La idea de Carlos Arroyo de evitar que el municipio siga adelante con la construcción del nuevo centro cívico en el barrio Libertad generó un amplio rechazo en el vecinalismo marplatense. Por eso representantes de más de una decena de sociedades de fomento se reunieron ayer para repudiar las declaraciones de concejal, al que no sólo acusaron de "arbitrario". También le reprocharon "no haberse interesado nunca" por la problemática de los barrios más alejados del centro y le reclamaron "interiorizarse sobre el sentido de las obras en marcha" antes de opinar.

La dura réplica de los vecinalistas se produjo luego de que el candidato de Cambiemos calificara como una "tontería" el proyecto de trasladar a las principales dependencias del municipio al nuevo complejo que está siendo construido en Libertad y Tandil.

Junto a ese edificio, el cual se encuentra en pleno proceso de obra, los dirigentes de distintas sociedades de fomento se mostraron disgustados frente a esas declaraciones, las cuales ya habían despertado críticas de parte del Plan Estratégico y del Colegio de Arquitectos.

"Así como en su momento apoyamos el inicio de esta obra hoy nos vemos obligados a defender su continuidad frente a un señor que dice que si llegara a ser intendente evitaría que siga adelante. Arroyo nos obliga a movilizarnos para expresar que lo que dice es una verdadera locura", sostuvo el presidente de la sociedad de fomento Libertad, Dante Albornoz.

"Acá no teníamos nada de nada"

No fueron pocos los vecinalistas que acompañaron este planteo. Junto a Albornoz ayer hubo dirigentes de los barrios Florentino Ameghino, Virgen de Luján, Coronel Dorrego, Feliz, 9 de Julio, San Jorge, La Herradura, Los Tilos y Santa Rosa de Lima, entre otros.

Todos ellos pertenecen a la zona noroeste, la cual será la más beneficiada por la creación del nuevo centro cívico y por la ejecución de otras obras de infraestructura complementarias.

Algunas de ellas, como la pavimentación de calles y la construcción de un gimnasio y un natatorio, ya son una realidad. "Sabemos que junto al traslado del centro cívico habrá progreso de muchos barrios que durante años han sufrido un enorme atraso. Pero ahora resulta que el señor Arroyo, de una manera inconsulta, se opone a un proyecto que ni conoce. Hace 4 o 5 años que es concejal y nunca lo vimos recorriendo las sociedades de fomento. Ningún político, se llame como que se llame, tiene derecho a parar una obra de esta magnitud sin consultarle a nadie", sostuvo el vecinalista de Ameghino, Rubén Pereira.

La vecinalista de Virgen de Luján, Virgina Sosa, también apoyó las críticas de sus colegas. "Acá no teníamos nada de nada. Ahora ya contamos con un polideportivo que permitirá que los chicos y los adultos no tengan que trasladarse hasta el centro para practicar un deporte. Vemos que todo lo que se está haciendo beneficia al noroeste y vamos a pelear porque continúe", aseguró.

Por su parte Rubén Escudero, de la sociedad de fomento Coronel Dorrego cuestionó la "ligereza" con la que Arroyo se refirió a las mejoras realizadas en la zona durante los últimos años. "En nuestros barrios la gestión del intendente Gustavo Pulti ha hecho cosas como pluviales, salas de salud, jardines de infantes o escuelas municipales. Son cosas que se pueden ver y tocar. Nos preocupa que la oposición diga que cambiaría todo y que se crea capaz de revertir un proceso gracias el cual logramos que por primera vez en la historia la política se ocupara de lo que pasa del otro lado de la avenida Champagnat", afirmó.

La crítica del vecinalismo hacia las opiniones de Arroyo con respecto al centro cívico no fueron las únicas que se escucharon por estos días desde que asegurara que, si llegara a ser intendente, desactivaría el proyecto.

Uno de los primeros en salirle al cruce fue el director del Plan Estratégico, Rubén Pesci, quien sostuvo que evitar que el proyecto siga adelante sería un "intento absurdo por retrotraer la historia".

Además, el prestigioso urbanista argentino explicó que lejos de ser una ocurrencia de una gestión, la creación del centro cívico fue el resultado de trabajo de planificación que contó con el asesoramiento de expertos internacionales y que fue sometido a un amplio proceso de consulta con instituciones locales.

Otra de las objeciones surgió del Colegio de Arquitectos, cuya presidenta, Julia Romero, sostuvo que "nadie puede decir que porque no le gusta podría desactivar una obra que ya está muy avanzada" y que además está basada en "criterios de planificación urbanística consensuados democráticamente".