Análisis: por qué con el dólar más caro que en la era Macri persiste la presión para devaluar

Análisis: por qué con el dólar más caro que en la era Macri persiste la presión para devaluar

El superávit comercial no alcanza para satisfacer la demanda financiera de dólares. La carrera entre el Banco Central y el mercado por atesorar divisas.

La presión sobre los dólares paralelos no cede. Este martes, el blue subió a $183 y el dólar bolsa a $171,52 en respuesta al nuevo torniquete al cepo cambiario que implementó el Banco Central el último jueves. En términos reales, el tipo de cambio está incluso más alto que los $16 del "sinceramiento cambiario" de Macri en 2015, pero la suba no encuentra cota.

Por su parte, para los funcionarios la brecha arriba del 75% obedece a la coyuntura política más que nada porque confiaban en que las señales de reordenamiento macroeconómico de Guzmán alcanzasen para mantener la demanda de divisas más calma. En este sentido destacan que la macroeconomía hoy está más ordenada que en 2015 y no ven razones para que la demanda de dólares se siga acelerando ahora que la inflación empezó a ceder.

En tanto para Federico Furiase, director de EcoGo: "La ventaja hoy es que el tipo de cambio hoy es un 19% más alto que el dólar a $16 de la salida del cepo de Macri, pero el colchón de reservas internacionales es muy finito con las reservas netas en USD 5.800 millones, es decir menos que los que se necesita para cubrir un mes de importaciones y la inercia inflacionaria va al 3% -con dólar y tarifas pisadas-, lo que quiere decir que la inercia es más complicada y la brecha cambiaria es más alta".

 

"Hacia adelante hay un déficit fiscal que va a requerir más emisión de pesos y más emisión de Leliqs para retirar esos pesos, con lo cual el equilibrio monetario y cambiario es muy complicado para un gobierno que decidió transitar las elecciones sin un acuerdo con el Fondo. Por eso creo que la nafta le alcanza para llegar a las PASO de noviembre, pero no para seguir de largo sin un acuerdo posterior", concluyó Furiase.

Mientras tanto, el mercado oscila entre la impaciencia y la desorientación. La incertidumbre respecto del escenario financiero que vivirá el país en ausencia de un acuerdo con el FMI, la inminente suba de tasas de interés en los Estados Unidos que renueve el atractivo mundial del dólar y los cambios en los términos de intercambio se conjugan para que la oferta de divisas por el lado financiero siga limitada, incluso con un alto tipo de cambio real.

También hubo un reacomodamiento de expectativas con la decisión de Guzmán -con el respaldo de Cristina Kirchner- de usar los dólares del FMI para pagarle al FMI. Buena parte de los inversores daba por hecho que antes de octubre se iba a materializar el pedido de Fernanda Vallejos de volcarlos a la economía para financiar el gasto populista preelectoral. Como los más de 4.000 millones de dólares en Derechos Especiales de Giro (DEGs) que este mes va a liberar el Fondo no llegarán al mercado cambiario local, la percepción de más escasez reemplazó las esperanzas de un veranito cambiario preelectoral.  

Por el lado de la economía real, el cepo se configura como el gran freno a la inversión extranjera y por el lado del comercio exterior, el viento de cola también va menguando. Como cada vez que el superávit comercial sugiere menor disponibilidad de divisas genuinas, el mercado y el Banco Central buscan adelantarse a la escasez de dólares; y, esta vez, Pesce se adelantó con más limitaciones al dólar paralelo.

Por el frente del comercio exterior, cabe recordar que los precios récord de los commodities de la pandemia quedaron atrás; y, si bien distan de los mínimos, el mercado espera una dinámica exportadora más modesta para los próximos meses con poco margen para la suba. Al fin y al cabo, el complejo agroindustrial viene liquidando a niveles récord y las exportaciones industriales también aumentaron. Así y todo, la dinámica de las importaciones se mantiene firme creciendo por encima del 40% interanual y podría en breve comerse el superávit comercial. En este sentido, el mercado se adelanta y prevé menos disponibilidad de divisas.  

Los números hablan por sí mismos: con los precios de los commodities del año pasado, el superávit comercial de mayo y junio habría sido de menos de la mitad; y el de marzo habría sido negativo por 156 millones de dólares. Sin precios récord, la restricción externa que se esperaba para el último trimestre se siente cada vez más cerca.  

Puertas adentro de la coalición de gobierno reconocen que la macroeconomía está más ordenada que en 2015, pero no están contentos con los resultados. Los unos creen que la disciplina fiscal de Guzmán -que insiste en la reducción paulatina del déficit para no recalentar la inflación- es excesiva para un año electoral. Los otros creen que la alta inflación mostró el límite para el camino de la emisión y creen que el sendero es el correcto, pero se desilusionan al ver cómo la presión sobre el dólar, lejos de ceder, va in crescendo.

Para Matías Rajnerman, economista en jefe de la consultora Ecolatina. "El dólar ahora es mucho más caro que en 2015. Traído a hoy, estaría por debajo de los $65, e incluso el dólar paralelo está más caro. La economía también está mejor por el lado del superávit comercial gracias a que hay mejores precios internacionales, menos demanda interna y buena demanda desde Brasil. Pero la economía está mucho más incierta que en 2015 y ese es el gran problema. Frente a la incertidumbre, el refugio en el dólar es mayor. Incluso si los salarios cayeron y la capacidad de ahorro es más chica, hay más demanda de dólares".

"Además, en 2015 el mecanismo del dólar bolsa estaba menos aceitado para el común de la gente, ahora es una operación más accesible. Y el Gobierno en lugar de probar por el lado de los incentivos con la tasa de interés -como hizo en octubre pasado y le funcionó- opta por apretar más el cepo", agregó Rajnerman.

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