Las urgencias de la Argentina, más allá de lo extraordinario

Las urgencias de la Argentina, más allá de lo extraordinario

Por Fernando Gonzalez

La Argentina es un país que espera siempre hechos extraordinarios. Y sobre todo cuando se trata de la batalla interminable por el poder. A principios de este año, el objetivo era atravesar el Mundial de Fútbol en Brasil, como si se tratara de un punto de inflexión determinante.

Si salíamos campeones, se quedaba Cristina eternamente en la Casa Rosada. Si terminábamos segundos, crecían las chances de Daniel Scioli. Y si nos volvíamos humillados en primera ronda, la luz de los elegidos podía alumbrar a Sergio Massa, Mauricio Macri e incluso a algunos de los esforzados candidatos de Unen. Finalmente, el subcampeonato obtenido en Río de Janeiro no despertó grandes euforias ni enormes frustraciones, y los aspirantes a presidente tuvieron que volver a las fuentes. Es decir, a sumergirse en los traumas irresueltos del país adolescente.

Pasado el Mundial, la atención se centró en la posibilidad del Premio Nobel de la Paz, galardón para el que el Papa Francisco era una apuesta criolla imbatible. Cada candidato se relamía pensando en cómo aprovechar el envión de euforia nacional inevitable. Y sobre todo la Presidenta, depositaria de las mayores bendiciones papales desde que metió la remera de La Cámpora en El Vaticano. Pero el destino extraordinario de los argentino tendrá que esperar un tiempo más. Los jurados suecos premiaron a la valiente joven pakistaní, Malala Yousafzai, luchadora por los derechos de la mujer en su país. Y forzaron frases como las del flamante embajador anta la Santa Sede, el peronista Eduardo Valdes, quien explicó innecesariamente que el Papa "no quería ganar el premio Nobel".

Había que esperar el Mundial pero ya pasó. Había que esperar el Nobel de Francisco pero no se dió. ¿Cuál será entonces el próximo eclipse social que cambiará el destino de los argentinos? Algunos hablan de la deuda en default que van a recomprar algunos empresarios generosos. Y otros palpitan el acuerdo con los fondos buitres que Axel Kicilloff negocia en secreto para patear en enero próximo el tablero económico de la recesión. Ningún suceso extraordinario cambiará las urgencias de la Argentina. La inflación sigue debilitando el poder de compra de los salarios. Los dólares se siguen escapando y las pymes hace 14 meses que ven caer sus ventas y subir sus costos.

Esta semana, la discusión preelectoral empezó a despertar del sueño estéril de los hechos extraordinarios. Massa habló de terminar con el cepo al dólar. Macri del futuro de YPF y Scioli defendió la asignación universal por hijo, una iniciativa de Elisa Carrió que el Gobierno impulsó a través de su mayoría parlamentaria. Al menos es un comienzo en medio de la estrategia del temor que ha comenzado a agitar el kirchnerismo. Pero el miedo nunca ganó elecciones. Lo probaron Eduardo Angeloz hace un cuarto de siglo y Eduardo Duhalde a fines de los ‘90. Cuando la angustia se extiende en el tiempo, la sociedad apuesta a despegarse del miedo para elegir el resguardo del futuro.

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