelectual, moral y afectiva de las personas de acuerdo con la cultura y las normas de convivencia de la sociedad a la que pertenecen”.

En nuestra cultura y en la de la mayoría de los seres humanos que habitamos la tierra en los últimos siglos se toma a la escuela como formadora y educadora, casi por obviedad junto a la familia.

La primera escuela pública y gratuita tuvo lugar en 1597 y fue fundada por el sacerdote español José de Calasanz. A partir de la Revolución Francesa, que impuso la noción de la educación como un derecho, la escuela comenzó a considerarse un asunto de Estado.

Y todo indica que este contexto de pandemia nos obliga, con o sin acuerdo de nuestra parte, a posicionarnos en lugares que ni siquiera nos habíamos imaginado. Tal vez, a regresar imaginariamente a los tiempos en que la educación se la ofrecimos a “otro”.

Somos seres de costumbres, de rutinas, de hábitos, y todo eso aprendido nos ubica en un lugar de confort. ¿A qué me refiero? Nacimos todos nosotros sabiendo, considerando natural, normal y obligatorio que la escuela era la encargada de la educación y hasta de la socialización. Todo indica que este año no fue así.

Atravesamos virtualidad escolar en el mejor de los casos, con docentes y familias sin preparación para esta nueva modalidad que nos sorprendió. Por otra parte miles de niños y adolescentes no obtuvieron acceso a ningún contacto significativo con su escuela.

Por otra parte, como conocimos a las escuelas hasta diciembre del 2019 podemos decir que ya no representaba a ningún niño ni adolescente. El mundo tiene otros códigos y ellos son parte del mundo. Manejan un lenguaje dinámico, curioso, pueden estar atentos en varias cosas a la vez e interactuar de diferentes formas. Los contenidos que la escuela ofrece son antiguos, descontextualizados y carentes de registro de las necesidades reales.

Analicemos juntos y veamos dos instancias:

Políticas educativas y estructura escolar.

Las políticas educativas argentinas están caducas. Observo diariamente que los alumnos deben hacer un esfuerzo para comprender cómo se desea que se incorporen las divisiones, solo para poner un ejemplo. Sus razonamientos son diferentes, con otra modalidad, y tener que hacer un esfuerzo de comprensión y adaptación tan fuerte en muchos casos los frustra.

La estructura escolar es la riqueza y en esta pandemia se dejó más en evidencia. Los chicos extrañan a sus compañeros, a los recreos, compartir, pelearse, amigarse, un docente en común a todos, un adulto fuera de casa que observa, estimula, acompaña. Esta estructura que ayuda a organizar rutinas, responsabilidades, también es el gran soporte que permite el conocimiento personal. Es la puerta al mundo, en general amorosa y paulatina. También compleja, pero con aristas muy ricas para renovarse.

Ahora no está y no tenemos claridad social de qué sucederá con nuestros hijos en el 2021. Tenemos un barco aparentemente al momento a la deriva. ¿Será que estamos en el momento de revisar lo conocido y observar seriamente de qué está formado el barco?

Lo que es seguro es que nuestros chicos están navegando allí y no podemos dejarlos solos.

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