Visto, oído y comentado en el H.C. Delirante

Visto, oído y comentado en el H.C. Delirante

La lejana Ley de Medios, otro negocio K que sirvió para robar. La toma del diario Crónica, el episodio más salvaje contra un medio de comunicación desde 1983. En 2004 callaron Clarín y La Nación. Hoy le toca a Tiempo Argentino y a sus trabajadores sufrir los excesos del poder. La censura al vandálico ataque que destruyó la Avenida Colón, con la anuencia de Daniel Katz, un radical K en ese momento. Cómo el kirchnerismo fortaleció el monopolio de Aldrey con Néstor Otero como socio.

 

¿Se acuerdan de la ley de medios? Cuánta energía derrochada en esa discusión, que también aprovecharon para robar. Si hubiesen puesto la misma dedicación para aplicar correctas políticas energéticas, nos estaríamos ahorrando discusiones por el aumento del 400 % que hoy nos conmueve. La ley de medios tuvo un claro beneficiario en nuestra ciudad. Si acertó, si intentaba dar con el mismo. Florencio Aldrey Iglesias consumó su proyecto hegemónico, sin interferencias a expensas de los favores del kirchnerismo y Daniel Scioli. 

No sólo Tiempo Argentino. Cuando caen como en cascada los medios que imaginaron Szpolsky, Garfunkel y Cristóbal López, no aparece en escena, el episodio más violento y sangriento desde la recuperación de la democracia en 1983. Claro en ese momento, corría el 2004, los grandes medios nacionales vivían su luna de miel con el presidente Néstor Kirchner. Ahora es Tiempo Argentino y otros medios periodísticos, los vaciados tras recibir millonarias pautas publicitarias oficiales, pero que dejaron miles de trabajadores en la calle, tanto gráficos como periodistas. ¿No sería por eso la ley antidespidos que impulsaron Moyano y Caló?

Un ataque salvaje. El objetivo K era apropiarse del diario Crónica, Crónica TV, y en el paquete estaba El Atlántico de Mar del Plata. El ex intendente Daniel Katz, radical K en ese entonces se hizo el “dolubo”, “todo pasa” como decía Don Julio. Acompañó los desmanes y destrozos de la cumbre Contra el ALCA y hasta ordenó la censura de impecable nota del periodista Mauricio Giambartolomei, hoy en La Nación, y en aquel momento en la Redacción de El Atlántico.

Estaba todo pactado. Hasta dónde iba a llegar la rotura de vidrieras, vehículos, escraches, pintadas etc. estaban liberados los vándalos y convenido entre el gobierno municipal, provincial y nacional. Era por la Avda. Colón hasta calle Corrientes, luego hubo que disimular y hacerse cargo de los gastos de los vecinos afectados. Fue una operación política con varios “Esteches” alquilados para la ocasión, que destrozaron todo a su paso, mientras el Diego y Hugo Chávez se regocijaban en el Estadio Mundialista con un discurso del venezolano de aproximadamente tres horas.

Por qué se tapó todo. El proyecto K incluía hacerse cargo de empresas en dificultades económicas y financieras luego del 2001. Bajaban toda la estructura y logística estatal, “saneaban” las empresas, blanqueban a sus nuevos dueños y se quedaban con las mismas los amigos del poder. Una historia bastante conocida por aquellos años. Había un diseño de apropiación y Crónica fue parte del mismo.

Diario tomado a sangre y fuego. La resistencia de periodistas y gráficos en el histórico edificio de Crónica, en Garay y Paseo Colón, fue quebrada por barrabravas de Independiente y Chacarita que jugaban para el gobierno. El enfrentamiento dejó 9 heridos, tres de ellos de gravedad. Cortaron todos los servicios, agua, luz y teléfonos. Clarín y La Nación, casi no le dieron espacio pese a la gravedad del caso. Finalmente el diario Crónica fue tomado y todos sus trabajadores desalojados.

Los personajes encubiertos. La obra social de la UOM, FORJAR Salud, con Antonio Caló y los hermanos Olmos, estos últimos fueron al frente, pero todos sus movimientos eran acompañados por el entonces ministro Carlos Tomada y por el propio Hugo Moyano. El líder de los camioneros llegó incluso a recibir a los trabajadores que no podían cobrar su indemnización. No cumplió ninguna de sus promesas, porque los atendió en la clandestinidad, para no exponerse.

Sembrados de patovicas. Todos vestidos de negro (como en el corralito que montó Julio Piumatto en la marcha por el fiscal Nisman) los “patova” estaban desplegados estratégicamente en los 10 pisos del edificio de Crónica. Una semana después en el centro de la Capital Federal (era el 2004) ni se hablaba del tema. Se había consumado parte del plan. Hoy los Hermanos Olmos siguen figurando en Crónica, y el grupo que lleva su nombre ha sido uno de los más beneficiados con la pauta oficial.

El Atlántico no sobrevivió. Hoy circula una versión limitada del matutino que había ganado la consideración de los lectores marplatenses. En épocas de la muerte de Alberto Olmedo, el asesinato de Alicia Muñiz por el cual fue condenado Carlos Monzón y Argentina campeón del Mundial ´86, El Atlántico lideró el mercado con la venta de 50.000 ejemplares por día. Competía y en algunos casos había desplazado a La Capital.

Abandono y vaciamiento. Para el Grupo Olmos, Mar del Plata no era una plaza seductora dentro de sus objetivos, pese a las reuniones que el ex intendente Daniel Katz mantuvo con los culatas de la UOM, prometiéndoles apoyo. Se fue extinguiendo lentamente, reduciendo sus ediciones, hasta resultar testimonial.

La mano larga de FAI. Para consumar todo este proceso fue necesaria la participación de Florencio Aldrey Iglesias, quien se sumó a la operación adquiriendo en un remate público la rotativa de impresión, justamente en un acto que se llevó a cabo frente a la sede de Bolívar 2975, en el Colegio de Martilleros.

Un final previsible. Ante la pasividad de la clase política marplatense, por años sodomizada por Aldrey, en vergonzantes besamanos, hoy El Atlántico está sostenido por el propietario del multimedios en sociedad con Néstor Otero, otro empresario procesado por cohecho junto a Ricardo Jaime. Aldrey y Otero comparten los emprendimientos que en Mar del Plata, les facilitó el kirchnerismo, pero da toda la impresión que están en retirada, algo que muchos esperaron cobardemente sin dar batallas o haciéndolo detrás del anonimato. Esta es la ciudad que quedó, la que los representa, en ruinas y en bancarrota.

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