Vecinos del plan Solidaridad conviven con un río de cloaca

Vecinos del plan Solidaridad conviven con un río de cloaca

El agua podrida no deja de correr por la calle desde hace 6 meses. Hicieron el reclamo a la Municipalidad, pero no tuvieron respuesta.

El ingreso a las cien viviendas del plan Solidaridad, ubicadas al lado de los anexos 4 y 5 del Eva Perón, no es apto para olfatos sensibles. Y es que una de las calles que rodea a las cuatro manzanas del barrio de casas sociales tiene una cloaca rota que no para de perder agua. El líquido podrido se extiende por toda la arteria y llega hasta el extremo norte de la Riobamba, que es una de las vías de acceso al vecindario. Pero para quienes viven en la zona el mal olor y el pavimento inundado no son una novedad: tienen el mismo problema desde abril, cuando se mudaron a los hogares que ellos mismos construyeron.

“Hace seis meses que vivo acá y siempre es lo mismo. Ahora hay menos agua, pero suele ir de punta a punta del asfalto”, dijo Marta, que tiene su vivienda en la calle que bordea el barrio y que lo divide del Eva Perón. Según la vecina, la falla está a unas cuadras de su hogar y es un arroyo constante que además de llenar de tufo todas las casas, complica el paso hacia la vereda de enfrente e impide que los chicos puedan divertirse afuera. “Hay niños que juegan sobre los charcos. Yo a mis hijos los cuido para que no toquen el agua podrida, limpio con creolina, lavandina y riego constantemente”, agregó.

Para Yolanda, la pérdida también representa un foco infeccioso para los nenes del barrio, que tiran la pelota al pavimento, el balón se moja y se ensucia y después lo agarran con las manos y no toman los recaudos de higienizarse después. Como sus chicos son pequeños y no se dan cuenta del peligro, prefiere que permanezcan adentro de su casa o en la entrada.

“El intendente tendría que venir a ver lo que pasa con sus propios ojos”, dijo la mujer, quien agregó que tienen problemas con las cloacas desde que empezaron la obra de las viviendas, hace más de dos años. Los hogares son parte de un plan de autoconstrucción, en el que el Gobierno aporta los materiales y el asesoramiento y los propietarios realizan ellos mismos sus casas y empiezan a pagar las cuotas una vez que se mudaron.

Yolanda explicó que reclamaron a la Municipalidad, pero nunca obtuvieron una solución. Aunque no todos están al tanto de las quejas. Jésica, que tiene su casa en la misma cuadra que la de Marta, comentó que no sabía si sus vecinos habían comunicado la falla a la Comuna, pero afirmó que siempre ve el arroyo de agua servida, que varía en la intensidad de acuerdo al día y empeora en épocas de lluvia.

Además, los habitantes del vecindario ya tienen un historial de exigencias en la Intendencia. Tuvieron que movilizarse para que pasara el basurero, algo que consiguieron tres meses después de llegar a la zona. Y Marta añadió que otro de los inconvenientes es la inseguridad en el barrio (Ver "Más de un inconveniente").

La cercanía del verano no es una buena noticia en la zona. Todo lo contrario. Las beneficiarias del plan Solidaridad aseguraron que el calor hace más fuerte el olor y se complica la estadía incluso dentro del hogar, ya que es imposible tener todo cerrado para que el tufo no ingrese.

Igual que el agua podrida y el olor, el reclamo por las cloacas llega hasta la Riobamba y molesta a las familias que habitan varias cuadras de esa arteria en dirección a la ruta 147. Una de las afectadas es Juana, que tiene un charco en la entrada de su hogar. “Es un asco. Hay muchas moscas. A mis hijos los tengo encerrados y no abro ni las ventanas para que no entre el olor”, afirmó la puntana, que hace cinco años vive en la zona y siempre tuvo una montaña de barro en la puerta.

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