Arranque a puro cálculo y con grietas imposibles de esconder

Arranque a puro cálculo y con grietas imposibles de esconder

La llegada del frente celeste a la carrera de octubre y la incorporación de Ciano a la campaña de Raverta signaron los días previos al inicio de la campaña. También las palabras de Baragiola contra una funcionaria del PRO y el enfrentamiento de la UCR con Arroyo y Mourelle.

Dos días después de las PASO, mientras disfrutaba el triunfo de su candidato contra Vilma Baragiola, un postulante a concejal de Guillermo Montenegro repasaba las listas que habían quedado fuera de carrera con una certeza difícil de refutar: los votos antiabortistas del Frente Nos irían a engrosar el caudal electoral del candidato de Vidal.

“De eso no tenemos dudas. Montenegro fue uno de los diputados que votó contra el aborto”, recordaba aquel hombre que ya sabía que las cosas en octubre no serían tan sencillas para el vencedor de la interna de Juntos por el Cambio como pronosticaban algunos antes de las de las PASO. Había más argumentos: Lucas Fiorini, senador provincial que impulsa la candidatura de Montenegro, es un fiel exponente de la defensa de las dos vidas. Lo mismo que Juan Aicega, diputado nacional que votó contra el aborto y que, aunque en un principio coqueteó con Vilma Baragiola, terminó apoyando en las PASO a Montenegro.

Por eso, en esa caza de votos que empezó a desatarse después del 11 de agosto, los poco más de 5.000 sufragios del Frente Nos en General Pueyrredon eran un primer estímulo para los que aventuraban una pelea voto a voto con Fernanda Raverta, la candidata del Frente de Todos. La semana pasada, cuando la Junta Electoral publicó los resultados del escrutinio definitivo en su página web y el frente antiabortista apareció con el 1,5% de los votos necesarios para participar en octubre, aquella certeza inicial se deshizo. Nada asegura que el espacio de José Gómez Centurión pueda sostener sus votos en Mar del Plata, pero ya no es posible garantizar que se trasladen a Juntos por el Cambio, como se especulaba.

Otro que podía albergar alguna esperanza de que esos sufragios fueran a su pecera era el intendente Carlos Arroyo, que también se pronunció contra del aborto el año pasado, cuando el proyecto de legalización se debatió en el Congreso. Eran votos que podían colaborar con la única aspiración objetiva que puede tener el intendente el 27 de octubre: estirar tres puntos su porcentaje para llegar al piso que se necesita para ganar bancas en el Concejo.

Otra novedad de los días previos al comienzo formal de la campaña, que fue ayer, la constituyó la foto de Raverta junto a Ariel Ciano. La incorporación del concejal del Frente Renovador busca abrir el espectro ideológico de la propuesta del Frente de Todos en Mar del Plata. Ahora se parece un poco más a la campaña nacional, que ya incluía esa apertura desde el momento mismo en que Cristina Fernández de Kirchner ungió a Alberto Fernández.

Raverta necesita sumar en octubre más votos de sectores medios. Sus modales afables están lejos de ser los de una camporista dura, pero eso no le alcanzó para ganar en el centro y las áreas comerciales. Perdió por cerca de 10 mil votos con Montenegro en el circuito 366, que tiene más de 85 mil electores y abarca sectores como Playa Grande y parte del centro. También perdió, pero por menos de 2.000 votos, en el 367, en el que hay más de 70 mil votantes e incluye otra porción del centro, La Perla y la zona más cercana a la costa de avenida Constitución y sus barrios aledaños. Fueron los dos únicos circuitos en que Montenegro la superó.

“A nosotros en el centro nos fue bien”, dice Ciano. No se refiere, claro, a las PASO de agosto, sino a las elecciones de 2017, en las que encabezó la lista de concejales de 1País, la alianza del partido de Sergio Massa con Margarita Stolbizer. En aquella ocasión juntó el 10,4% de los votos, algo más de 40 mil. Resulta arduo argumentar si esas adhesiones pueden ir o no a Raverta. Menos ambicioso es lo que sugieren algunos después de la foto: que sirva para raspar puntos del exintendente Gustavo Pulti y de Santiago Bonifatti, el candidato de Consenso Federal.

