A un mes, vecinos reparan paredes, heridas e historias

Hay materiales de construcción en 80 de las 750 casas dañadas. Decenas de personas con tratamiento y una ausencia irreparable.

un mes de la trágica explosión de la Química Raponi, que hizo temblar a toda la ciudad de Córdoba, recorrer la zona más afectada de barrio Alta Córdoba deja una doble impresión. Por un lado, la del luto, la soledad y el silencio que se escapa por las persianas rotas; por el otro, la de un grupo de personas que se está reconstruyendo por fuera, en el aspecto de sus viviendas, y por dentro, para salir del shock.

Esta dicotomía se percibe también en el modo con el que los damnificados se paran ante la evolución de los trabajos de reparación que hacen, en conjunto, Provincia y Municipalidad: reclaman por las demoras y por los incumplimientos; pero reconocen, a la vez, que “algo se está haciendo”.

La casa de Teresa Saenger, en calle Avellaneda, al lado del ingreso a la Química que explotó, es una de las 10 que deben ser demolidas. Con su dueña alquilando una vivienda en barrio San Martín, las paredes rajadas y temblorosas albergan los materiales de construcción para todas las reparaciones de esa cuadra: “¿Qué quiere que le diga? Dentro de todo esto que nos pasó, yo le doy gracias a Dios porque mi hija, mi nietita y yo estamos vivas. Es como un milagro porque mire usted cómo están estas paredes... y esta gente está trabajando”.

Claudio Utrera tiene su casa en frente de la Química, y también está en obra. Por seguridad, durante la noche siempre se queda un miembro de la familia para cuidar; los demás se trasladan a la casa que están alquilando, a tres cuadras de allí. “Yo soy abogado y sé muy bien qué es el daño moral, pero ahora que lo estoy viviendo en carne propia lo entiendo: mi hija mayor no pudo rendir ninguna de sus materias de Medicina; mi hijo más chico duerme con la luz prendida; todos estamos con tratamiento psicológico porque de la euforia pasamos al bajón en un instante, y cada vez que se escucha un ruido fuerte, temblamos. Ni qué decir cuando se escucha un trueno”.

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