El reporte muestra que la fabricación de acero crudo llegó a 373.200 toneladas, con un alza del 4,6 por ciento respecto de septiembre y del 3,8 por ciento interanual. También los laminados en caliente crecieron 7,8 por ciento mensual y apenas 0,4 por ciento interanual. En los planos laminados en frío, la suba fue del 12,6 por ciento mensual y del 12,8 por ciento interanual. Sin embargo, el hierro primario —base del proceso siderúrgico— retrocedió 22,4 por ciento frente al año pasado, una señal de debilidad estructural que contrasta con los rebotes del resto de la cadena.

La construcción continúa con actividad baja, aun con un repunte del despacho de cemento del 5,6 por ciento mensual. El sector automotor también exhibe tensiones: avanzó solo 0,2 por ciento frente a septiembre y cayó 9,9 por ciento interanual, lo que refleja un mercado retraído. En maquinaria agrícola las perspectivas son mejores por la campaña de trigo, soja y maíz, aunque crece la preocupación por el ingreso de máquinas nuevas y usadas que desplazan la producción local.

Pero el foco más crítico vuelve a ser la línea blanca. Según el informe, la producción nacional pierde terreno frente al incremento de importaciones. Ese proceso ya tuvo un impacto directo: Whirlpool cerró su planta en Pilar y despidió a 220 trabajadores por la combinación de caída del consumo y mayor ingreso de productos del exterior. La menor fabricación de electrodomésticos reduce la demanda de acero plano y profundiza el deterioro del sector.

Con sectores débiles, consumo flojo y un flujo creciente de importados, las mejoras del mes aparecen más como movimientos aislados que como un cambio de tendencia. La industria del acero está atravesada por desequilibrios en su cadena.