La verdadera prueba de fuego de la Ciudadana

La verdadera prueba de fuego de la Ciudadana
El regreso a las actividades de muchos empleados, en el primer dia hábil de febrero, es un desafío para el flamante sistema. Incorporan 50 puntos de venta de la tarjeta.

Llegó el primer día hábil de febrero. La fecha no pasará inadvertida para todos aquellos que regresaron de las vacaciones y hoy deberán reintegrarse a sus empleos. Si utilizan el ómnibus, que nadie olvide de que sin la Tarjeta Ciudadana no se puede viajar en las líneas urbanas.

Finalizada la feria de enero, regresan a la actividad los empleados de todos los ámbitos de la Justicia. En unas semanas, además, volverán los chicos a las clases y las universidades abrirán sus puertas. Quienes aún no hayan comprado el plástico deberán acudir a los puntos de venta o al Centro de Atención al Usuario (CAU), de Junín 58, para no “quedarse a pie”.

La intención de las autoridades municipales, en los días previos al fin de los cospeles, era evitar que se generara el “cuello de botella” alrededor de las bocas de expendio. A pesar de las quejas de usuarios, de empresarios y de organizaciones de defensa del consumidor y del usuario, el subsecretario de Tránsito y Transporte capitalino, Esteban Giovanniello, informó que, de acuerdo con un relevamiento, no se registró ningún faltante en la distribución de los plásticos en los 194 puntos de venta y recarga de la Ciudadana.

Sin embargo, la escena repetida dentro del microcentro fue la de usuarios pugnando por adquirir las tarjetas.

Desde la empresa Atos (a cargo de la implementación del sistema) informaron que incorporaron otros 50 puntos de venta y pusieron en funcionamiento puntos móviles para la recarga de tarjetas en las plazas Independencia y Urquiza, y en la peatonal Muñecas.

La Asociación de Empresarios del Transporte Automotor de Tucumán (Aetat) y el Frente de Organizaciones de Defensa del Consumidor y del Usuario (Fodecus), habían solicitado al intendente, Domingo Amaya, una prórroga a la vida útil del cospel. En virtud de sus estimaciones, alrededor de la mitad de los usuarios todavía se manejaba con las fichas. No obstante, el municipio mantuvo su decisión.

El sábado fue el “día D” para el transporte público de la capital. Tras 25 años de vigencia, los cospeles dejaron de circular y la tarjeta se convirtió en el único medio de pago. Fueron cinco meses de convivencia con las fichas.

Quienes debieron poner el cuerpo fueron los choferes. Ellos lidiaron con las tensiones de los pasajeros que intentaban viajar con el cospel o con dinero. La línea 19, inclusive, detuvo el servicio entre las 8 y las 14, debido a que los conductores se negaron a recibir cospeles o dinero, como las autoridades de la empresa les habían indicado, desoyendo la determinación del municipio

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