La antesala de la campaña exhibió dos imágenes muy claras. Mostró a Vilma Baragiola cuestionando en el recinto del Concejo a Florencia Ranellucci, funcionaria de Desarrollo Social del PRO, por sus respuestas al colectivo Mamás en Lucha, que agrupa a familias con chicos con parálisis cerebral. “Lamento que una funcionaria diga que no puede hacer nada desde acá. Claro, hay que subirse a un auto, gastar plata de su bolsillo, llegar a Buenos Aires y hacer el trámite donde corresponde”, disparó. La otra imagen fue la de Juan Aicega convertido en el abanderado de la campaña dura contra el kirchnerismo. Ahora vilipendió a Sol de la Torre, la cuarta candidata a concejal de Raverta, por su defensa a la reforma agraria propuesta por Grabois. 

Hay que prestarle atención a lo que está sucediendo en el Concejo, donde una alianza legislativa que se mantuvo con idas y vueltas desde que asumió Arroyo da señales de estar llegando a su fin. Después del acuerdo para bajar el aumento de la Tasa de Servicios Urbanos, plasmado hace dos jueves, el secretario de Economía y Hacienda inició un raid mediático en el que no ahorró críticas al Concejo por la demora en el tratamiento. La reaparición de Mourelle puso en crisis el acuerdo, que todavía debe ser ratificado en una asamblea de concejales y mayores contribuyentes. El radicalismo, que aporta votos sustanciales para su aprobación, se rebeló. No tolera más ataques de Mourelle. Tampoco que el secretario presione, como lo volvió a hacer la semana pasada, reteniendo el salario de los asesores de los concejales.

El mensaje de Cristina Coria en el recinto fue claro: si el funcionario no depone su actitud, será difícil aprobar las ordenanzas fiscal e impositiva. Claves para que el municipio respire a fin de año. La concejal había cambiado su palabra para acompañar el incremento de tasas. De anticipar en comisión que no aprobaría un aumento mayor al 30%, terminó, al igual que su bloque, levantando la mano por un 35%. El agradecimiento de Mourelle fue una crítica furiosa e inexplicable: no era momento para ponerle piedras al sendero del diálogo. 

No es la primera vez que Mourelle dispara contra el Concejo después de la aprobación en primera instancia de las normas fiscal e impositiva. Ya lo había hecho el año pasado, cuando acusó a la UCR de “bombardear” los planes del Ejecutivo. Eso le generó cortocircuitos previos a la aprobación definitiva de las ordenanzas. Le vuelve a pasar. Hace un año se podía argüir falta de tacto político. Ahora no hay dudas de que es una provocación.

Las negociaciones, que se enturbiaron más con las declaraciones de Mourelle, ya venían enmarañadas. Tras el acuerdo del 35%, el secretario buscaba regresar al 37% y esquivar la aplicación de otros cambios que se habían conversado, sobre todo en Seguridad e Higiene, la tasa que pagan comercios e industrias. Lo deslizaron en el Concejo los ediles de la Agrupación Atlántica. Entonces los radicales les hicieron saber que el acuerdo era el que estaba. Y que no se moverían de allí. Les recordaron que hacían un esfuerzo para colaborar en el último tramo de la gestión, pero que a la luz de los resultados electorales la responsabilidad institucional ya empezaba a cambiar de manos.

Para que se entendiera que la transferencia de responsabilidades comenzaba a ser un hecho y que los buenos oficios de la UCR tenían un límite, Coria lo sacudió con mayor vehemencia en una reunión de jefes de bloque: “Tengan en cuenta que hasta Alejandro Martínez tiene más posibilidades que nosotros de llegar a la intendencia”.

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