Por el veto de Vidal a Magario, se enturbia la negociación por la futura cúpula de la FAM

Por el veto de Vidal a Magario, se enturbia la negociación por la futura cúpula de la FAM

Pasado mañana, en Costa Salguero, se juntan los intendentes para decidir su nueva conducción, apartando al PJ. El Gobierno apuesta a un triunvirato pero sin La Matanza

Oficialistas y opositores involucrados en las negociaciones juran que poco les interesa la futura conducción de la Federación Argentina de Municipios (FAM), en manos del intendente peronista Julio Pereyra (Florencio Varela) desde diciembre de 2003. Sin embargo, todos participan de febriles negociaciones, que hoy durarán todo el día, para destrabar la puja entre la Casa Rosada/La Plata y un fragmentado PJ. Queda poco tiempo: pasado mañana, en Costa Salguero, sus socios deberán votar a la nueva conducción en una asamblea de la entidad que hace 13 años no se somete a votación.

El viernes pasado, luego de que Mauricio Macri juntara a jefes comunales de todo el país, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, le llevó la última condición de Cambiemos a referentes del heterogéneo justicialismo bonaerense: el veto de la mandataria María Eugenia Vidal a la intendenta Verónica Magario, revalidando la mediática guerra civil entre La Matanza y el poder provincial en La Plata. Originalmente, apropiando el slogan K del "Vamos por todo", la administración de Cambiemos apostaba a arrebatarle al PJ el control de una Federación, que en rigor, apenas fue en los últimos años una herramienta para que Néstor Kirchner salteara gobernadores para dialogar con caciques territoriales sin intermediarios.

 

 

Más relajadas, las primeras negociaciones de los enviados de Frigerio (su viceministro Sebastián García De Luca y el subsecretario de Gestión Municipal, Lucas Delfino) arrojaron como resultado un esquema de presidencias rotativas: un año para el PJ (Magario por un golpeado judicialmente Pereyra); otro para Cambiemos (con la propuesta del radical cordobés Ramón Mestre, hoy vice de la FAM); y uno más para el massismo (el salteño Gustavo Sáenz).

 

 

Era clave a quién le tocaría el primer periodo, que ocupará la campaña legislativa 2017. A falta de acuerdo, con la CGT como espejo, se buscó una salida por arriba del laberinto: un triunvirato. Todo avanzaba hasta que, la semana pasada, escucharon al ministro la transmisión del veto a la matancera socia de Fernando Espinoza, presidente del PJ bonaerense: Gustavo Menéndez (Merlo) por el Grupo Fénix, que no reniega de Cristina Fernández de Kirchner; Gabriel Katopodis (San Martín), del Grupo Esmeralda, que aún busca conductor y que no reniega de Sergio Massa; y Alberto Descalzo (Ituzaingó), líbero pejotista e histórico socio de Pereyra.

 

 

"Queremos una FAM vinculada a la gestión, devolverle su rol institucional y que deje de ser un aguantadero del peronismo para cerrar listas", enarbolan en el Ministerio del Interior. No obstante, la entidad nunca tuvo esa función. Bajo el reinado de Pereyra, no se sabe cuántos municipios/socios tiene y ni cuáles están con la cuota al día.

 

 

Por ahora, Magario cuenta con el respaldo explícito de los miembros del grupo Fénix (es una de ellos) y de los del Esmeralda, por desinterés en la FAM que se traduce en un apoyo implícito. Mirando desde afuera, éstos últimos desean más destronar a Espinoza del PJ para digitar las listas el año que viene que participar de la pelea. Salvo que el Gobierno, con el debate por el Presupuesto en el medio, les ofrezca algo a cambio. Nada es gratis.

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