Un vínculo lleno de desconfianza que solo puede engendrar conflictos

Un vínculo lleno de desconfianza que solo puede engendrar conflictos

El gobierno de Arroyo y el sindicato de Gilardi se desprecian mutuamente. El resultado es la parálisis del municipio. Mientras, el propio Ejecutivo retrasó la discusión del presupuesto. Esperan que el debate de final de año en el Concejo sea por Giri.

El gobierno habla de mafia, tilda al gremio de extorsionador y le adjudica un ánimo destituyente. El gremio considera a Arroyo el peor intendente desde la vuelta de la democracia y lo denuncia por “conductas intimidatorias”. Así piensan de cada uno los sectores que deben ponerse de acuerdo para resolver la paritaria municipal. Los divide un abismo.

La cúpula del Sindicato de Trabajadores Municipales (STM) no está dispuesta a ceder: el Ejecutivo le ofrece cerrar el año con un aumento de 30% cuando la inflación orillará el 50%. En la administración admiten que la inflación se disparó, pero piden clemencia. La última propuesta establece un aumento de 50% interanual, pero a concretarse en marzo.

El vínculo se nutre de una desconfianza mutua. El ataque a la cúpula sindical de los primeros tiempos de Hernán Mourelle en el municipio, la eliminación de los códigos de descuento y el quite de la bonificación a los docentes, entre otros episodios menos notables, hacen que el sindicato de Gilardi vea en el gobierno de Arroyo un enemigo.

Los reclamos salariales, las sucesivas medidas de fuerza, las críticas al jefe comunal y la sospecha de que el gremio era más compasivo con la gestión anterior producen en el gobierno un efecto calcado. Ese recelo solo puede engendrar conflictos.

Un gesto que buscó descomprimir la tensión fue la exclusión de Mourelle en las negociaciones. El secretario de Hacienda de Arroyo, la estrella del gabinete, no tiene lugar en la mesa en que se define la principal negociación del municipio. Ese sitio lo ocupa Alejandro Vicente, uno de sus rivales dentro del gabinete.

No es el único. Con su afán de protagonismo, Mourelle no paró de generar rispideces en el equipo de gobierno. “Lo sostiene el intendente, es su alter ego”, lo definió otro funcionario de primera línea.

Mourelle ascendió a favorito de Arroyo por los pagos en término y con fondos propios al personal. Al jefe comunal no parece importarle, sin embargo, la retahíla de conflictos que el secretario le ocasionó. “Hay muchos frentes abiertos, hay que ir cerrando de a uno”, advirtió Vilma Baragiola. La mayoría de esos frentes, que involucran a diversos sectores sociales, gremiales, políticos y empresariales, los abrió Mourelle. El intendente avala cada una de esas confrontaciones. No hay otra forma de explicar la continuidad del secretario en su cargo.

En la demora del tratamiento del presupuesto no tuvieron ninguna influencia las medidas de fuerza de los municipales.

Para cualquier gobierno, el presupuesto y las ordenanzas fiscal e impositiva son prioridad. Pero el de Arroyo y Mourelle tuvo la curiosa particularidad de posponer el debate con un solo movimiento: convocó recién para el 26 de diciembre a la audiencia pública obligatoria que debe hacerse en el Concejo.

Cuando vio publicada esa fecha, el presidente de la comisión de Hacienda, Alejandro Carrancio, cayó en la cuenta de que todo lo que había hecho para acelerar el debate fue en vano: no habrá ningún adelanto en la comisión hasta que el equipo económico no presente en la audiencia la ordenanza madre.

El cronograma de asistencia de funcionarios para explicar ante los concejales los presupuestos de cada área, que se había puesto en marcha con la presencia de Mourelle, fue directo al cesto de basura. En la demora del tratamiento no tuvieron ninguna influencia las medidas de fuerza que llevaron adelante los municipales. Lo demuestra un dato: la reunión de la comisión de Hacienda convocada para el miércoles pasado no contenía en su orden del día el cálculo de recursos ni las ordenanzas que fijan las tasas.

En el Concejo creen que esas normas recién se terminarán tratando en el recinto en enero. Para eso hay quienes tratan de reconstruir los desgastados vínculos entre el disminuido arroyismo y el resto de los bloques. Pero esa reconstrucción necesitará de algún guiño del gobierno: ¿mandará en algún momento la ordenanza que fija las remuneraciones, bonificaciones y compensaciones del personal municipal, como le reclama la comisión, o prevalecerá la postura de Mourelle, partidario de ocultarla?

En el Concejo esperan que otra discusión se anticipe al presupuesto. Es la vinculada al nombramiento de Emiliano Giri en OSSE. El dirigente del PRO ya actúa como jefe de la empresa de aguas. Pero los concejales recordaron que cualquier designación en el directorio de OSSE debe ser avalada por ellos. Y solicitaron que antes del jueves próximo, día en que se hará efectiva la renuncia de Mario Dell’Olio, el Ejecutivo envíe el pliego con el nuevo integrante del directorio.

Pasar por el tamiz del recinto no le será sencillo a Giri. No lo había sido cuando, en enero de 2016, los concejales trataron su nombramiento como presidente del Emtur. En aquel momento fue clave la abstención de un opositor para que se impusiera la voluntad oficial. Ahora la cuesta legislativa asomaría aún más empinada.

Por el momento, el relato oficial menciona a Giri como asesor. Es una narración que siempre tiene deslices insuperables. La semana pasada OSSE se ufanó de que sus políticas de acompañamiento al sector de la construcción aumentaron este año un 15% los trámites en Obras Privadas. Lo hizo tras anunciar que volverá a reducir el cargo de factibilidad. Pero resulta excesivo por donde se lo mire adjudicar el crecimiento de la presentación de planos solo a la política de esa empresa.

Más grandilocuente fue, como siempre, Mourelle. En su presentación ante los concejales de Hacienda sostuvo que el mejoramiento de las finanzas municipales permitió dinamizar los pagos a los proveedores y generar un mayor movimiento económico en la ciudad que derivó en la baja del desempleo. Se adjudicó en una sola frase el descenso del índice que más preocupa en Mar del Plata. Y no se puso colorado.

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