Alerta sequía: el clima ya resta dólares para la economía de la pospandemia

Alerta sequía: el clima ya resta dólares para la economía de la pospandemia

El campo enfrenta condiciones extremas. La falta de lluvias ya recortó unos u$s 500 millones al trigo que se cosecha hacia diciembre e impactará fuerte en maíz y la soja y su contribución a la economía.

 

La recuperación de la economía, en la que el Gobierno se concentra de cara al día después de la pandemia de coronavirus, tiene en el sector agropecuario a uno de sus principales motores. Luego de ser un puntal casi único de las exportaciones en 2020, la apuesta a una renovada buena campaña agrícola siempre está sobre la mesa y más cuando es el principal aportante de las divisas que necesita el país.

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Pero comienzan a sonar las primeras alertas para esos planes: hoy el campo atraviesa la peor sequía en una década y en apenas tres meses dejó de lado las perspectivas récord para el trigo y que, si las condiciones empeoran puede incluso dejar una cosecha del cereal aun menor.

Y también le pone un techo al otro grano estrella, el maíz, que este año superó a la soja en producción por primera vez en 20 años.

A principios de mayo, todas las condiciones estaban dadas para los cereales de invierno, con el trigo a la cabeza, fueran por nuevas marcas históricas.

 Aun con retenciones de 12% fijadas desde marzo, los buenos precios en medio de la pandemia y fuerte demanda externa, las previsiones daban cuenta de una superficie a cubrir de 7 millones de hectáreas, muy por encima de las últimas cinco campañas, y una producción proyectada en un récord de 21 millones de toneladas.

Pero un mes bastante seco y sobre todo un junio y julio donde la sequía se hizo más fuerte, llevaron a replantear todo el escenario.

La superficie a sembrar con trigo cayó a 6,5 millones de hectáreas, por debajo de la cubierta el año pasado, y con cultivos muy afectados por la falta de agua la estimación de producción aparece ahora en 19 millones de toneladas, con pronósticos de  futuros recortes si la situación se agudiza.

A precios FOB oficiales, ese volumen representa u$s 4750 millones, lo que implica unos u$s 500 millones menos de valor de campaña que se esperaba en mayo (u$s 5250 millones). Está apenas por encima de lo que representó el grano en el ciclo que finaliza, cuando según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires se colectaron 18,8 millones de toneladas de trigo.

Si la caída productiva no es mayor, algo que por la condición de los cultivos parece improbable, el trigo podrá generar exportaciones un máximo de unas 12 millones de toneladas (similar a las de este año) en torno a u$s 3000 millones (contra más de u$s 3600 millones que se pronosticaban) y dejar ingresos al Fisco vía derechos de exportación en torno a u$s 366 millones, también por debajo de lo calculado hace un trimestre apenas.

Los pronósticos no dan buenas señales en ese sentido. La fase "La niña", aunque moderada, continua afianzándose y el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) estima lluvias por debajo de lo normal y temperaturas por encima de lo habitual hasta octubre.

En ese marco, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) alertó que "la falta de agua es la más grave de los últimos 10 años hasta el momento. Hoy el déficit hídrico que supera a la de agosto de 2010, aunque no es tan grave como fue la de 2009".

En ese sentido, la Bolsa de Cereales porteña advirtió en su último informe semanal que seis de cada 10 hectáreas de trigo a nivel nacional tienen condiciones hídricas entre regulares y malas en un momento clave para el crecimiento de los cultivos y su producción final.

Pésima señal para el maíz

Al clima adverso para el trigo, se suman las preocupaciones por el maíz, cuya siembra temprana arranca en dos semanas. Es que para que la campaña avance, se necesitan lluvias que no están previstas, de entre 30 y 100 milímetros según la zona productiva.

Así tras el récord de siembra previo, una producción de 50 millones de toneladas (por encima de la soja), exportaciones por u$s 5590 millones e ingresos al fisco por u$s 2880 millones, se espera una baja de 7% en superficie implantada que derivará en caída productiva.

 

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