Alberto Fernández reveló que Guzmán nunca tuvo su autorización para echar a Federico Basualdo

Alberto Fernández reveló que Guzmán nunca tuvo su autorización para echar a Federico Basualdo

El Presidente habló por primera vez sobre la fallida salida del subsecretario de Energía que generó tensión dentro de la coalición gobernante. Por qué el ministro de Economía decidió insistir con el tema.

Contundente y conciso. Queriendo dejar el tema atrás, pero sabiendo que todos estaban esperando su palabra pública, Alberto Fernandez habló anoche por primera vez con Infobae sobre el conflicto político desatado en la alianza gobernante alrededor de la Secretaría de Energía.

—Presidente, ¿usted autorizó al ministro de Economía para que echara a Federico Basualdo?

— Nunca fui consultado sobre este tema.

Minutos antes de subirse al avión de Aerolíneas Argentinas que lo trasladaría a Lisboa junto con una comitiva reducida, el Presidente desmintió de manera contundente la versión difundida por los voceros de Guzmán una semana atrás y que sostenía que el desplazamiento de Basualdo había sido autorizado por la Jefatura de Gabinete y por el mismo Alberto Fernández.

Tras una semana de especulaciones varias, la espuma había empezado a bajar. Todo indicaba que se aquietaban las aguas. La foto de la unidad de la coalición gobernante en Ensenada, pensada como respuesta al aval de la Corte Suprema de Justicia a Horacio Rodriguez Larreta y la autonomía de la Ciudad, pasaba a ser el nuevo tema político de la semana junto con el acuerdo con la oposición para atrasar el calendario electoral de este año.

Pero el viernes Guzmán eligió el marco del Consejo Federal de Argentina contra el Hambre para reflotar la discusión por el rumbo energético con tanta contundencia que dejó en un tristísimo segundo plano el anuncio de la ampliación de la tarjeta Alimentar que pasó de ayudar a un millón novecientos mil chicos a casi el doble (tres millones setecientos). 🤦🏻‍♀️🤷🏻‍♀️

Hay que reconocer que Guzmán este último viernes no se cortó solo. Había anticipado a los responsables del acto que pretendía utilizar unos minutos para explicar cómo influían las tarifas subsidiadas en la pobreza. Un poco por ingenuidad o por falta de expertise mediática (una de las grandes falencias de este gobierno) y otro porque el tono cansino de Guzmán fue, esta vez, más desafiante que pedagógico, sus dichos terminaron ganando la tapa de los diarios como un paso más en la escalada interna. Y no era para menos.

El ministro se paró frente a sus contrincantes internos como si fuera el único en el Gobierno que lucha por tarifas diferenciadas. Y eso es una falacia. ¿Alguien puede sospechar que La Cámpora, el Instituto Patria o Cristina Kirchner quieren que los vecinos de Puerto Madero, Barrio Parque o countries varios sean subsidiados en algo? “Guzmán dijo algo con lo que todos estamos de acuerdo: debemos hacer el máximo esfuerzo para que los subsidios lleguen a los que realmente los necesitan”, se le escuchó decir anoche a Fernández en la tertulia previa al vuelo.

Pero detrás del discurso de Guzmán se vislumbró algo más. El ministro dejó de percibirse a sí mismo sólo como un técnico y empieza a desplegar alas políticas. Solo así se explica el episodio del viernes. Guzman necesitó dar su versión después de haber recibido un durísimo golpe a su autoestima. Un frío técnico enfrascado en conseguir el mejor acuerdo con el FMI de la historia dejaría de lado esta batalla menor para ganar la guerra. Pero Guzmán ya no puede ocultar que se preocupa por su propia imagen. A veces, como el viernes, a costa de aguar un anuncio importante para el Gobierno y para su mentor, el Presidente.

Está claro que no lo hace por maldad. Es más posible que sea por falta de madurez y por soberbia académica. Un problemita con el que lidia desde los claustros universitarios a imagen y semejanza de su contrincante intelectual interno, Axel Kicillof.

En la Casa Rosada están convencidos que el ministro tiene a su alrededor gente que “le llena la cabeza”. Apuntan a algunos integrantes de GESTAR, ese Instituto de Formación Política que en su momento comandó Mauricio Mazzón, el hijo de un legendario peronista mendocino, el “Chueco” Mazzón, y donde abrevó, entre otros, Diego Bossio.

