Todos los “brotes verdes” que habían amagado a aparecer en la segunda mitad del año se fueron marchitando. La tan esperada recuperación económica se viene dilatando y el Gobierno ya corre a contrarreloj de cara a las elecciones de 2017. Los amuletos que le quedan al macrismo son tres: más obra pública, blanqueo de capitales y una mayor cosecha. En ese sentido, la desaceleración de la inflación en el segundo semestre permitirá mejorar marginalmente los salarios reales y con ello el consumo, que podría comenzar a encontrar un piso. Así, los números de actividad del cuarto trimestre podrían arrojar resultados positivos respecto al tercero o, en su defecto, en los primeros tres meses del año que viene frente al lapso septiembre-diciembre de 2016.

Lo cierto es que los analistas coinciden en que el segundo semestre no cumplió con las expectativas que había depositado el Gobierno y la recesión continuó su marcha. Prueba de ello fue el último indicador de actividad industrial que superó un retroceso del 7%.

La preocupación oficial por la falta de reacción en la economía pareció colarse en la decisión del Banco Central de reducir la tasa de interés una semana después del triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, que, como graficó la consultora ACM en su último informe “no parece muy ajustada a la propia retórica” de Federico Sturzenegger.

Para el economista Federico Muñoz, “cuesta mucho encontrar datos que reflejen una reactivación, en el mejor de los casos encontramos un piso”, aunque “hay argumentos bastante sólido para esperar una recuperación inminente”.

El principal es la desaceleración en la suba de precios tras la devaluación de diciembre pasado, que permitirá recomponer parte de la caída del consumo del primer semestre.

“La obra pública no es el motor principal, pero sí

una chispa importante”, señalan en el macrismo

El titular de Muñoz y Asociados menciona otros tres factores que jugarán a favor del crecimiento. La obra pública, que “debería arrancar a comienzos de año porque hay muchas licitaciones en camino”. En segundo término, una mayor cosecha, que superará en 15% en volumen a la última, que ya impacta positivamente desde ahora “con el labreo y la fertilización”. Por último, el blanqueo en efectivo que empujará al sector inmobiliario.

Así, “en el último trimestre y más probablemente en el primero de 2017” ya podrán observarse signos positivos en términos desestacionalizados, es decir, respecto a los trimestres previos, por más que la medición interanual siga en rojo.

En tanto, en el macrismo señalan que “sabemos que la obra pública no es el motor absoluto, pero sí una chispa importante porque tiene 27 actividades asociadas”. “Nos costó ponerla en marcha porque hubo que validar nuevos mecanismos para la actividad”, reconoció una fuente oficial en diálogo con BAE Negocios.

“No hubo reactivación, recién en este último tramo se ve más movimiento, en el agro se está incrementando bastante el trabajo, el alimenticio también, y consumo interno levemente creciendo”, le dijo a este diario José Luis Ammaturo, de la Cámara de la Pequeña y Mediana Industria Metalúrgica Argentina (Camima).

El dirigente fabril planteó que “están dadas las condiciones” para una mejora. “Somos optimistas porque las pymes no redujeron personal”, se esperanzó el industrial, aunque aclaró que rubros como el petrolero la seguirán pasando mal. “Se ve un estancamiento y ligero avance, aunque no de la mano de las exportaciones como sucedió en otras ocasiones, a la industria la cuesta ser competitiva porque arrastra sobrecostos altos, a veces de otros sectores”, concluyó Ammaturo.