Abasto busca recuperar la calma tras la angustia por la usurpación y el desalojo

Abasto busca recuperar la calma tras la angustia por la usurpación y el desalojo

En la zona esperan que la situación se normalice luego de veinte días de tensión

Sumida desde hace veinte días en una atmósfera de ebullición en la que se respira incertidumbre y angustia, la localidad de Abasto busca por estas horas recobrar la calma perdida. Esa pujante población, cuya planta urbana se extiende en forma compacta en torno a las vías del ferrocarril y la avenida 520, procura volver a la rutina que alteró sustancialmente hace ya tres semanas la usurpación y el posterior desalojo de un enorme predio de cincuenta hectáreas situado a una cuadra de la comisaría séptima, en 520 y 214.

Ayer las calles de esa comunidad de alrededor de 20 mil habitantes mostraban el corolario de lo que había ocurrido el jueves, cuando en una jornada crucial, más de 400 personas fueron desalojadas del predio usurpado en un operativo del que participaron doscientos policías con gases lacrimógenos y balas de goma y dejó un saldo de 13 aprehendidos y decenas de heridos.

Los abastenses viven horas de desasosiego y confusión, pero poco a poco procuran volver a la normalidad

La avenida 520 lucía fuertemente custodiada, en distintos tramos, por cercos policiales que buscaban impedir nuevas usurpaciones. Y si bien continuaron las protestas de los ex ocupantes del predio, la jornada transcurrió sin que se produzcan incidentes.

En 520 y 212 se había formado un cordón de agentes de la Policía Comunal que cortaba el paso a los automovilistas y obligaba a tomar desvíos para seguir su trayecto.

Esa medida se adoptó después de que un nutrido grupo de gente que había estado participando de la ocupación del predio inició un acampe en la esquina de 213. Allí se montó una carpa de gran tamaño -su ancho ocupaba la mitad de la 520- en la que varias familias compartieron al mediodía y a la noche una olla comunitaria.

Eran unas 200 personas que volvieron a reclamar una solución habitacional y dijeron que van a establecerse a modo de protesta en esa esquina al menos hasta el próximo miércoles. Es que, según les prometieron, ese día se trataría en la Legislatura provincial un proyecto para expropiar las tierras de 520 y 214.

Se trata del proyecto de ley de Expropiación 102.1516 presentado en el Senado bonaerense, mediante el cual se declara de utilidad pública y sujetos a expropiación el predio objeto del conflicto, para ser destinados a un plan de vivienda social.

Ramiro Berdessegar, delegado de la Asamblea de legítimos poseedores de la tierra, habló sobre las circunstancias del desalojo y dijo que se sienten “consternados” por el modo en que “fuimos tratados por la Policía”, al tiempo que volvió a sostener que habían realizado una “ocupación pacífica”.

En ese marco, en las últimas horas se conoció un comunicado en el que el vicegobernador Gabriel Mariotto y otros funcionarios repudiaron el desalojo y propiciaron “se evalué la posibilidad de impulsar un jury de enjuiciamiento” de las “autoridades judiciales penales intervinientes”.

TRABAJOS EN EL LOTE

A metros del acampe de 520 y 213 se extendía ayer un cordón de agentes de Infantería que vigilaba el paso hacia la cuadra de los terrenos del conflicto. La custodia en torno a ese predio por estas horas es de tal magnitud, que en cada acceso al lote hay al menos un carro de la Policía y un puñado de efectivos distribuidos estratégicamente.

Durante toda la jornada de ayer se vio a un grupo de personas trabajando en el interior del predio para limpiar y desmalezar la tierra e instalar un cerco perimetral alrededor del lote. Esa era, según dijeron fuentes policiales, una de las condiciones a las que se había comprometido a cumplir el agente inmobiliario Alberto Mattioli, quien se presenta como “judicialmente propietario” de las tierras.

Mientras tanto, los abastenses viven horas de desasosiego y confusión, pero poco a poco procuran volver a la normalidad. El conflicto por las tierras trastocó los contornos del día a día para la mayoría de los vecinos de ese sector del sureste platense. Ayer, por ejemplo, la mayoría de los comercios situados en inmediaciones al foco de tensión continuaba con las persianas bajas.

“Tenemos que estar encerrados en la casa porque no se puede ir ni a la esquina. Estamos intranquilos y con bronca”, dijo Walter Pereyra, vecino de ese sector de Abasto.

Por otro lado, muchos de los frentistas que ya tuvieron que convivir con varios días y noches de detonaciones, amenazas, grescas entre los usurpadores por el reparto y la venta de parcelas, y hechos de inseguridad, soportan ahora la incertidumbre de “no saber qué es lo que va a pasar”.

Otro de los aspectos en los que hicieron hincapié en la zona y que contribuye a intranquilizar el ánimo de los vecinos históricamente establecidos es la falta de información y comunicación por parte de las autoridades sobre lo que va a ocurrir en el futuro inmediato.

Quieren saber, por ejemplo, qué va a ocurrir con la propuesta de expropiación de las tierras y de qué manera se implementaría. Sostienen que a ellos no se los consulta sobre decisiones que pueden afectar directamente su calidad de vida, ya que, remarcan, entre otros aspectos, les preocupa que los servicios públicos colapsen ante un repentino incremento del nivel de demanda en el barrio.

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