Zika: descubren por qué causa microcefalia en recién nacidos

Zika: descubren por qué causa microcefalia en recién nacidos

Un equipo internacional en el que participaron investigadores argentinos logró dilucidar una de las vías a través de las cuales el virus desencadena un síndrome neurológico congénito

Una noche de septiembre de 2015, Celina Turchi Martelli, epidemióloga brasileña graduada en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, recibió una llamada del Ministerio de Salud de su país: habían detectado que estaban naciendo muchos bebés con la cabeza pequeña y querían que averiguara qué estaba pasando.

"Recuerdo la primera semana que fui a las guardias de maternidad: mi primera sensación fue que estábamos en medio de una guerra. Todos tenían esa extraña mirada. Las médicas infectólogas y los neuropediatras, las enfermeras y las madres... Nadie podía entender qué sucedía", contó Turchi Martelli a LA NACION durante una visita a Buenos Aires.

La investigadora, que se convertiría en jefa del grupo encargado de testear las hipótesis sobre el zika y la microcefalia, y luego fue incluida por la revista Time entre las personalidades más influyentes del planeta y por Nature, entre los diez científicos más relevantes de 2016, expresó en palabras el dramático desconcierto de la comunidad científica.

Luego, los estudios fueron apuntando a una asociación entre la acción del virus y un conjunto de afecciones neurológicas que incluye trastornos del desarrollo cerebral, y también patologías como el síndrome de Guillain-Barré, encefalitis, mielitis transversa y polineuropatía desmielinizante inflamatoria aguda, entre otros. Pero quedaba pendiente una pregunta: ¿cuáles son los engranajes biológicos que se ponen en marcha para causar todos estos males?

Un trabajo internacional recientemente publicado en la revista Cell y en el que participaron científicos argentinos ofrece una respuesta: "Encontramos una de las posibles vías moleculares que explica cómo el virus del zika causa microcefalia -destaca Andrea Gamarnik, jefa del Laboratorio de Virología Molecular del Instituto Leloir-. Vimos que una proteína del virus (NS4A) interrumpe la función de otra humana (Ankle2) que había sido identificada previamente como una de las causas de microcefalia en humanos".

La evidencia indica que NS4A, que participa de la replicación del zika, inhibe la funcionalidad de Ankle2, que cumple un papel fundamental en el desarrollo cerebral.

El trabajo fue realizado por cinco centros de los Estados Unidos con los cuales Gamarnik y su equipo vienen trabajando como parte de un programa que se inició en 2010 para estudiar cómo interactúa el dengue con las células humanas y las del mosquito.

Nuevos blancos terapéuticos

"Los virus son parásitos intracelulares obligados -explica la científica, un nombre de referencia internacional en virología-. Tienen que utilizar la célula para multiplicarse. El programa nació para identificar todas las proteínas humanas y del mosquito, y hacer mapas enormes de sus interacciones con cada una de las diez que conforman el virus del dengue".

La iniciativa ya había arrojado resultados alentadores. Hace dos años, Gamarnik y equipo publicaron en Plos Pathogens su hallazgo de cómo una proteína del dengue interactúa con la maquinaria de splicing (el proceso por el cual un gen puede dirigir la síntesis de varias proteínas diferentes) y de esa forma frena la respuesta antiviral de la célula para que el virus pueda replicarse eficientemente.

Dado que los virus del dengue y del zika tienen diferencias menores, cuando apareció el último, los científicos se plantearon que había que extrapolar toda la información reunida para armar un nuevo mapa.

"El zika y el dengue difieren en la forma de transmisión (el primero puede propagarse por vía sexual y vertical, de madre a hijo a través de la placenta) -detalla Gamarnik-. También es muy distinta la patología que causan. El dengue produce fiebre y, en casos graves, hemorragia; pero el zika puede provocar este terrible síndrome congénito que incluye microcefalia y un cúmulo de trastornos neurológicos en los recién nacidos. La otra gran diferencia es que el zika persiste en el semen de personas infectadas por cuatro o cinco meses, mientras que los otros virus de este grupo (como el dengue y la fiebre amarilla) duran pocos días en la sangre. Dado que dos tercios de los pacientes infectados no tienen síntomas, en la zona donde hay un brote todo el mundo tiene que cuidarse".

Cuando en 2015 surgió la epidemia de zika, Priya Shah, una investigadora de la Universidad de California en San Francisco y primera autora del trabajo de Cell, tomó la iniciativa y solicitó la colaboración de los científicos argentinos. Hugo Bellen, del Baylor College of Medicine, que ya trabajaba en Ankle2, logró expresar la proteína del zika y constató que causaba microcefalia en moscas Drosophila.

Dilucidado este mecanismo, todavía no se sabe a qué se debieron las grandes diferencias entre el norte de Brasil y otras regiones, como Colombia, que también tuvieron epidemia de zika, pero menos casos de microcefalia. "No sabemos aún cuál es la explicación, si hay algún condicionamiento genético o si puede haber influido la infección cruzada con ambos virus", concluye Gamarnik.

La epidemia

2015-2016. El nordeste de Brasil fue la zona más golpeada

 

 

Como consecuencia de la epidemia que sacudió al país durante poco más de doce meses, más de 3000 chicos nacieron con síndrome de zika congénito. La manifestación más conocida de este cuadro es la microcefalia, un trastorno que genera un desarrollo insuficiente del cráneo frecuentemente asociado con atrofia cerebral. Aunque los virus del zika y el dengue son similares y ambos tienen diez proteínas, los científicos no sabían a qué atribuir las diferencias en las patologías que causan.

 

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