Urtubey, el agorero de la realidad virtual

Urtubey, el agorero de la realidad virtual
La muerte de un pequeño de 8 años en el flamante Hospital Papa Francisco, construido hace poco tiempo al sudeste de la ciudad, retornó a la opinión pública y colocó nuevamente al esquema de atención sanitaria en el ojo de la tormenta.

El caso retomó vigencia esta semana, tanto por la indignante y absurda muerte del niño, como por la situación que se vive en ese centro asistencial, presentado hace unos meses como un paradigma de la salud pública de este Gobierno.

Si bien el deceso ocurrió a principios de diciembre, la falta de respuestas a los pedidos de la planta de profesionales que allí se desempeñan, motivaron que los reclamos vuelvan con más fuerza, apuntalados por el caso del menor fallecido, pero también por una actitud de inoperancia y desinterés por parte de los responsables del sistema de salud en la provincia.

Desde un primer momento el caso tuvo un alto impacto y fue el motivo de reuniones urgentes entre los médicos y el anterior ministro de Salud, Enrique Heredia. Pero posteriormente, como suele ocurrir con la especulación política, la trascendencia pasó a un segundo plano con el cambio de autoridades ministeriales.

Los médicos que habían iniciado los reclamos decidieron esperar un tiempo prudencial a la espera de respuestas pero hoy están dispuestos a retomar las protestas.

Es que nada parece haber cambiado en el hospital Papa Francisco. La muerte del nene de apenas 8 años, atragantado con comida, se dio con una sucesión de desafortunados acontecimientos que tuvieron a la guardia del centro asistencial del sur como un punto crítico.

En un primer momento se había indicado que el Samec equivocadamente quiso que la guardia recibiera al menor en código rojo, cuando el hospital Papa Francisco es nivel 3 y no lo podía recibir. Hoy los médicos aseguran que con un laringoscopio podrían haberlo salvado, pero no contaban con esa herramienta.

El hospital fue inaugurado días antes de las elecciones del 27 de octubre pasado. No se habían habilitado todos los servicios, pese al tiempo transcurrido desde la apertura de las obras.

Sin embargo el gobernador Urtubey había dedicado especialmente la inauguración del establecimiento a los “agoreros del desánimo” y ratificó su compromiso de continuar haciendo obras para que los salteños vivan cada día mejor y puedan acceder a todos los servicios.

“Más de 200 mil personas serán las directas beneficiarias de este nuevo servicio construido por el Gobierno de la Provincia, en el que se invirtió $75 millones en infraestructura, equipamiento y personal, aunque recibirá a todas las personas que necesiten asistencia médica” había indicado en su enfático y proselitista discurso.

Hoy, los centros de salud que están en el área operativa derivan todo hacia el hospital Papa Francisco. Desde allí, al no encontrar los elementos, ni la atención necesaria, los pacientes son rederivados hacia el Materno Infantil. La guardia sigue sin atender los casos de urgencia. Los médicos siguen renunciando. El quirófano no está habilitado y muchos de los servicios que debería prestar, aun no funcionan.

Entre esta realidad de desánimo y la realidad virtual de Urtubey, hay un abismo de diferencia.

Comentá la nota