Viaje al hermetismo de Cristina: todos los nombres que suenan para el gabinete

Fernando González

Antes de todo, conviene aclarar algo. Cristina habla muy poco de lo que hará después del 23 de octubre en su gestión como presidenta reelecta. Casi nada. Ni Carlos Zannini, ni Amado Boudou, ni Oscar Parrilli, ni algún otro sabe exactamente cómo conformará su nuevo equipo de gobierno.

“Es más hermética que Néstor”, explica un habitante de la Casa Rosada. “Nadie sabe ni el 20% de lo que va a pasar”, completa otro. Sólo hay algunas señales, ciertos gestos, unos pocos nombres que empiezan a sonar. El Cronista sondeó los ánimos triunfalistas de esos kirchneristas que poco saben de su futuro. Y éste es el resumen que permite hacer las primeras proyecciones. Un escenario que comienza a esbozarse a 72 horas de la elección presidencial.

La sucesión de Amado

Hay tres nombres que se destacan para reemplazar a Boudou en el ministerio de Economía. El preferido del candidato a vicepresidente es el secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino. De ese modo, ejercería un padrinazgo sobre su puesto actual y tendría allí, además de a un funcionario leal, a un especialista en deuda y financiamiento, dos de las complicaciones que podría tener la Argentina en 2012. Pero hay quienes creen que la Presidenta no le concederá tanto poder a su ministro favorito. Allí es donde crece la figura de Diego Bossio, el titular del Anses que maneja la caja más líquida del Gobierno. 32 años, perfil económico heterodoxo y peronista, más una esposa que integra el círculo de mayor confianza de Cristina. Todas razones que posicionan al joven con el que Máximo Kirchner evalúa los avatares futbolísticos y financieros del Racing Club de Avellaneda. Y en tercer lugar, está la ascendente Débora Giorgi, apuntalada por la Unión Industrial Argentina y el influyente Ignacio de Mendiguren. En ese caso y como ya adelantó este diario, el también industrial Federico Nicholson podría recalar en el ministerio que hoy ocupa Giorgi. Bingo perfecto. La guerra kirchnerista contra la suba del dólar ha dejado un poco más rezagada a Mercedes Marcó del Pont, la titular del Banco Central. Y aunque no mantiene con Cristina una relación de chicas como la que construyó Giorgi, siempre es una economista del desarrollo que puede ser tenida en cuenta.

El mundo exterior

Muchos apuestan a que Héctor Timerman va a dejar de ser canciller en diciembre. Él se lo toma con ironía y sólo responde que le esperan tres semanas de viajes y mucho trabajo global después de las elecciones. Sin embargo, sobrevuelan la interna diplomática los nombres del secretario de Relaciones Económicas de la Cancillería, Juan Carlos Kreckler (hombre de confianza de Julio de Vido); el del actual embajador en las Naciones Unidas, el peronista Jorge Arguello, y el de Carlos Piñeiro Iñíguez, un economista, filósofo y teólogo de origen peronista que fue embajador de Ecuador, condecorado allí por el presidente Correa y al que Timerman designó al frente del ISEN (el Instituto del Servicio Exterior de la Nación), institución en la que ahora desfilan, además de la burocracia diplomática, muchos dirigentes kirchneristas y hasta los integrantes de la agrupación La Cámpora. Tantos pergaminos K vienen potenciando las chances de este embajador.

El dilema camionero

Cristina ya tiene un nombre de mujer cantado para el ministerio de Trabajo. La reemplazante de Carlos Tomada sería la actual secretaria de la cartera, Noemí Rial. Con ocho años en la función, conoce todos los pasillos del edificio de la calle Alem y la Presidenta confía mucho en su criterio. Sobre todo, será la encargada de conducir la transición de la CGT que concluirá en julio de 2012 cuando finalice el ciclo de Hugo Moyano y otro sindicalista ocupe su lugar. ¿Los candidatos? Cristina tiene dos: el metalúrgico y jefe de la UOM, Antonio Caló, y el flamante titular de Smata, Ricardo Pignanelli, a cuya asunción el mes pasado concurrió toda la plana mayor del Gobierno. También corrió con chances el secretario de UPCN, Andrés Rodríguez. Pero Cristina prefiere el metal o los autos a la burocracia estatal como señal de época. Eso sí. La orden es reemplazar a Moyano con Moyano adentro. No sea cosa de crear una CGT disidente con la que el camionero la corra por izquierda.

La jefatura deseada

Hasta hace un año cansado y con ganas de descansar en su chacra bonaerense de Lima, Julio De Vido ostenta hoy un ánimo renovado y una relación óptima con Cristina. Su única chance de dejar el ministerio de Planificación Federal es ir a la jefatura de gabinete que dejará Aníbal Fernández. En ese caso, ocupará un espacio al que le tiene muchas ganas el actual ministro del Interior, Florencio Randazzo. “El Flaco”, como le dicen al dirigente de Chivilcoy, ha bajado mucho el perfil en los últimos días, pero espera que su trabajo de control en las rutas y la campaña nacional para entregar DNI lo vuelvan a posicionar para terminar adentro del gabinete de la Presidenta, sin sentir el frío de los que se quedan afuera.

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