La advertencia de CFK: el modelo económico que se consolida bajo las condiciones del FMI

La advertencia de CFK: el modelo económico que se consolida bajo las condiciones del FMI

Por Julián Guarino

No es una mala noticia que la Argentina exporte más, todo lo contrario. Sin embargo, sin los cuidados y políticas necesarias para una mayor inclusión de amplios sectores de la sociedad que no participan de esas actividades, podría transformarse en una nueva maquinaria de la desigualdad, incluso con un PBI creciendo y con empleo creándose.

Muchas veces, la deuda permite a los países fondear su desarrollo. Otras tantas, le da recursos para pagar vencimientos de otras deudas. Incluso a veces, permite fortalecer la falta de divisas para pagar aquello que no se produce en el país, las importaciones. Cada tanto, se recurre al Fondo Monetario Internacional, un prestamista de última instancia. Este último tiene, a diferencia del resto de los acreedores, un detalle: puede pedirle condiciones al país que le presta. Esas condiciones son transversales: afecta lo fiscal, lo monetario e incluso lo macroeconómico, por ende, lo social.

Sería largo enumerar la historia de la Argentina con el FMI. Baste señalar, como lo hizo la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que en los últimos cuarenta y seis años, desde 1974 en adelante, el stock de su deuda pública externa creció a un ritmo superior al 8% mensual. No es broma. Pasó de unos u$s 4.000 millones a más de u$s 160.000 millones.

Pero el foco, como lo hizo CFK, podría estar dedicado al expresidente Mauricio Macri. Bajo su mandato, se sumaron u$S 90.000 millones, si se toma en cuenta el préstamo del FMI por u$s 44.500 millones de junio de 2018. Como las condiciones acordadas con el organismo eran incumplibles, el gobierno de Alberto Fernández cerró un nuevo acuerdo.

Pero más allá de las cuestiones numéricas, lo que parece una anécdota es lo más importante. La naturaleza del préstamo con el FMI hace que lo más “pesado” de resolver hacia adelante sea siempre el grosero condicionamiento que se impone. Si se lo piensa, nada ha cambiado. Lo de CFK es una nueva advertencia.

El FMI busca asegurarse el repago del préstamo y, para eso, aplicará una y otra vez aquello que conoce: un plan económico que reducirá el gasto público, buscará un déficit cero, atará de manos la emisión monetaria y buscará asegurar la acumulación de reservas del BCRA. El ministro de economía Martín Guzmán intuye que, con este plan económico, se está cerca de lo que pide el FMI.

Que la matriz económica va virando lentamente hacia la de un país que concentrará sus esfuerzos en el frente externo, que pondrá el foco y los beneficios para impulsar aún más a aquellos que se dedican a la exportación de materias primas y energía. Y que eso resolverá, tarde o temprano, la falta de divisas. Puede ser que así sea. Pero el costo de oportunidad de ese programa económico podría ser, en términos sociales, inexorable.

Movilizar la maquinaria del frente externo en detrimento de la del consumo y la inversión pública podría, en el peor de los casos, congelar una forma de producción y distribución de la riqueza muy desigual. Y sin la maquinaria del consumo, las mejoras de dicho ciclo económico podrían quedar “atrapadas” en reducidos sectores corporativos y sociales.

La decisión no es sencilla, pero lo peor que puede pasar es mantenerse inadvertido de que eso tiene lugar por estas horas en la Argentina. Al margen de haber transitado una política irresponsable de endeudamiento que terminó con la soberanía económica en manos del FMI, se define ahora un modelo económico. Además, se consolida este modelo vía paquetes de leyes, arquitecturas impositivas, grupos de beneficios y subsidios y otras herramientas. Y mientras eso sucede, existe también una elección que deja de lado otra forma de producir y distribuir, es el costo de oportunidad de crecer con una enorme deuda con el FMI en la espalda.

La advertencia es esta: el condicionante de la deuda, lo que viene aparejado con el FMI, es lo que le está dando forma a la matriz económica argentina. De ese proceso, la Argentina saldrá como el exportador de materias primas y energía que ya es, pero potenciado, en detrimento de otras variantes que podrían equilibrar esa ecuación. Allí entra en juego la alusión a Techint. No es una mala noticia que la Argentina exporte más, todo lo contrario. Sin embargo, sin los cuidados y políticas necesarias para una mayor inclusión de amplios sectores de la sociedad que no participan de esas actividades, podría transformarse en una nueva maquinaria de la desigualdad, incluso con un PBI creciendo y con empleo creándose.

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