Urribarri-Zannini, el Plan B de Cristina

Urribarri-Zannini, el Plan B de Cristina
Sergio Urribarri-Carlos Zannini es por lo menos hoy la fórmula presidencial ideal para el 2015, coinciden cristinistas puros y de los otros; Lo verbalizan porque entienden que las posibilidades de re-reelección presidencial se ahogan en una realidad complicada económicamente.

El elegido por la presidenta Cristina Kirchner, señalan, es el entrerriano Sergio "Pato" Urribarri, un gobernador que además de haber cultivado una relación de confianza con la jefa de Estado, no ahorra gestos políticos de incondicionalidad absoluta para asegurarse un espacio de privilegio. Como la reunión que organizó este mes en Paraná a la que invitó a todos los gobernadores justicialistas, con excepción de Daniel Scioli, a quien excluyó por "tener un proyecto propio y cambiar sus tácticas de acuerdo a sus necesidades".

En realidad, para la Presidente, el heredero ideal es Carlos Zannini, formalmente secretario Legal y Técnico y en los hechos el consejero íntimo y político de los Kirchner desde mediados de los '80. Pero el bajísimo perfil que construyó cuidadosamente le juega hoy en contra de una candidatura y, mucho menos, para la Casa Rosada. Ni la Presidenta cree que pueda instalar su figura y, además, para la mecánica histórica del peronismo siempre es más natural aglutinarse detrás de la postulación de un jefe provincial. Es allí donde el nombre Urribarri surge como el más confiable para Cristina. Un Nicolás Maduro del kirchnerismo custodiado por Zannini hoy, después de la Presidenta, el dirigente más importante del Gobierno.

Le dicen Pato por su forma de caminar. Hijo de una directora de escuela rural y de un empleado ferroviario, Urribarri nació en Arroyo Barú, creció en General Campos, a 45 kilómetros de la ciudad de Concordia, donde luego se instaló para estudiar contaduría.

Marcador de punta, el gobernador quería ser jugador de fútbol de primera división y lo intentó sin éxito desde el club Juventud Unida, institución de la que también fue dirigente, aunque para él son tiempos de sufrimiento porque su equipo es Independiente de Avellaneda. Finalmente, abandonó sus estudios contables en Concordia y eligió dedicarse de lleno a la política.

No le fue nada mal. Se afilió al justicialismo en 1982 y fue intendente de General Campos en 1987. Hasta allí un intendente justicialista del montón en la provincia, aunque en las reuniones de compañeros peronistas se ganó la confianza del entonces gobernador de Entre Ríos, Jorge Busti, de la Unidad Renovadora Peronista. Entre 1991 y 2003 fue diputado provincial en tres períodos y presidió la Legislatura provincial.

Busti, como Cristina, también lo eligió como su heredero. Y es que el Pato durante su trabajo como ministro de la Gobernación había sido justamente incondicional, como lo es ahora con la Presidenta. Un dato: con Busti se peleó antes de asumir el cargo de gobernador. En un asado organizado por un amigo en común, en Salto Grande, se enemistaron para siempre. Así las cosas, como gobernador Urribarri trabajó desde el primer día, por orden de la Casa Rosada, para desterrar en Entre Ríos al bustismo, vinculado antes a Eduardo Duhalde y hoy a José Manuel De la Sota.

La compulsa contra su ex mentor terminó en 2011, cuando Busti y Urribarri se enfrentaron en las urnas para la gobernación y el Pato ganó su reelección con un 55,93 por ciento de los votos. Fue una misión cumplida que anotaron en el mundo K.

Se casó conAnalía Aguilera, en un peronista 17 de octubre. Tiene cinco hijos y uno de ellos, Bruno, cumplió su sueño. Debutó como jugador de primera división en Boca Juniors y hoy juega en Colón de Santa Fe.

"Ser uno de los preferidos de Cristina es un tema que me excede", dijo el gobernador hace unos días. Y, en realidad, la cercanía con la Presidenta no es de los últimos tiempos. Urribarri fue uno de los primeros gobernadores en llegar a El Calafate el día de la muerte de Néstor Kirchner. También fue quien le acercó a Cristina el nombre del actual titular de YPF, el entrerriano Miguel Galuccio, a quien el mismo Pato fue a buscar a Londres por orden presidencial.

El gobernador ha hecho todos los deberes. Encaró una reforma tributaria que hizo hincapié en el inmobiliario rural, jugó fuerte a favor del Gobierno en la crisis con el campo, a riesgo de perder capital político, y le abrió las puertas de los negocios provinciales a empresarios K.

Y el premio es la luz verde que se le da desde Casa Rosada para construir un liderazgo en el peronismo, y enfrentarse personalmente a Daniel Scioli, un candidato confeso que no encuentra la bendición presidencial para su postulación. Y todo indica que no la encontrará.

Se sabe, Cristina está obligada políticamente a intentar su reelección, y también a comenzar a pensar en un sucesor para que Scioli no sea la única opción de un espacio que no lo aceptó nunca como propio.

El gobernador entrerriano tiene muy buena sintonía con los mandatarios provinciales, aunque remarcan que no tanto con su colega chaqueño, Jorge Coqui Capitanich, otro que se anota entre los predilectos de la Presidenta. De hecho, el Banco Central analiza por pedido de Cristina, la posibilidad de autorizar a Entre Ríos y Chaco para que puedan emitir deuda y sus finanzas estén lo suficientemente holgadas como para que brille su gestión y se aseguren el triunfo en sus distritos.

Lo cierto es que después del encuentro en Paraná, en el peronismo se lo mira distinto. Y aunque todavía falta demasiado para el 2015, a Urribarri se lo verá caminando de la mano del vicegobernador Gabriel Mariotto y del titular de la FAM, el intendente de Florencio Varela, Julio Pereyra, por el conurbano bonaerense, un distrito que es imprescindible conquistar si se quiere ser presidente de la Argentina.

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