Los hombres de Guzmán lo niegan. E insisten en que el ministro solo esta enfocado en conseguir el acuerdo por la deuda y en bajar la inflación.

Lo cierto es que en su discurso Guzmán sí ensayó una lectura política. El ministro cree que el voto al Frente de Todos en el 2019 fue a la moderación y a la finalización de la grieta. Las características que antes de las PASO encarnaba el propio Fernández. Pero las urnas demostraron que la gente básicamente votó para que se vaya Macri y para que volviera algo de plata a su bolsillo. Metieron en la boleta a Cristina, que, por más callada que estuviera, de moderada no tenía ni tiene nada.

Y ahí es donde radica posiblemente la discusión de fondo entre Guzmán y La Cámpora o la propia Vicepresidenta.

En la divisoria de aguas del gobierno, Alberto conduce el destino económico a su estilo y concilia estrategias con Cristina. Por eso él fue quien eligió al ministro. Lejos de considerarse como liberal, Guzmán coincide en el objetivo pero no en los métodos del kirchnerismo. Y el kirchnerismo desde hace un tiempo lo empieza a percibir conservador.

En ese ida y vuelta los de afuera no son de palo. El círculo rojo que alguna vez apostó a que Alberto se independizara de Cristina, ahora presiona a través de Guzmán. Es como si dijeran: “Alberto solo no se anima, usemos al pibe a ver si así lo logramos”. Ser defendido por el establishment, por las corporaciones periodísticas de derecha y por la vocera del Fondo Monetario no parece ser una buena carta de presentación en el mundo del actual peronismo.

Además, alguien debería recordarle al ministro que el kirchnerismo es cíclico en sus métodos. Nestor Kirchner usó a Martín Redrado como carta de presentación inicial hasta que lo expulsó sin siquiera las gracias, y Martin Lousteau corrió la misma suerte con Cristina.

Está claro que Guzmán no es el enemigo. Tan claro como que no es él sino el ala política la que tiene en sus manos este año la hazaña de ganar una elección.

Si no logra volver a tender puentes, la faena se le va a hacer difícil. Del otro lado deberían también bajar diez cambios. Entre otras cosas porque son conscientes que el país necesita el acuerdo con el Fondo y aprovechar el viento de cola de los precios internacionales de los comodines.

Guzmán no quiere renunciar ni en broma, a pesar de que algunas de sus actitudes hacen que algunos piensen que quiere forzar su despedida. Y si las charlas con el FMI siguen su curso y si convence al staff internacional de que los países ricos endosen a los pobres en medio de la pandemia los Derechos Especiales de Giro (DEG) puede lograr antes de fin de año sumar más de USD 15 mil millones a las arcas del Banco Central.

Pero para todo eso debe recomponer su relación con CFK y La Cámpora y volver a ser el monje Shaolin tranquilo y certero que se ganó el respeto de propios y extraños en el primer año de gestión.

Bonus Track 1

El gran logro de Daniel Arroyo, la tarjeta Alimentar, empieza a ser debatido internamente en la coalición de gobierno por un dato no menor. El costo financiero que genera la emisión de las tarjetas y de transferencia a los bancos. Mientras el ANSES tiene un acuerdo de monto fijo de 0,27 centavos por cada AUH, los bancos se quedan con el 0,6% de las transferencias por la tarjeta Alimentar. Teniendo en cuenta que en el 2020 fueron 1.567.750 usuarios a los que se les transfirieron 95.390 millones de pesos estamos hablando de mucha plata que queda en el camino.

Bonus Track 2

Martín Guzmán habla del presupuesto 2021 como una Biblia. Hasta ahora ningún integrante del oficialismo osa discutirlo en público. Pero con las heridas abiertas en los últimos días algunos empiezan a animarse. Y no porque ya nadie crea en el 29% de inflación que vaticina. Sino por datos más duros al imaginario peronista.

En principio el presupuesto no contempla la segunda ola de la pandemia. Pero además, en términos reales, hay números que marcan claramente un ajuste casi con sesgo macrista. Las partidas a los comedores comunitarios, por ejemplo, pasaron de 141 mil millones el año pasado a proyectarse 113 mil millones este año. Con una inflación creciente y la pobreza en aumento es un rubro que claramente necesitará en algún momento rectificación.

 

Por Nancy Pazos

 

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